Una de las tantas historias de la "nueva" forma de hacer política

A continuación, la opinión de un usuario sobre la nueva forma de hacer política de los argentinos.

Sr. Director

Cuando Adolfo Rodríguez Sáa, en su efímera presidencia, nombró al ex intendente porteño Carlos Grosso como asesor de su gobierno, se le cayeron todas las cacerolas encima. Con razón o sin ella se podía decir que la sociedad estaba en ese momento demasiado sensibilizada para tolerar a un ex funcionario que dejó un oscuro recuerdo. Y, además, que el ex gobernador puntano no actuó con el manual de marketing político en la mano.

Unos meses después, ya en el gobierno de Néstor Kirchner, cuando el canciller Rafael Bielsa nombró a su amigo y mentor político Eduardo Valdés como su principal asesor, a nadie se le movió un pelo. Aún cuando este hombre haya sido uno de los miembros claves del gobierno de aquel defenestrado Grosso.

Tal vez sea por esa necesidad social de descargar en una sola figura todos los males padecidos -y, de paso, sacarse algunas responsabilidades de encima- lo cierto es que nadie hizo sonar ni siquiera un platito de metal cuando Valdés -aquel mismo Valdés que ocupó la secretaría política del gobierno porteño de Grosso- asumió su cargo en la Cancillería.

Con la llegada al ministerio de Relaciones Exteriores y Culto se iniciaba una nueva etapa en este grupo que hasta ahora venía reuniéndose en la Legislatura -Valdés hasta ese momento era legislador- o en las oficinas que había instalado GESTA, el partido de Bielsa, en el Pasaje Roverano.

Esta nueva etapa dejaba en suspenso la ambición del rosarino Bielsa por convertirse en jefe de Gobierno porteño. Para lo cual ya había iniciado una pulcra pero clara campaña.

Una campaña que había tomado fuerza con la oficialización de su partido, GESTA, construido con el aparato y la experiencia de Valdés y del ex concejal y hoy secretario de Culto, Guillermo Olivieri.

De a poco, y con el concurso de diveras organizaciones barriales fueron perfilando la candidatura porteña del rosarino que ya aparecía en un simpático espacio pago en un noticiero televisivo con una sección llamada "Ahora le toca al vecino". Todavía en ese momento cuando se decía Bielsa había que aclarar que no se trataba del director técnico.

El bautismo de campaña de Bielsa lo tuvo en el micro estadio de Ferro cuando se lanzó en la ciudad de Buenos Aires la candidatura de Kirchner - Scioli. En ese acto, organizado por Alberto Fernández, iba a hablar también Gustavo Beliz. Pero habló solamente Bielsa en un discurso más orientado a los que escuchan a la nueva trova rosarina que a la muchachada peronista que transpiraba las gradas.

Luego, vino lo ya conocido. Kirchner se encuentra con una presidencia que esperaba para 2007 y Bielsa es nombrado canciller. El rosarino dsesaparece de GESTA para ocuparse de su gestión y los militantes de su aprtido pasan en pleno a ocupar cargos de diversa índole. A tal punto que puede decirse que mientras el Palacio San Martín se va llenado de nuevas caras, las oficinas del Pasaje Roverano iban quedando vacías.

Sólo irían a volver a ser utilizadas cuando la candidatura a diputado nacional de Miguel Bonasso. Allí se vuelven a hacer las reuniones que conforman una lista donde convive el amplio espectro K porteño, hegemonizado, claro está, por Valdés pero también por Alberto Fernández.

El mismo Valdés que, posiblemente, vuelva a esas oficinas a pensar en alguna otra forma "nueva" de hacer política en la Argentina.

Por Eduardo Betas

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