Asalto al Poder (2da. parte)

El protagonista del Grupo Productivo fue José Ignacio De Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina, quien confrontó con la propuesta de ‘dolarización’ defendida por los sectores de servicios (privatizadas + bancos). El Grupo Productivo no comenzó reclamando el fin del 1 a 1 sino una mejora en sus ingresos por exportación mediante reembolsos y reintegros. En este contexto Domingo Cavallo llegó a proponer el mix de convertibilidad dólar / euro para el comercio exterior, que fue confuso y no logró incluir al real, como era el objetivo verdadero.

El Grupo Productivo propuso un pacto empresario-sindical para avanzar en un tipo de cambio comercial con devaluación del 30% para los exportadores a Brasil, un bono forzoso -sin intereses- a los ‘ganadores’ del modelo durante los ‘90 y un impuesto extraordinario a las petroleras, entre otras medidas. Pero el deterioro de Fernando De la Rúa y Cavallo incrementó las expectativas, y entonces sí comenzó a instalarse el debate sobre el tipo de cambio y licuación de pasivos, diseño de quien fue jefe de asesores de Juan Sourrouille y, a solicitud de Raúl Alfonsín a Eduardo Duhalde, aún es director del Banco de la Provincia de Buenos Aires: Roberto Frenkel.

Solamente el caos de diciembre de 2001 pudo someter a la sociedad a la formidable transferencia de ingresos de la devaluación y pesificación asimétrica cuyo costo real aún no ha sido cuantificado. Con todo, pese al caos, para sentarse en la Presidencia de la Nación, Duhalde debió prometer lo que no podría cumplir: "El que depositó dólares recibirá dólares".

De Mendiguren fue ministro de la Producción de Duhalde, hasta que tambaleó el modelo en avance. Curiosamente el primer sustituto de Jorge Remes Lenicov en el que pensó Duhalde fue Daniel Carbonetto, diputado nacional Polo Social-Buenos Aires. Ocurre que Carbonetto nunca ocultó su simpatía por Techint. Carbonetto planteó que la devaluación se aplicó mal porque no se impusieron de entrada retenciones a las exportaciones agropecuarias y no se volcaron los ingresos de esos impuestos a "reactivar la producción y el empleo".

Pero Carbonetto no logró consenso político, los economistas ofertados por los gobernadores del PJ no aceptaron y entre Alfonsín y el Grupo Productivo impusieron a Roberto Lavagna. La relación entre Lavagna y la organización de Paolo Rocca es sólida. Y volvió innecesaria la permanencia de De Mendiguren en el Ejecutivo, luego de pagar un elevado costo político como defensor de la devaluación.

En el ínterin, Techint perdió el control de la Unión Industrial, y debió organizar a la minoría con el nombre de Agrupación Industriales. Pero fue una pérdida soportable porque Néstor Kirchner heredó a Eduardo Duhalde, y Lavagna continuó al frente de Economía.

Tanto Kirchner como Lavagna se han mostrado ‘sensibles’ a la necesidad de –como explicó Freddy Cameo, hombre de Techint- "frenar la embestida brasileña, pero sin arriesgar el Mercosur". Ocurre que Techint también tiene intereses en Brasil.

La amenaza de la siderurgia brasileña fue neutralizada mediante un acuerdo de reparto de mercados, entre Techint, del lado argentino, y la Compañía Siderúrgica Nacional y Vale do Rio Doce, del otro, con la bendición de ambos gobiernos.

Los brasileños se avinieron a negociar el pacto de auto-restricción bajo la compulsión de la apertura de un procedimiento antidumping. Sin embargo, si los fabricantes brasileños de heladeras y de cosechadoras cuentan con chapa más barata, inundando el mercado argentino, sus competidores locales no le comprarán necesariamente el insumo a Siderar.

Pero Lavagna también le hizo a Techint el favor de fijarle a la chatarra una excepcional retención del 40%, única por su nivel. El efecto práctico de la medida consistió en asegurarle una mayor ganancia, en detrimento del sector chatarrero.

Las retenciones pueden tener efectos regresivos sobre la distribución del ingreso, quitándole recursos a productores pequeños y débiles para transferirlos a manos del Fisco y del capital concentrado.

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