La Argentina celebró el fin del canje en un lujoso evento al que los holdouts no fueron invitados

Días atrás se llevó a cabo un lujoso evento en el Hotel Hilton donde se celebró el fin del canje de la deuda con un discurso triunfalista plagado de records y méritos para el gobierno de Néstor Kirchner. Pero los organizadores del evento omitieron dos detalles. En primer lugar, no hubo entre los oradores ningún representante externo al equipo del gobierno, ni de los bonistas, ni del Fondo Monetario Internacional (FMI). En segundo lugar, los funcionarios y oficiales del gobierno festejaron el canje al que consideraron un éxito rotundo sin considerar siquiera a los holdouts y las posibles consecuencias que puede acarrear un porcentaje tan alto de bonistas que no adhirieron al canje.

A continuación se traduce una nota publicada por Michael Casey, periodista de Dow Jones y de Wall Street Journal:

Algunos lo llaman de modo cínico "el andarivel de la victoria" y sugieren que los vítores se pueden están comenzando a convertirse en burlas y mofas.

El gobierno argentino llevó a cabo el pasado miércoles una conferencia a la que acudieron estrellas del estudio de la deuda, con el objetivo oficial de revisar la experiencia y las lecciones que el país ha aprendido desde que recientemente completó la reestructuración de la deuda de US$ 103.000 millones. Los miembros de la audiencia podrían ser perdonados por haber detectado algo malicioso en las presentaciones.

No hubo oradores de grupos externos al equipo del gobierno, del grupo que llevó a cabo una pelea durante el tiempo record de tres años y medio para obtener el resultado más exitoso posible. No hubo representantes de los bonistas, no hubo oficiales del Fondo Monetario Internacional (FMI), nadie que pudiera ser percibido como uno de los perdedores cuando el 76% de los acreedores aceptaron con renuencia la mayor pérdida de una inversión de la historia. No había nadie a quien le importara que aún hay mucho trabajo inconcluso.

Sin sorpresas, para cerrar el seminario, el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, y el jefe de los negociadores, no ocultó su contienda con algunos lobbystas de acreedores. Sin nombrarlo de modo directo, Nielsen se refirió al banquero italiano y representante de bonistas, Nicola Stock, quien fue el co-director del combativo Comité Global de Acreedores, como un hombre que llevó "los conflictos de intereses" a nuevos niveles.

El grupo de los bonistas italianos de Stock, Task Force Argentina, "nunca tuvo la buena fe para examinar la capacidad real de pago de la República, sólo intentó forzar la reestructuración sin pérdidas nominales para liberar a los bancos italianos de sanciones", clamó Nielsen.

El secretario de Finanzas tampoco escatimó en golpes para con el FMI. Describió al FMI como un lugar lleno de hendiduras con muchas divisiones internas y caracterizado por su indecisión. Según Nielsen, la articulación ambigua de las reglas del FMI requería "buena fe" con los acreedores que de modo innecesario complicaron la reestructuración.

"Lo que realmente preocupa del FMI de este proceso es la falta de claridad y de previsibilidad, requerimientos esenciales para cualquier mercado financiero y más aún para el mercado internacional", sostuvo Nielsen.

Nielsen fue sólo uno de los oficiales del desfile del Ministerio de Economía que se llevó el podio: el ministro de Economía, Roberto Lavagna; el secretario de Coordinación Técnica, Leonardo Madcur; el secretario de Programación, Sebastian Katz; y el subsecretario de Financiamiento, Sebastián Palla.

En el evento estaban presentes representantes de instituciones de Wall Street, que organizaron y coordinaron el canje, personas que habían sido criticadas por bonistas por estar involucradas en semejante acuerdo controvertido y que hasta este evento habían mantenido un perfil bajo. Entre ellos había banqueros de tres bancos consultores, un representante del Bank of New York, quien actuó como agente global de cambio, y abogados de la firma de New York Cleary Gottlieb.

En la mayoría del día abundaron las descripciones sobre la tarea monumental de coordinar la mayor y más compleja transacción del mercado jamás hecha. No fue sorpresivo el sentimiento de "somos los campeones" que se vivía allí.

A los miembros de la audiencia se les recordaba de modo constante los records que se habían marcado. Nunca antes había habido una deuda tan grande para reestructurar, nunca había habido tantos acreedores individuales y tantos títulos distintos. El canje de la deuda involucraba el canje de 152 bonos distintos en siete monedas diferentes de ocho jurisdicciones, 700.000 bonistas separados para 9 bonos nuevos en 4 monedas y en 4 jurisdicciones.

Además, para tener una idea de cuán difícil había sido llegar a un acuerdo, a comienzos de junio, Cleary Gottlieb debió pelear contra más de 200 demandas, la mayoría en USA, Alemania e Italia.
Mezclando "chaucha y palitos", con un poco de buena suerte, el gobierno obtuvo tres cuatros del consentimiento de los bonistas quienes accedieron a una reducción del 70% en febrero.

Esto fue declarado por David Parsons, Global Head of Liability Management en Merrill Lynch, quien indicó que "esta había sido una de las reestructuraciones más exitosas, sino la más exitosa alguna vez llevada a cabo". Parsons subrayó la tarea fenomenal que le entregó a su equipo y a los bancos internacionales, Barclays and UBS, para coordinar el flujo de información entre reguladores, bonistas, bancos, agencias de cambio y casas de clearing

Luego vino Elizabeth Da Silva, Director of Global Trust Services en el Bank of New York, quien coincidió con Parsons. "Esta ha sido el canje más exitoso de la historia, al menos desde mi perspectiva".

Pero todavía hay un problema con este mensaje triunfante. Un montón de personas no piensan que la reestructuración haya terminado. Un cuarto de un millón de bonistas, alrededor de US$ 20 millones, aún no participa ni ha acordado con el gobierno argentino.

A pesar del interés inicial del gobierno de evitar los holdouts, el FMI insiste en que la Argentina debe adoptar una "estrategia realista". El tono beligerante de Nielsen se puede interpretar como en no interés en acordar sobre los temas pendientes.

Los representantes de los holdouts estaban desilusionados con el resultado del canje, más de lo que esperaba el gobierno, quien redujo su lobby, en busca de la intervención internacional y debilitó la capacidad para llevar adelante juicios en cortes internacionales. De todos modos, los abogados de los holdouts se rehusan a irse despacito lejos.

Horacio Vázquez, bonista argentino, quien encabeza el grupo local llamado Asociación de Damnificados por la Pesificación y el Default (Adapd), es uno de los activistas desafiantes quien cree que el evento del miércoles, para celebrar el fin del default, fue muy prematuro. Aún a pesar de haber completado la mayor deuda de la historia, Vázquez indicó que el reto de la deuda, ahora valuada en US$ 270 millones, una vez que se incluyan los intereses impagos desde diciembre 2001, significará que el gobierno aún tiene que conducir la tercer deuda más grande la historia. Con los intereses vencidos, incluso la Argentina podía alcanzar la deuda rusa de 1998 con US$ 400 millones.

Este evento "muestra la falta de respeto para la gente que está luchando pos sus derechos y que no tiene el dinero que tiene este gobierno para comprar a los voceros y representantes que el gobierno pagó. Este no es el tiempo para celebrar una victoria, sino para comenzar las conversaciones con aquellos que fueron dejado fuera del canje", opinó Vázquez.

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