En su peor crisis política, los micrófonos de la Rosada le confirman a Ibarra que el gobierno K lo abandonó

Néstor Kirchner, siempre ha dicho que le gusta estar junto al pueblo, trabajando, y no malgastando el tiempo en lo que, suele asegurar, son tediosas reuniones aunque participen en ellas los más prominentes líderes del mundo. Le encanta dejar su despacho de la Casa de Gobierno para saludar a un grupo de escolares que la visita, o cruzarse a la Plaza de Mayo para estrecharse en un abrazo con obreros que participan de una manifestación. Por eso no se entiende cómo, frente a la terrible tragedia de Once, "abandonó a su pueblo" sin dar una justa explicación, aunque no la haya. Lo que si se entiende es que abandonó al jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, quien atravesando su peor momento político, terminó de confirmar ayer su soledad: Kirchner finalmente arribó a la Capital para reunirse con los familiares de las víctimas, pero se dejaron los micrófonos abiertos, y se pudieron escuchar algunos pormenores de la reunión, sobre todo, cuando Aníbal Fernández, ministro del Interior, deslindaba responsabilidades.

El jefe de gobierno de la ciudad, Aníbal Ibarra, intentó justificar varias veces la ausencia del gobierno Nacional frente a la tragedia de Once, aunque no entendió muy bien porque lo abandonaron. Por ello, quedó muy desconcertado, y admitió ante sus íntimos que la reunión mantenida por el presidente con los familiares de las víctimas en la Casa Rosada le molestó.

Y le molestó más todavía cuando todos los periodistas de la sala de prensa de la Casa de Gobierno escucharon, porque dejaron los micrófonos abiertos, los pormenores de esa reunión, sobre todo cuando el ministro del Interior, Aníbal Fernández, deslindaba responsabilidades.

A Aníbal Ibarra seguramente le va a pesar haber salido con un alto perfil a explicar a los vecinos que el incendio no fue negligencia de su gestión y, a la vez, soltarles la mano a sus propios funcionarios, como otorgándoles algún grado de responsabilidad. Es más, no se descarta que en las próximas horas haya más renuncias.

Ibarra está debilitado y sus secretarios admiten que toda la estrategia comunicacional para los primeros seis meses del año cayó pesada como una bolsa de cemento.

Esa estrategia llevó a algunos operadores políticos del ibarrismo a decir públicamente que, pocas horas después de la tragedia, el cardenal Jorge Bergoglio había dado a Ibarra su apoyo político.

"El 31 de diciembre, por la mañana, el cardenal ya tenía el telegrama de condolencias del Papa, porque se había preocupado en informarlo", dijo el vocero del prelado, Guillermo Marcó.

Y agregó que: "El cardenal fue sólo a recorrer el Instituto del Quemado y de ahí tomó el colectivo 146 para ir al hospital Ramos Mejía y pidió a los obispos que hicieran lo mismo con sus vicarías. Ayer (por anteayer) llamó a Ibarra para ver cómo seguían las cosas y al final de la charla le dijo que rezaba por la gente y por él. Eso no es apoyo político".

Ibarra, entonces, decidió bajar el perfil y sus asesores se lo agradecieron, más que nada, porque saben que la Legislatura aprovecharía el momento para escarmentarlo.

Gabriela Michetti, de Compromiso para el Cambio, fue la encargada de reunir a sus fuerzas para lograr una sesión extraordinaria con el fin de interpelar a Ibarra. Y lo logró gracias a las firmas de todo el espectro de izquierda.

El kirchnerismo prefirió el silencio hasta último momento porque quería que el Presidente tomara posición definitiva.

Finalmente, y luego de varias reuniones entre los presidentes de los bloques, Michetti logró que la sesión extraordinaria para pedir la interpelación se lleve a cabo pasado mañana, entre otras cosas, porque nadie quería hacer coincidir la extraordinaria con la marcha programada para mañana y a la que Ibarra aseguran que le teme.

El problema es que para que se acepte una interpelación tiene que haber 40 votos y hasta ayer no se habían reunido. Por eso Michetti aspira a que se forme, como mínimo, una comisión investigadora, como alternativa si fracasa la interpelación.

Finalmente, Daniel Betti, del Bloque del Sur, dijo que él era arquitecto y que sabía perfectamente cómo se coimeaba a los inspectores, por lo que asegura que Ibarra carga con toda la responsabilidad.

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