Hoy los pueblos son ta katécha (A propósito del pueblo francés y del boliviano)

POR ALBERTO BUELA (*)

Cuando uno escucha por todos los medios de comunicación y lee, además, el análisis de todos los periodistas, coincidentes en interpretar el rechazo del pueblo francés a la Constitución Europea (29-5-05) como una defensa de sus privilegios obtenidos a costa del Estado de bienestar, la conclusión que sacamos es que el pueblo francés es un pueblo burgués que lo que le interesa es vivir bien y sobre todo si puede hacerlo a costillas de los demás, mejor todavía.

Esta es la interpretación que el pensamiento políticamente correcto ha hecho e intentado imponer monolíticamente en todos nosotros, tanto lectores, oidores como televidentes.

Sin embargo si analizamos más de cerca el fenómeno vamos a ver que lo que votó el pueblo francés fue más bien la defensa de Europa y no su marginación. La defensa de la Europa profunda, incluso inconscientemente.

Votó en primer lugar por la determinación de Europa como tal, como continente y ecúmene cultural. Esa Constitución europea no determinaba los límites de Europa (podía llegar hasta Estambul) ni su sustancia o índole (los malvinenses podían ser sus ciudadanos). En una palabra, la Constitución carecía de inherencia. ¿A quién le era inherente?: ¿a los ciudadanos turcos, o malvinenses?. ¿O a los franceses, italianos o españoles?(1).

Y además de carecer de límites y sustancia, no proponía valores a preferir salvo la formalidad democrática y el dios del libre mercado que obligaba al pueblo francés a dejar de lado sus conquista sociales. Conquistas fundadas en siglos de luchas por la reivindicación del hombre, el mundo y sus problemas.

Permítaseme una lectura totalmente distinta, diferente y atemporal. Habida cuenta que sobre más de lo mismo ya se han escrito toneladas de papel.

En nuestro criterio, en esta elección aparece de nuevo la idea de katechon como el obstáculo mencionado en las cartas de los apóstoles. Como el impedimento a la llegada y entronización del mal, o mejor, los males.

La segunda carta paulina a los tesalonicenses da a entender que el katéchon es el obstáculo que debe ser retirado del medio para la llegada del Anticristo.

El breve y enigmático texto de San Pablo habla en dos breves versículos, 6 y 7, seguidos y continuos sobre: lo que detiene (to katéchon) y el que detiene (ho katéchon). Estas expresiones han desvelado a las mejores cabezas de Occidente, así San Agustín pudo afirmar: "no entiendo lo que quiso decir"(Ciudad de Dios 20,19).

La tradición occidental afirma, mutatis mutandi, que lo que detiene la llegada del Anticristo, entendido metapolíticamente como los males, no es ya el Imperio romano de la época de San Agustín, que ya no existe, sino la vigencia, aunque leve y desteñida del orden romano, que la paradójica Constitución europea niega en todo y en sus partes. Aquello poco que queda de la romanitas resulta ser aún el mejor y más fuerte obstáculo al reinado de los males sobre el hombre y su vida en sociedad.

La romanitas quiso significar la manera de pensar y actuar de los romanos que en un proceso romanizador del imperio se extendió a todos sus confines.
El concepto de romanitas, indica un principio de identidad y un valor determinante de universalidad, significa sentirse formando parte de una cultura, la europea, con valor universal.

Es por ello que el filósofo Martín Heidegger (1889-1976), en su Carta sobre el humanismo va a resaltar la equiparación entre romanitas et humanitas afirmando: "En Roma encontramos nosotros el primer humanismo. De ahí que éste sea un fenómeno específicamente romano, surgido del encuentro de la romanitas con la cultura helénica(2)".

A su vez la romanitas al incorporar la paidéia griega (todo aquello que hace a la formación del hombre) constituye lo específico del humanismo. Esta categoría de humanitas se hizo equivalente, en gran medida, a la categoría de christianitas cuando el cielo y la tierra del orbe pagano se transforman en mundo con el cristianismo.

Así la secuencia paideia , romanitas, humanitas, christianitas termina de configurar, definitivamente, la idea de Europa.

Esto es lo que no expresó taxativa y claramente la Constitución Europea, básicamente por la influencia determinante de un masón agnóstico convicto y confeso como Valery Giscard d´Estaing, presidente de la comisión redactora.

Pero nos resta aún el segundo aspecto del katéchon. El que detiene, el que impide, el ho katéchon.

Y ¿Quién ha sido el que impidió, en este caso?. El pueblo francés.
El fue quien hizo las veces de katéchon, que psicológicamente puede explicarse como un mecanismo de autodefensa para preservar su ser.

Lo mismo sucede hoy a 17.000 km. de distancia con el pueblo boliviano, que como katéchon americano impide y obstaculiza la entrega de sus riquezas y su extrañamiento como nación.

Visto esto, ¿qué lectura metapolítica podemos hacer del katéchon en la actualidad?. Que son los pueblos hoy los que detienen, los que hacen las veces de ho katéchon, o mejor aún de katéjones, de ta katécha.

Los pueblos y su protagonismo han reemplazado como, el que detiene, a los grandes príncipes como Federico II u Otón el Grande. Los pueblos organizados y en espontánea acclamatio se han transformado en el ocaso de la democracia procedimental con su falsa representatividad en los que detienen.

Estamos asistiendo al fin de una época, al entierro de la modernidad con todas las secuelas que implican las pérdidas y los duelos, pero al mismo tiempo estamos observando el nacimiento de nuevas formas de organización y participación. Como sostiene Luis Bandieri en un artículo imperdible: "A la democracia se le ha perdido el pueblo y no acierta a recobrarlo".

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1.- Hoy(2-6-05) La Nación diario recoge las declaraciones del primer ministro de Holanda Jan Peter Balkenende que refuerzan nuestra tesis: "Los dirigentes de la Unión europea no deben pensar en ir siempre adelante y siempre más lejos, sino en cómo acercar Europa a los ciudadanos" . Y el canciller español Miguel Angel Moratinos completó: "Es indudable que el resultado de estos referéndum afectará el plan de ampliación".

2.- Heidegger, Martín: Carta sobre el humanismo, Madrid, Ed. Taurus, 1966, p.15.-

3.- Bandieri, Luis: ¿Dónde está el pueblo?, correos de internet, mayo 2005.-

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(*) CEES (Centro de estudios estratégicos suramericanos)

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