Kirchner quiere que Duhalde lo ayude contra el duhaldismo, mientras Rodríguez Zapatero llega al límite

La subestimación del presidente Néstor Kirchner hacia el problema de las tarifas públicas rezagadas coincide con su incomprensión del fenómeno inflacionario que él ha alentado. La noticia de que José Luis Rodríguez Zapatero se encuentra muy molesto con Kirchner, no es un dato menor. En tanto, el Presidente sigue con su cruzada bonaerense y pensando en el año 2007 cuando, si no cumple con su palabra empeñada ante terceros, puede quedarse sin 2005.

"(...) Nadie sabe aún por qué Kirchner se aferró al primer informe protocolar para no ir a las exequias del Papa.

Ese consejo protocolar le señaló que era usual que el jefe del Estado concurriera a la asunción del nuevo Papa y no al sepelio del Papa muerto.

Faltó el siguiente consejo político que le advirtiera que estaba ocurriendo una conmoción inédita en el mundo, dentro del poder y en la gente común.

De hecho, han sido los funerales más imponentes de que se tenga memoria.

Algunos mecanismos están fallando al lado del Presidente.

Las explicaciones presidenciales han sido más débiles que su ausencia.

No se trata de establecer sólo el pensamiento de Kirchner, porque él tiene una investidura que va más allá de su persona.

Nadie le hubiera pedido que forzara convicciones personales contrarias: su madre y su hermana son creyentes católicas de misa diaria.

(...) Sin embargo, un aire de moderación empezó a circular el viernes entre kirchneristas y duhaldistas.

Una comisión integrada por dirigentes de ambos bandos podría ponerse en marcha este fin de semana para intentar un acuerdo entre los dos caudillos.

El pacto o la ruptura deberían suceder en los próximos 20 días. No hay mucho tiempo.

¿Guerra o paz?, le preguntó un dirigente peronista a Kirchner en la tarde del viernes. Soy hombre de paz, le respondió el Presidente, con cierta sonrisa.

El dirigente creyó encontrar la puerta para una salida rápida del conflicto. Kirchner lo paró: Pero también soy un evolucionista. En buen romance, se presenta como un cruzado insobornable de la renovación del peronismo bonaerense.

¿Lo acompañará Duhalde?

(...) El gobierno español de Rodríguez Zapatero está llegando al límite de su paciencia. Los problemas de las empresas de servicios públicos no se resuelven. El líder español jugó su prestigio en favor de Kirchner, dentro y fuera de su país. La decisión está tomada en Madrid y los tiempos son perentorios: Rodríguez Zapatero no será un amigo de Kirchner a cualquier precio ni en cualquier condición. El distanciamiento podría ser, en su momento, una expresión pública.

El conflicto es algo más agudo que llevarse bien o mal con un líder que comprendió a Kirchner, más grave que una opción entre la lealtad y la ingratitud. Se trata, además, de comenzar a resolver, por ejemplo, la situación energética del país, que se encamina hacia una crisis en los próximos tiempos, y de promover una nueva marea de inversiones en infraestructura. (...)"

Eduardo van der Kooy, en el diario
Clarín:

"(...) ¿Pudieron haber ocurrido todas esas cosas sin el consentimiento de Duhalde?

Resulta difícil aceptarlo porque, entre muchas razones, es frecuente que el caudillo haga decir a los demás lo que prefiere callar él.

Pero subyace otra realidad: hay sectores duhaldistas que vislumbran su extinción al calor de cualquier acuerdo entre Kirchner y Duhalde.

No es el caso de José María Díaz Bancalari, el jefe del bloque de diputados del PJ, que intenta encontrarle un escape a la tensión en sus diálogos con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

Lo mismo hace Antonio Arcuri telefoneando a Carlos Zanini y a Julio de Vido e, incluso, interceptando al Presidente en los pasillos de la Casa Rosada.

De Vido es el funcionario que más contacto acostumbra tener con los intendentes bonaerenses a raíz de las obras públicas.

Ese campo aparece hoy parcelado: la mayoría apuesta a seguir a Kirchner, pero los senderos se bifurcan ante la opción de Solá o Duhalde.

Algunos lamentan sentirse en una encerrona: "Estoy con el Presidente, pero no pidan que rompa mi lealtad con Duhalde", repite Hugo Curto, el mandamás de Tres de Febrero.

Todos apuestan, al final, a una mesa y una negociación por un motivo simple: a Kirchner se le complicaría la campaña e incluso la lectura del resultado electoral con un peronismo dividido; a Duhalde le convendría acordar haciendo valer la tradición de su poder y no someterlo a un examen público.

Kirchner lanza por lo bajo declaraciones de guerra pero tampoco cierra las puertas.

Se afirma sólo en la convicción de que la candidatura de Cristina Fernández resulta innegociable.

Le molesta mucho la ambigüedad del caudillo bonaerense. No termina de adivinar si está adentro o afuera de la política, como tantas veces pregonó.

(...) El Vaticano recibió a una representación disgregada entre la comitiva oficial que encabezó Daniel Scioli y dos ex presidentes —Duhalde y Carlos Menem— que viajaron por las suyas y se trataron como buenos enemigos. Hasta compartieron un café.

Esa exhibición a la distancia tuvo fuertes coletazos aquí.

Kirchner desecha ahora cualquier encuentro con Duhalde y cree que la negociación ha entrado en un desfiladero.

Menem hizo bastante para desbarrancarla cuando salió a cuestionar la candidatura de Cristina. (...)

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