Los piqueteros estudiantiles propician una educación contra los más pobres

POR MARTÍN SIMONETTA (*)

En las últimas semanas, con el recuerdo aún fresco de la tragedia de Cromagnon, estudiantes de la ciudad de Buenos Aires iniciaron una serie de protestas públicas, signadas por cortes de calles y tomas de colegios, con el objeto inicial de exigir soluciones a la inseguridad edilicia de sus escuelas. Con el correr de los días, la lista de reclamos se amplió e incluyó algunos de los temas tradicionales de la izquierda vernácula.

Sin embargo, el reclamo permanente ha sido la necesidad de un mayor presupuesto educativo como medio para solucionar los problemas señalados. Un estudio desarrollado en el marco de la Fundación Atlas concluye que la escasez de recursos no es el problema ya que la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires gasta más dinero por alumno que una buena parte de los colegios privados. Paradójimente las quejas por problemas de riesgo edilicio se centraron en las escuelas municipales, no así en las privadas.

Según el mencionado estudio, el costo anual por alumno en las escuelas del municipio de Buenos Aires es, en el caso de educación inicial, $1.807 (equivalente a 11 cuotas de $164); en educación primaria de $ 2.261 (11 cuotas de $205) y en secundaria $2.767 (11 cuotas de $251).

Sólo a modo de ejemplo, mencionaremos el caso de dos colegios privados -considerados aleatoriamente- en los que la educación cuesta menos de lo que paga el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Tal es el caso del Colegio Don Bosco, del barrio de Congreso, en el que la cuota mensual de la educación primaria es $ 162,80 y para la secundaria $173,20. En el caso del Instituto Cristo Obrero de Villa Soldati, la educación inicial y la primaria cuestan mensualmente $35 y la secundaria $45.

De esta forma, mientras las escuelas municipales carecen por completo de incentivos competitivos para atraer alumnos, ya que los ingresos de directivos y maestros dependen del presupuesto asignado independientemente de sus performance, las escuelas privadas (con y sin financiamiento público) deben esforzarse para reclutar alumnos, forjar su prestigio y credibilidad y asegurar en el largo plazo el valor de su marca para ser exitoso en la conquista de un nuevo educando y el mantenimiento de los existentes.

La ayuda pública rendiría mejores frutos si se otorgara a los padres de los estudiantes la libertad de elegir su educación y se les proveyera un un "cheque educativo" que les permitiera escoger a qué colegio enviar a sus hijos, entre todos los privados y municipales disponibles. Esta propuesta de cheques, vales o vouchers educativos no es nada original y hace tiempo que se aplica en diferentes áreas de los Estados Unidos tales como Florida, Cleveland o Milwaukee, siendo el Premio Nobel de Economía Milton Friedman uno de sus principales promotores.

Finalmente, es preciso señalar que el rubro educación representa el mayor porcentaje del abundante presupuesto de la ciudad de Buenos Aires (25%), seguido de cerca sólo por el gasto en salud (23%), y dentro de este rubro los recursos asignados a la educación inicial, primaria y media significan un 50% del presupuesto educativo. Esto reafirma que el problema no son los recursos, sino los incentivos que guían su asignación.

Lamentablemente hoy los chicos más pobres –que no pueden elegir su escuela- están cautivos de la peor educación, agigantando de esta forma la brecha inicial ya existente.

La propuesta simple y sensata de los "cheques educativos" devuelve a los padres el derecho a elegir sobre la educación de sus hijos y terminar con la paradoja de un municipio rico y una educación de pobre calidad, tanto intelectual como de infraestructura física.
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(*) Director Ejecutivo de la Fundación Atlas.

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