No se hagan ilusiones: No habrá baja de impuestos por mucho tiempo

Los impuestos distorsivos de 2001 y 2002 fueron por la crisis pero, cuando se supone que ya no hay crisis, esos tributos deberían desaparecer. Sin embargo, el siguiente trabajo de la consultora Exante afirma que el Gobierno necesita de los impuestos distorsivos para sobrevivir, aún renegociando con el FMI.

POR EDUARDO A . RODRIGUEZ

Una vez resuelto, al menos para el gobierno, el problema de la deuda en default, el gobierno necesita una importante cantidad de recursos para hacer frente no sólo a los compromisos asumidos hasta ahora, sino también para hacer frente a los vencimientos de la nueva deuda.

Por otro lado, a pesar de la excelente performance de las cuentas fiscales, el sobrante no alcanza para hacer frente a estas obligaciones, con lo cual el gobierno necesita del Fondo, al menos, un corrimiento en el cronograma de vencimientos.

Los compromisos con los organismos internacionales no es un tema menor para el gobierno.

Del total de los pagos que el gobierno tiene que realizar en concepto de amortizaciones e intereses de la deuda, el 53,1% corresponde a organismos internacionales. Gran parte de ellos, el 39,1% del total, debe cancelarse únicamente con el FMI.

Además, el 64% de los vencimientos con el Fondo son no refinanciables, que corresponden a vencimientos ya postergados en su momento, que ascienden a unos US$ 3.600 millones.

Como si esto fuera poco, la deuda con el FMI vence casi en su totalidad antes de que finalice 2007, lo cual equivale a tener que cancelar el 10,3% del total de la deuda pública en menos de tres años.

En los meses posteriores a la devaluación, en un contexto de fuerte crecimiento de los precios, el gobierno hizo uso de la aplicación de impuestos para poder cerrar el déficit fiscal.

La principal herramienta, que mayor cantidad de recursos le suministró al gobierno, fueron la aplicación de impuestos considerados distorsivos.

Con alícuotas impositivas de por sí elevadas en los impuestos más importantes, como es el caso del IVA, al gobierno no le queda ya mucho margen para hacer frente a los faltantes de fondos mediante esta vía.

La proporción de impuestos distorsivos sobre el total recaudado tanto por la Nación como por las Provincias ha experimentado un importante aumento en los últimos años en comparación con la década del ’90.

En este sentido, para el período 1993-2001, el 29,9% de los recursos tributarios entraban dentro de esta categoría, donde los más importantes eran las contribuciones patronales y el impuesto a los ingresos brutos de las provincias.

Con la aplicación de las retenciones a las exportaciones y la plena vigencia del impuesto a los débitos y créditos bancarios, este porcentaje se elevó a 45,1%, donde estos dos impuestos representaban conjuntamente el 16,2% del total de la recaudación.

La prohibición de ajustes por inflación para el pago de Ganancias y Bienes Personales, junto con la reactivación de la economía y su consecuente impacto en el IVA, hicieron que estos tributos distorsivos decayeran en importancia en los siguientes años.

Sin embargo, su participación en el total continúa siendo elevada. En 2004 representaron el 36,4% del total de los recursos tributarios.

Las sucesivas mejoras en el futuro de estos dos tributos provocarán un decaimiento en la importancia de los impuestos distorsivos en el total, sin embargo habrá que esperar algunos años para que la misma se encuentre en los niveles de participación vigentes en la década del ’90.

Hasta el momento, el gobierno ha cumplido con las obligaciones asumidas con el FMI, tanto si las mismas eran postergables o no.

Los recursos tributarios, si bien se proyectan que serán elevados en los próximos años, no alcanzan para hacer frente a todas las obligaciones que el gobierno tiene.

La vía de incrementar más los impuestos, o crear nuevos, no parece viable si se quiere mantener los actuales niveles de crecimiento económico.

Bajo este contexto, al gobierno no parece quedarle otro camino que acordar nuevamente con el Fondo Monetario Internacional, el cual le permita diferir el cronograma de vencimientos para los próximos años.

Incluso así, los recursos no le alcanzarían para hacer frente a la
totalidad de los gastos, con lo cual necesitará emitir nueva deuda para ello. Claramente, un escenario con reducción al menos gradual en el peso de los impuestos distorsivos es altamente improbable en los próximos años.

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