Universidad Portales, de Chile: "No hay clima de negocios en la Argentina"

Cada trimestre, el Área de Análisis del Entorno Empresarial Latinoamericano, de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Economía y Empresa, de la Universidad Diego Portales, de Santiago de Chile, realiza un Análisis de Riesgo Político de Inversiones sobre cada país de Sudamérica, que publica la revista EDICIÓN i. En este trabajo, U24 dará en exclusiva el capítulo sobre la Argentina, producido por los investigadores-jefes del prestigioso centro de estudios chileno, y que resulta una opinión a la hora de tomar decisiones en importantes holdings chilenos y estadounidenses. POR ANDRÉS BENAVENTE, JORGE JARAQUEMADA y ALDO CASSINELLI

DIMENSION POLITICO INSTITUCIONAL

En este trimestre resulta difícil separar los aspectos económicos de los políticos, pues se encuentran fuertemente entrecruzados. Ha sido un período donde el gobierno mantiene un escenario favorable en términos de gobernabilidad y apoyo ciudadano.

La aceptación del canje por parte del 76% de los acreedores privados de la deuda pública representa un triunfo para el gobierno.

Los piqueteros no le han presentado problemas serios en el desborde de la legalidad, como ha ocurrido en períodos anteriores, y más bien el gobierno ha usado a alguno de esos grupos en el hostigamiento a determinadas inversiones extranjeras.

El presidente Kirchner, luego de los resultados del canje, ha enfatizado su discurso nacionalista y no ha sabido aprovechar su buen resultado como una oportunidad para recomponer sus relaciones con los inversores extranjeros.

Por el contrario, se entusiasmó con las negociaciones asimétricas y pretende trasladar tal esquema a otros escenarios de relación con los privados. Esto puede rendirle un efecto populista nacionalista de corto plazo, pero daña seriamente la credibilidad de Argentina ante la comunidad de negocios.

Otra fortaleza que le ofrece el escenario político al gobierno es la persistente debilidad de la oposición en términos orgánicos. El radicalismo sigue encerrado en la derrota electoral del 2003, el liberalismo expresado en un archipiélago de grupos y de liderazgos coyunturales y la izquierda partidaria tiene más fuerza en las expresiones extra sistema - como los grupos piqueteros - que en sus actores partidistas que no logran salir de una endémica marginalidad política y electoral.

La oposición potencial al gobierno hay que encontrarla, en primer lugar, dentro del híbrido Partido Justicialista de donde puede salir, en un escenario de crisis económica, un liderazgo alternativo al del presidente. En ese mismo escenario, obviamente, los piqueteros se verían fortalecidos y probablemente reimpulsarían la estrategia de las movilizaciones poniendo fin a la ambigüedad que hoy marca sus relaciones con el gobierno.

Un dato interesante a tener en cuenta en el análisis es que en octubre de este año hay elecciones legislativas, donde Kirchner tratará de fortalecer al grupo parlamentario que lo apoya dentro del Justicialismo.

Por lo mismo, tenderá a enfatizar los aspectos más relevantes de su gestión: el discurso nacionalista, el enfoque económico estatista y la relación clientelar con los sectores sociales más pobres.

A fin de cuentas ha sido él mismo quien ha otorgado un carácter plebiscitario a las elecciones al decir: "el pueblo me plebiscita", agregando mesiánicamente que los términos de tal plebiscito son: "los que aman a Argentina y los que quieren volver atrás".

Sin embargo, deberá enfrentar dos dificultades que pueden tensionar el buen escenario interno con que cuenta.

Una de ellas es el probable incremento inflacionario, en cuyo caso las movilizaciones sociales aumentarían en intensidad.

La segunda es la agudización de la crisis gasífera que puede llevar a un racionamiento energético que también tendría efectos políticos contrarios al gobierno, conformándose una realidad de difícil manejo político en un año electoral.

Es probable que para neutralizar este cuadro negativo, la administración Kirchner potencie, aún más, el rol interventor del Estado en la economía, recorte al máximo la exportación de gas natural, instrumentalice los cuestionamientos a las inversiones extranjeras y recurra a un discurso y un estilo populista que suele ser efectivo en el corto plazo.

En definitiva, el trimestre se cierra con una interrogante: ¿serán estas señales de riesgo un anticipo del retorno de las tensiones a la gobernabilidad?

DIMENSION ECONOMIA Y POLITICA

El presente trimestre del año ha sido bueno para el gobierno. Junto con sentir los efectos del crecimiento económico del año 2004, logró que el 76% de los acreedores privados aceptara el canje de los bonos de la deuda pública.

Pese a que este logro es una buena señal, hay que tener presente que está claro en los inversores que allí hubo una asimetría en las negociaciones, entre un Estado renuente a reconocer sus compromisos, al punto que ofreció admitir sólo un 30% promedio del valor original de los bonos y para ello contó con el apoyo político de otros Estados; y los acreedores privados que no podían hacer efectivos plenamente sus derechos porque no podían ejecutar al deudor, de tal forma que un criterio realista los llevó a aceptar la oferta ante de perderlo todo.

En un escenario tan asimétrico obviamente la parte hegemónica termina imponiendo sus condiciones.

Con todo, hubo acreedores que consideraron esta situación una presión indebida y no aceptaron el canje. Los holdouts significan US$20.000 millones. Las alternativas que se abren con ellos son tres: reabrir el canje, realizar acuerdos extrajudiciales o pagar regularmente los antiguos bonos hasta su vencimiento.

Claramente, el gobierno argentino no accederá a las dos primeras opciones, ni tiene recursos para la tercera, pero el 24% de acreedores que no aceptaran la oferta seguirán insistiendo en recuperar su inversión, por lo cual es de esperar la persistencia de los juicios interpuestos por ellos.

Debe considerarse que para presionarlos a aceptar la oferta gubernativa se logró la aprobación legislativa de un proyecto de ley que impide reabrir el proceso de reestructuración de la deuda con los acreedores privados.

Pasada la euforia por el éxito inicial, el gobierno deberá afrontar la realidad. Y ella le indica que, de una parte, el Fondo Monetario Internacional insistirá - en las negociaciones para renovar el acuerdo stand by - en dar una solución a los acreedores que quedaron fuera de la reestructuración y entonces aquella disposición que políticamente pudo haber sido un medio de presión eficaz para empujarlos a aceptar el canje, se convierta en una traba legal.

De otra parte, la credibilidad de la comunidad de negocios internacional no se recuperará mientras se les siga negando el pago a un importante porcentaje de acreedores.

En cuanto al comportamiento de la economía, como lo anticipáramos en párrafos anteriores, hay una clara tendencia al rebrote de la inflación.

Se proyecta para 2005 una inflación de dos dígitos, lo que inevitablemente afectará a los sectores más pobres, habida consideración que el alza de precios incide en los productos de la canasta básica.

Esto no deja de ser paradojal por cuanto el crecimiento económico se ha traducido en un aumento del consumo y, además, el Banco Central mantiene una política monetaria expansiva para tener un dólar alto que permita mejores ingresos fiscales a través del impuesto a las exportaciones.

En un cuadro como el descrito es altamente improbable que el gobierno se muestre dispuesto a autorizar un alza de tarifas en los servicios públicos, con lo cual se crearán problemas con los inversores y el FMI.

El clima de negocios sigue siendo negativo. En el primer trimestre del año, el presidente Kirchner ha entregado diversas señales de hostigamiento al sector empresarial. En primer lugar, advirtió que está dispuesto a intervenir en la economía más allá del funcionamiento del mercado.

Si no se modifica la tendencia al alza en los precios (la inflación de 2004 fue 6,1% contra 3,7% de 2003) indicó que "el Estado hará lo que tiene que hacer para que los precios no suban", indicando de manera implícita que se contempla la adopción de medidas restrictivas como la fijación de precios o una modificación tributaria.

Continuando con el clima de negocios y las amenazas que plantea un gobierno que por sus declaraciones y acciones no parece convencido de la vigencia del mercado, se especula la posibilidad de sanciones a aquellas empresas que aumentan sus precios, especialmente aquellas que tienen una posición dominante, pero no monopólica.

Ello tiene una doble interpretación, la primera es el temor vísceral a la inflación y que se puede potenciar debido a los ajustes de precios que realicen tanto las empresas como el comercio y por otro, la negativa a aceptar la existencia de un mercado que fija los precios y que se regula mediante la oferta y la demanda.

En segundo lugar, en medio del proceso de renegociación del marco tarifario con las empresas a cargo de los servicios públicos privatizados, indicó que este proceso debe hacerse bajo la legislación argentina y no la internacional, y sin que se inmiscuya el CIADI, tribunal de arbitraje del Banco Mundial, exigiendo a las empresas privatizadas que retiren las demandas que han presentado allá.

Concluyó: "no obligaremos a nadie a quedarse", advirtiendo que el Estado puede reasumir su rol en este campo. De otra parte, el gobierno amenazó con usar los tribunales locales para revertir los fallos internacionales emitidos por el CIADI del Banco Mundial. La amenaza implícita es la estatización de los servicios.

En tercer lugar, el presidente directamente llamó a boicotear los productos de Royal Dutch/Shell Group porque la empresa subió el precio de los combustibles en las estaciones de servicio dado el incremento del precio internacional del petróleo.

Como Kirchner no cree en el mercado no confía en que serán los consumidores quienes libremente optarán por comprar combustible a otro proveedor y estima necesario, en cambio, que sea el poder político quien intervenga de la peor manera: incentivando a que grupos piqueteros respalden la decisión presidencial con la amenaza de violencia.

Ciertamente todas estas señales no contribuyen a recuperar la confianza de los inversionistas extranjeros.

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