Populismo latinoamericano vs. Populismo francés: Un debate necesario

POR ANDRÉS BENAVENTE y BAPTISTE DEMAY (*) Recién aterrizado en las librerías sudamericanas 'La Democracia defraudada - Populismo revolucionario en América Latina', provoca muchos comentarios. El siguiente texto fue un trabajo inicial que realizó, uno de sus autores, Benavente, con Baptiste Demay, cuando fue estudiante de intercambio en la Universidad Diego Portales, de Chile (Demay acaba de concluir un período de pasantía en U24 y ya se encuentra otra vez en París). El trabajo intenta encontrar coincidencias entre Jean Marie Le-Pen y Hugo Chávez Frías:

El populismo francés, a diferencia del populismo latinoamericano, está vinculado a posiciones de extrema derecha.

Hacia 1972 comienza a tener figuración como partido político el llamado "Front National", el que se había constituido sobre el modelo MSI de Giorgio Almirante, un partido neo fascista y mussoliniano.

El partido francés tiene como presidente Jean Marie Le- Pen. Participará activamente en la vía electoral y en 1986, ya cuenta con treinta diputados en toda Francia.

El partido de Jean Marie Le- Pen, por sus exitos electorales, el carisma de su jefe, su capacidad a captar los votantes protestantes, y a dar un expressión a las ideas racistas, se instala en la vida politica cotidiana francesa.

En 1995, Le- Pen recoge casi el 15% de los votantes a la eleccion presidencial.

Desde un punto de vista ideológico, el Frente Nacional sostiene la discriminación sistemática de los inmigrados, el cierre de las fronteras, etc.

Estas ideas, más un reclamo por una mayor preocupación de las autoridades por la problemática de la seguridad ciudadana, constituyen una temática que encuentra amplia sintonía en la población, de tal forma que su discurso se corresponde a un lenguaje propio de un populismo fuertemente crítico de las instituciones existentes.

En materia de seguridad ciudadana, por ejemplo, el Frente postula el restablecimiento de la pena de muerte, ninguna tolerancia judicial hacia los delincuentes, la pérdida de los subsidios financieros para los padres de los delincuentes juveniles, la expulsión de los extranjeros condenados y quitar la nacionalidad francesa a los hijos de los delincuentes extranjeros.

En una primera lectura este podría aparecer como un discurso conservador. Sin embargo, es una articulación programática que se condice bien con lo que parte importante de la población quiere escuchar dado los climas de inseguridad en los que vive.

En materia laboral, su populismo nacionalista es evidente. Postula dar prioridad a la demanda de trabajo de los franceses, y en el ámbito económico plantea una tesis abiertamente contraria a los principios esenciales de la economía de mercado al sostener la protección del mercado nacional a través de incrementos de los derechos de aduana y del establecimiento de múltiples barreras para arancelarias.

En esta postura su rasgo extremo lleva al Frente Nacional a proponer la denuncia de los Tratados Internacionales que los vinculan a la Unión Europea y la derogación del Euro como moneda vigente en el país para retornar al Franco.

En el escenario ideal de Le Pen, Francia no sería un buen lugar para las inversiones extranjeras las que no se desean en este cuadro.

Como varios populismos clásicos, él cree y apuesta a una democracia directa por la vía del referéndum. Es lo que Hugo Chávez, desde otra ubicación ideológica llama "democracia representativa".

Al populismo de derecha francés también le incomodan las instituciones representativas.

Otro rasgo común dice relación con el tipo de liderazgo que se encuentra establecido al interior del movimiento.

Se trata de un caudillismo carismático – ejercido por Jean Marie Le Pen, y dada su avanzada edad, se está proponiendo a su hija Marine Le Pen, vicepresidente de la organización y diputada al Parlamento Europeo, como su sucesora. No hay pues recurso al método democrático para la generación de las autoridades internas del partido.

En 2002, Jean Marie Le Pen alcanza su mayor éxito político al pasar a la segunda vuelta a la elección presidencial francesa. En la primera fase de la elección, el electorado no sólo se pronunció entre liberal Jacques Chirac y el socialista Lionel Jospin, sino que dispersaron su voto entre trece candidaturas menores.

En tal contexto, los resultados de la primera vuelta fueron sorpresivos: Jacques Chirac: 19.88 %, Jean Marie Le Pen: 16.88 %, Lionel Jospin: 16.18%.

Por primera vez en más de 30 años, la izquierda dejaba de ser una opción electoralmente válida en la segunda vuelta.

Debe añadirse que al casi 17% de Le Pen puede sumársele el 3% que obtuvo el candidato de extrema derecha Bruno Mégret para concluir que el populismo de derecha alcanza un 20%, porcentaje no menor en un país con firme tradición republicana.

El refuerzo de este populismo tiene explicaciones sociales. Desde hace algunos años, se evidenciaba en Francia, un sentimiento de perdida de las grandes pertenencias( militancias políticas, adscripciones religiosas, adhesiones a gremios profesionales, etc...), también de una imperceptible pero evidente perdida de legitimidad de las instituciones, del Estado y de los partidos políticos.

La pérdida de confianza el Estado no solo era de tipo político y social, sino también cultural. Algo de esto es lo se vivió en América del Sur en los casos de Perú y Venezuela, donde la pérdida de credibilidad en las instituciones y la falta de representatividad de los partidos políticos antecedieron al advenimiento de los populismo de Alberto Fujimori (de derecha) en Perú y de Hugo Chávez (de izquierda) en Venezuela.

A Le Pen le favoreció el llamado voto de protesta o de castigo, que también es conocido en nuestro medio. Es aquel sufragio que no valora necesariamente l a propuesta del actor político populista, sino que le apoya en cuanto vehículo para reclamar en contra de una situación existente que no tolera.

En los países de alta abstención electoral, el riesgo de que esa conducta se transforme en un apoyo a una opción populista es alto.

Concretamente, en Francia, en la votación del Frente Nacional de 2002 no sólo estaba el voto ideológico de personas nacionalistas y de extrema derecha, sino un voto popular donde convergían el rechazo a los partidos tradicionales, de derecha y de izquierda, un rechazo a las políticas de seguridad ciudadana consideradas insuficientes, y un rechazo al inmigrante en cuanto competidor por la cada vez más escasa oferta laboral. Hay que advertir en este tipo de voto una aspiración del electorado que pasa por denunciar al sistema como ineficiente y poco seguro.

Hay un elemento común que es la antiglobalización.

En el Frente Nacional hay un rechazo a pertenecer al mercado internacional, por cuanto se quiere volver a un sentimiento nacional fuerte, con un gobierno más interesado por sus propios ciudadanos. Le Pen, llama a desarrollar y potenciar este sentimiento nacional.

El populismo latinoamericano, por su parte, también es antiglobalización y considera que el mercado es causa de desigualdad. Su mirada se vuelca también a comportamientos nacionalistas y proteccionista, al re-fortalecimiento del Estado.

En el recurso a los medios, Jean Marie Le Pen se presenta como una persona cercana al pueblo. El caudillo populista latinoamericano usa también los medios para presentarse en un diálogo directo con la población recogiendo los intereses de ésta.

La sorpresiva votación de Le Pen, en 2002, tornó a un partido que era secundario a una opción peligrosa, de crecimiento inquietante.

En América Latina, las opciones populistas siguen ese mismo sendero electoral: el Movimiento Quinta República de Chávez era minoritario antes de llegar al poder; el Movimiento al Socialismo, de Evo Morales en Bolivia, ha mostrado un crecimiento espectacular en los últimos cuatro años exclusivamente como expresión de una protesta política y social.

En definitiva, la proposición programática, el discurso y el estilo del Frente Nacional francés es, a su modo, una suerte de populismo revolucionario por cuanto, en la eventualidad de que accediese al poder su gobierno implicaría una revisión de la totalidad del funcionamiento jurídico-institucional, económico y social de Francia.

--------------

(*) Politólogo, profesor universitario chileno.

(*) Licenciado en Negocios Internacionales francés, quien acaba de concluir una pasantía en U24.

Estudio presentado por Baptiste Demay en su paso como estudiante de intercambio en la Universidad Diego Portales, de Chile, durante 2004 y que fue complementado por el profesor Andrés Benavente haciendo las proyecciones hacia el populismo revolucionario, mientras elaboradaba – en conjunto con Julio Cirino– el libro "La Democracia Defraudada. Populismos Revolucionarios en América Latina".

Dejá tu comentario