Como si no pasara nada el país se acostumbró a convivir con rasgos y costumbres típicas de la decadencia en la que entró para difícilmente salir.
Los piqueteros ya no sólo son parte ineludible de nuestra forma de vida sino que, además, el gobierno nacional no detiene su ingenio para encontrar fórmulas alternativas para que estos no corten la totalidad de un puente sino sólo el 90 por ciento de este.
Los medios escritos al día siguiente titulan "está dando resultado la nueva estrategia del gobierno". O sea que nos acostumbran a pensar que reducir el ilícito en un 10 por ciento es positivo.
Como si esto resultara escaso, antes nos preguntábamos como los piqueteros podían financiar congresos en Mar del Plata y ahora ya ni nos preguntamos cómo exportamos la tecnología piquetera a países limítrofes.
Los cartoneros forman parte del paisaje que dibujan las ciudades a diario y ya nadie se pregunta si las bolsas deben ser verdes o negras. Todo pasó al olvido.
La inseguridad llegó para quedarse entre nosotros.
No sabemos donde vamos, ni donde nos llevan, pero estamos subidos a un tren que deambula sin destino preciso.
Frente a la catarata de problemas que tenemos, la Argentina sigue destruyendo su clase media, la que forjó la grandeza del país.
La clase media está entrando pacíficamente, como si estuviera anestesiada, en su propia fosa colectiva.
La inflación, la destrucción de su poder de compra, la inflación reprimida, la pérdida de fuentes de trabajo, la no generación de inversiones, la estando terminando de extinguir.
Mientras todo esto sucede y nadie lo dice o lo evita decir, no existe oposición.
Se gobierna por decretos.
Se destruyen edificios públicos porque en ellos se van a sancionar leyes o decretos, que luego no se sancionan, por temor a la represalia.
La policía no sabemos que función cumple porque la autoridad que tiene quedó desvirtuada y desprestigiada, aún más que lo que estaba, por la autoridad nacional.
Cuando hablamos de economía hablamos de un ministro que, sin pena ni gloria, es un poco más coherente que el resto de los funcionarios, pero nada más.
Aún hoy seguimos sin salir del default en el que entramos, y el que fue aplaudido por el propio parlamento argentino.
Vale decir que a través de nuestros representantes aplaudimos por adelantado nuestra propia desaparición de los ojos del mundo.
Desconocemos que planes de gobierno existen para tener ilusiones que nos hagan saber que dentro de un año estaremos mejor que hoy.
Desconocemos que planes de gobierno existen para saber como vamos a darle trabajo a los nuevos egresados de nuestras universidades, para que no sigan haciendo colas ante los consulados, para irse del país.
Desconocemos que planes de gobierno existen para saber cómo se les pagará la jubilación a quienes se jubilen cuando las AFJP estén quebradas y el estado siga estando en similar estado.
Desconocemos que planes de gobierno existen para que los argentinos podamos acceder a una mínima educación, salud, comida, etc.
No siempre el país va a poder contar con la soja salvadora de los ingresos fiscales.
No siempre podremos salir airosos con campañas mediáticas que tapan la realidad más urgente, y ponen en los medios historias como las de Maradona u otras que permitan distraer nuestra lectura de la cruel realidad.
En este listado reducido de problemas múltiples que agobian a los argentinos, los habitantes de este inmenso país están anestesiados por su necesidad de supervivencia.
Esta necesidad de salir del agobio no nos deja ver que la realidad futura, si nadie hace las cosas que son necesarias hacer, nos ubicara en una realidad peor.
Siempre que la anestesia no nos mate, uno despierta en algún momento, y nos daremos cuenta que realmente nadie tomó las decisiones que hay que tomar para poder salir de una crisis como la que enfrentamos. Aceptaremos cuando despertemos que nuestros hijos sean cartoneros, piqueteros, boqueteros, vendedores ambulantes.
Para ese momento, la obra de Florencio Sánchez, "Mi Hijo el Doctor", habrá sido destruída para que nadie recuerde la existencia de un país que soñaba y concretaba sus sueños.
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(*) Es director general de AM Mitre y FM 100; ex fundador y director de FM 101.5 y ex director de AM Rivadavia.
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