Por un cese a las fantasías políticas: En el mundo real poco importan las intenciones

Luego de la visita de Néstor Kirchner a la provinca de Neuquén, gobernada por el presidenciable Jorge Sobisch, el diario Río Negro hizo un interesante análisis sobre las actitudes políticas de los funcionarios argentinos y sus delirios fantásticos que poco tienen que ver con los hechos concretos.

A juicio de los partidarios de Néstor Kirchner, el pequeño duelo retórico que en ocasión de su primera visita a Neuquén desde que inició su gestión lo enfrentó con Jorge Sobisch se debió a que a su modo los dos hombres representan "modelos" diferentes, el de los años noventa en el caso del gobernador neuquino y uno radicalmente distinto y, suponen, muchísimo mejor en el del presidente. De ser así, la ciudadanía hubiera tenido una oportunidad para asistir a un debate auténtico acerca de los pro y los contra de las estrategias elegidas por dos mandatarios peronistas, Kirchner y Carlos Menem, pero, huelga decirlo, no se trató de un intento de analizar con ecuanimidad, si bien desde posturas diferentes, la evolución reciente de la economía nacional, sino de aprovecharla por motivos descaradamente proselitistas.

Por lo tanto, era de prever que el intercambio entre el presidente y el gobernador que se ha propuesto sucederlo en el 2007 tuviera menos que ver con la realidad concreta que con generalidades de inspiración ideológica, con Kirchner dando a entender, una vez más, que durante la gestión de Menem la Argentina fue una especie de laboratorio manejado por extremistas "neoliberales" resueltos a depauperar a la gente en beneficio de un puñado de ladrones y Sobisch proclamando que gracias al MPN la provincia del Neuquén es un paraíso económico equiparable con Irlanda, país en el que el ingreso per cápita, uno de los más elevados del planeta si bien inferior al estadounidense, se aproxima a $80.000 anuales.

Que los políticos carguen las tintas es normal en todas partes, pero en un país con tantos problemas como el nuestro convendría que tanto el presidente como los presuntamente presidenciables aprendieran a prestar más atención a los hechos concretos y menos a sus propias fantasías.

Puede que según las por ahora muy modestas pautas nacionales Neuquén sea una provincia relativamente próspera, pero compararla con Irlanda, España y los ‘Tigres asiáticos’ como Singapur es absurdo.

Con todo, las exageraciones de Sobisch carecen de importancia al lado de las de Kirchner y sus simpatizantes que, según parece, se creen artífices de un cambio de paradigmas revolucionario que no tardarán en beneficiar al grueso de los habitantes del país, cuando en verdad lo que están haciendo es improvisar con la esperanza de que por fin el producto bruto nacional supere el monto récord que fue alcanzado casi diez años atrás y que, de resultar aceptable el canje, la salida del default sirva para que vengan algunas inversiones significantes.

Pues bien: siempre y cuando disfrutemos de un par de años más de crecimiento vigoroso, lo que es factible, podrían lograr aquel objetivo nada ambicioso, pero así y todo sería difícil tomar lo que sin duda festejarían como un éxito histórico por evidencia de la superioridad del nuevo "modelo" duhaldista-kirchnerista frente al desacreditado "modelo" menemista.

Lo que los voceros del oficialismo actual consideran más repudiable del "modelo" así calificado es que repartió de manera muy poco equitativa los frutos del crecimiento que fue desatado por la puesta en marcha del "plan de convertibilidad", pero sucede que lo que vendría después sería aún menos igualitario.

Una consecuencia notable del colapso del "modelo" odiado consistió en la depauperación de buena parte de la población del país y el consiguiente ensanchamiento de la brecha que separa a una minoría cuyo estilo de vida podría considerarse primermundista y los demás que se han visto condenados a la miseria. Para colmo, no existe ningún motivo para suponer que sólo sea cuestión de una aberración pasajera atribuible a la maldad "neoliberal" que pronto se corregirá. Antes bien, todo hace pensar que se trata de un cambio estructural permanente.

Así, pues, cuando Kirchner nos previene con su vehemencia habitual contra un "modelo" en el que "el grupo de arriba crezca mucho y queden marginados la clase media, los empresarios y la clase trabajadora argentina", podría estar aludiendo a los resultados concretos de su propia gestión y aquella de su padrino, el ex presidente interino Eduardo Duhalde. Claro, ni Duhalde ni Kirchner querían que fuera así, pero en el mundo real importan poco las intenciones, que casi siempre son benévolas, de los gobernantes, sino lo que efectivamente hacen.

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