El voto en blanco, el fantasma de los oficialismos en octubre

De acuerdo a un informe del Centro de Estudios Nueva Mayoría, hay una tendencia creciente al voto negativo desde el año 1997. La democracia está provocando desinterés, cuando no confusión y enojo, pero los políticos no se encuentran dispuestos a modificar las leyes al respecto. Ojo con este tema en octubre.

Rosendo Fraga, el director del Centro de Estudios Nueva Mayoría, anticipa desde hace tiempo los problemas de la democracia, expresados a través del No Voto.

¿Qué pasa si Cristina de Kirchner obtiene una cantidad de votos inferior a la cantidad de votos negativos? ¿Qué ocurre si Cristina pierde ante el No Voto por más que le gane a sus rivales? Es un tema complicado.

En octubre el tema puede volver a plantearse aún cuando, en definitiva, los políticos insisten en ignorarlo. Por ejemplo, Eduardo Duhalde fue el senador nacional por la Provincia de Buenos Aires con mayor No Voto desde 1983, pero eso no le impidió converirse en Presidente transitorio tras la crisis de 2001.

Lo concreto es que el No Voto deslegitima a los políticos elegidos, supuestamente, a través del voto popular.

Un informe del Centro de Estudios Nueva Mayoria, realizado por Jean-Paul Alberio revela que existe una tendencia creciente de la sociedad argentina, a seleccionar el voto negativo como forma de expresión.

La sociedad termina votando por el No Voto, algo que debería a revisar toda la bibliografía sobre Democracia participativa y República.

La investigación, para alcanzar esa conclusión, analizó desde los comicios del año 1997 (cuando surge la Alianza, con la efímera Graciela Fernández Meijide a la cabeza), hasta las elecciones legislativas del año 2003.

De acuerdo al informe, en 2003, el voto en blanco del electorado fue 3% superior al de las recordadas elecciones de 2001, que avecinaban la caída del gobierno de Fernando De la Rúa.

En 2001, Antonio De la Rúa fue acusado de montar una operación publicitaria con el No Voto que era una forma de -según se quejaron los políticos- trasladarle a ellos el costo del desprestigio del Presidente.

Pero la investigación de Nueva Mayoría desnuda una realidad preocupante para la democracia del país, al advertir que, desde la vuelta de la democracia, siempre hubo un importante aumento del voto negativo de la sociedad, con o sin De la Rúa.

Mientras que en 1983 el voto en blanco representaba el 5,6%, 20 años después, la negatividad del voto casi se duplicó al 10,5%.

Esta tendencia expresa la creciente disconformidad de la sociedad, ante una clase dirigente cerrada en si misma, que le cuesta tener en cuenta los problemas que urgen a la población.

Sin embargo, la respuesta del voto en blanco como castigo a los funcionarios políticos, no pareciera ser la respuesta más óptima para superar una crisis que envuelve a una generalidad.

Es posible vislumbrar, como la postura apolítica creciente de la población, tiene una relación directa con el crecimiento de este flagelo que es el voto el blanco.

Conclusiones:

> De 1997 a 2003, el voto en blanco creció 138,6%, pasando del 4,4% de los votos válidos en 1997, a 6,5% en 1999, a 7,5% en 2001 y, por último, a 10,5% en 2003.

> Esto se enmarca en una tendencia a mediano plazo consistente en aumento progresivo del voto en blanco en elecciones legislativas, el cual creció un 87,5% desde la vuelta de la democracia, en 1983.

> En promedio, los distritos con mayor porcentaje de votos en blanco son Santiago del Estero, La Rioja, Corrientes, Jujuy, Santa Fe y Tucumán, mientras que los de menor voto en blanco son Santa Cruz, Capital Federal, Chubut, Misiones, Mendoza y Córdoba.

> Sin embargo, en la última elección, algunos distritos, como Santa Cruz, Buenos Aires y Mendoza, aumentaron en forma importante su porcentaje de votos en blanco; mientras que otros, como Santiago del Estero y Tucumán lo redujeron de manera igualmente significativa.

Dejá tu comentario