Garrigós de Rébori y Bruzzone; el caos y la impunidad reinan en la Argentina

Ejemplos de la anomia que viven los argentinos (en orden de aparición): adolescentes que tomaron el peor ejemplo de los piqueteros y protestan de modo violento, un senador vota dos veces en la misma elección (y varios lo defienden), el emblema de la corrupción de la era menemista, María Julia Alsogaray es liberada (¡tiene suerte y puede despedir a su hijo quien horas después iniciará un viaje por Europa!); y para coronar una semana trágica el empresario que pactaba con el gobierno, uno de los culpables de la tragedia de República Cromañón resulta excarcelado. La impunidad y la anomia reinan en un gobierno que está más preocupado por las próximas elecciones legislativas que por su pueblo.

Con permiso de los familiares de la voladura a la AMIA, quienes a más de diez años de ocurrido el atentado hablan de su caso como la "consagración de la impunidad", esta idea se extiende hoy a los familiares de las víctimas y sobrevivientes de Cromañón. Los culpables, materiales, intelectuales, dolosos y corruptos de ambos casos están en libertad.

El gobierno del presidente Néstor Kirchner mira al pasado y le encantaría poner presos a más represores y culpables de los excesos que se cometieron en la última dictadura militar. Su idea es loable, pero de tanto mirar al pasado se olvida uno del presente.

Cromañón y la AMIA nos podría haber pasado a todos, ya que los argentinos somos rehenes de la corrupción enquistada de los diversos gobiernos.

María Julia Alsogaray sólo respeta a su propia soberbia y se convierte en el "huevo" de esta "gallina". La corrupción tiene varias caras, algunas más graves, que terminan no con un beneficio personal sino con la muerte de personas.

En menos de una semana Alsogaray y Chabán, dos personas a las que le costará caminar por la calle sin ser insultados o escupidos, fueron liberados. Las muertes que ocasionó el egoísmo de Chabán son fáciles de calcular, en cambio las de Alsogaray, no. Cuántos platos de comida, cuantos cielos rasos y manos de pintura en escuela, cuántos libros se podrían pagar con los tapados de piel que acumuló.

Quizá el sadismo de Alsogaray y Chabán les permita dormir tranquilos todas las noches, sin embargo, ¿qué ocurre con los jueces que lo liberaron? Son tan culpables como ellos. Es por eso que esta nota lleva sus apellidos.

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