"Prioridades equivocadas"

El diario Río Negro publicó hoy un interesante editorial sobre el ataque que realizó el gobierno kirchnerista al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a algunos gobernantes extranjeros. La nota:

Por motivos evidentes, es del interés de nuestro país mejorar la relación con los inversores en potencia del Primer Mundo porque de otro modo no llegará el dinero que necesitamos para seguir creciendo, pero sucede que a juicio del presidente Néstor Kirchner es de su interés particular que la relación sea lo bastante conflictiva como para permitirle hacer gala de su dureza patriótica atacando sin piedad al FMI y a ciertos gobernantes extranjeros sin por eso olvidar el aporte en su opinión nefasto de los ex presidentes Carlos Menem y Fernando de la Rúa más sus colaboradores "neoliberales".

Puesto que aquí el futuro de la economía y por lo tanto de buena parte de la ciudadanía siempre se ve subordinado a las prioridades políticas inmediatas del gobierno de turno, no es del todo sorprendente que al calentarse el clima político de cara a las elecciones supuestamente plebiscitarias de octubre distintos voceros oficiales, entre ellos el ministro de Economía Roberto Lavagna, se hayan sentido constreñidos a reaccionar con virulencia cada vez más exagerada frente al FMI y a personajes como el ministro de Finanzas japonés Sadakazu Tanigaki, como ocurrió durante la reunión del Banco Interamericano de Desarrollo en Okinawa, que los acusan de actuar con "mala fe" hacia los acreedores.

En tales ocasiones Lavagna y otros portavoces gubernamentales reiteran la tesis kirchnerista de que todo fue culpa de los bancos que deberían haber advertido a sus clientes de lo peligroso que les sería arriesgar su dinero comprando bonos argentinos.

No se habrán equivocado, pero acaso no les convendría convencer a los banqueros de que les sería insensato cometer nuevamente el mismo error porque la Argentina seguirá buscando dinero en las plazas mundiales. Por tanto, lo más inteligente sería procurar hacer pensar que el desastre de hace poco más de tres años que tantos perjuicios nos supuso se debió al mal funcionamiento del sistema financiero internacional, no a la malevolencia o estupidez del FMI, de los banqueros más influyentes del planeta y de los acreedores extranjeros que, claro está, nunca sabrán distinguir entre peronistas buenos como Kirchner y Lavagna por un lado y por el otro peronistas malísimos como Menem.

Atribuir el colapso a algo tan impersonal como "el sistema" sería menos redituable en términos políticos pero por lo menos nos ayudaría a reconciliarnos con la llamada comunidad financiera internacional, mientras que achacarlo a la conducta perversa de individuos determinados sólo sirve para asegurar que no sólo el gobierno de Kirchner sino también el país como tal cuente con muchos enemigos muy poderosos ubicados en los directorios de las instituciones más importantes y en los gobiernos de los países más ricos.

Si bien es de suponer que los funcionarios del FMI y los ministros de Economía de naciones clave como el Japón tratarán de impedir que sus propios sentimientos incidan en sus cálculos, se trata de personas de carne y hueso que no pueden sino guardar cierto rencor después de ser vapuleados públicamente por Kirchner, Lavagna u otros integrantes de nuestro gobierno.

En efecto, la mayor "dureza" tanto del FMI como de varios miembros del G-7 que se ha detectado últimamente será en buena medida consecuencia de la agresividad de Kirchner. Además de sentirse heridos por sus diatribas, los criticados por nuestros gobernantes temen que de difundirse la noción de que gracias al célebre "estilo K" la Argentina se las arregló para reducir su deuda externa más que cualquier otro país, se produzca una suerte de rebelión mundial contra el orden financiero existente.

Aunque en tal caso los grandes perdedores no serían los banqueros, los que por lo común resultan capaces de recuperarse en poco tiempo de los reveses que experimentan en los mercados, sino los pueblos de los países pobres que en los próximos años se verían boicoteados por los inversores no especulativos, dicho detalle no preocuparía demasiado a políticos obsesionados por el corto plazo. Por cierto, no inquietará a los líderes de un partido como el Justicialista que no sólo logró sobrevivir a una catástrofe económica que según los jefes de una facción se debió a la gestión de una facción rival sino que se las ingenió para salir fortalecido del caos.

Dejá tu comentario