CLAVES DEL FRENTE PARA LA VICTORIA

Kirchner, Clarín y los herededores Noble: Un libro

Néstor Kirchner vs. Héctor Magnetto: 'Pecado original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder', es el nuevo texto de la periodista Graciela Mochkofsky, que editará Planeta. La revista digital El Puerco Espin difundió un fragmento del capítulo 7:

 
"(...) 1. De cómo una joven se adueñó del destino de otra
 
(…)
 
Capítulo SIETE
 
La sociedad entre Ernestina y los desarrollistas parecía estable. Pero pronto comenzó la inquietud. En 1976, Ernestina tenía ya 50 años y, como lo veía Frigerio, no ofrecía suficientes garantías de estabilidad. Para éste, lo más importante era mantener el control de Clarín. Por ahora, la viuda se lo otorgaba, pero tenía cambios de humor que le preocupaban, requería todo el tiempo su atención y, últimamente, parecía embriagada por un frenesí vital preocupante. Según comentaban en la intimidad Frigerio y otros hombres de su confianza, bebía, se deprimía, se mostraba eufórica, pasaba largos días en cruceros con nuevos amigos. Ernestina reescribía su testamento todos los años. Frigerio y Sofovich, el abogado del diario puesto por aquél, se preguntaban: ¿qué pasará si muere?, ¿qué será del diario?


El verdadero problema, concluían, era que Ernestina no había tenido hijos. De otro modo, la continuación estaría garantizada y, mientras los niños fueran menores de edad, los desarrollistas serían sus tutores y regentes, como alguna vez Noble imaginó que Ernestina sería para Lupita.


Por otra parte, los niños, según razonaba Frigerio, entretendrían a Ernestina, la mantendrían ocupada y le harían sentar cabeza.


Ernestina se entusiasmó con la idea. Sofovich se ocupó de los detalles. Consiguió dos niños, una nena y un varón, a los que Ernestina llamó Marcela y Felipe. (1)


En el expediente de adopción de Marcela, la asistente social apuntó:


La Sra. Herrera de Noble no ha tenido hijos pero manifiesta que siempre ha sentido inclinación hacia los niños y vocación maternal, que su deseo ha sido y es concretar la adopción de una o más criaturas, aclara que si no lo hizo antes fue por sus ocupaciones, porque entiende que las criaturas necesitan la directa atención de «su madre» y buena parte de su tiempo, que en el momento presente está dispuesta a dedicar restándola aun de sus propias ocupaciones.


Para que la adopción tuviera la función pensada por los desarrollistas —crear una dinastía custodiada por ellos—, los niños debían llevar el apellido Noble. Pero ¿cómo? Noble llevaba más de siete años muerto; no había manera de que pudieran pasar por sus hijos, adoptivos o no. Sofovich propuso emplear la franqueza brutal. En el expediente, Ernestina pidió:


[…] que (a) su hijita Marcela Noble Herrera se la inscriba de esta manera, es decir, con ese nombre, en el Registro Civil, porque teniendo en cuenta la importancia que tiene (2) para el fundador del diario Clarín, Dn. Roberto Noble, la continuidad de la empresa periodística al servicio del país, en caso del deceso de su madre, la niña, o sea la menor causante, ocupará para estos mismos fines la dirección de dicho matutino. Que asimismo acompaña antecedentes de la trayectoria de la dicente, a partir del año 1969, fecha del fallecimiento del Dr. Noble, y que desde entonces, hasta ahora y para siempre, continuar usando el apellido Noble, para lograr esos mismos objetivos. […]


Al pedir la tenencia definitiva, Ernestina volvió a argumentar:


Con referencia del nombre de los menores cuya adopción plena solicito es mi deseo se mantenga el nombre impuesto a los mismos como así también el apellido de mi cónyuge premuerto (NOBLE) unido al apellido de la suscripta (HERRERA), conforme lo autoriza el artículo 3 de la ley 19.134, y la reiterada jurisprudencia existente al respecto. Fundamento esta petición en que en un futuro los niños serán los únicos herederos y responsables de la empresa Arte Gráfico Editorial Argentino S.A., editora del matutino Clarín, que está vinculado directa y tradicionalmente a nuestro apellido y del cual deseo que mis hijos sean los continuadores.


Todo le fue concedido. Parecía que Clarín tendría, después de todo, herederos. Y los desarrollistas confiaban en ser sus regentes.

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(1)  Sobre los detalles del proceso de adopción y el debate sobre el origen de ambos, véase la Parte 3 de este libro. (...)".

(2) Conjugado en el tiempo presente en el original.

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por GRACIELA MOCHKOFSKY

 

 
A fines de 2003, publiqué Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder, un relato sobre la vida del legendario editor periodístico que resultó ser, también, una historia sobre la Argentina de la segunda mitad del siglo XX. Esperaba que aportara material para un debate sobre la prensa y el poder que, me parecía, hacía falta y estaba en ciernes.
 
Aunque el libro fue leído y comentado, el debate no ocurrió. Siete años más tarde, a raíz de la denuncia pública del gobierno contra Papel Prensa en el marco de su guerra con Clarín, lectores y colegas volvieron a leer Timerman en busca de claridad, en algunos casos, o de argumentos para usar en favor o en contra de alguno de los dos bandos en que el país –y el periodismo– se había dividido.

El debate estaba, al fin, instalado, pero a pocos parecía interesar la búsqueda de la verdad. Ambos bandos encontraron en el  libro elementos para sostener sus posiciones, muchas veces forzando datos e interpretaciones.

En lugar de agregar una opinión más al torrente que se vertía entonces en publicaciones, canales, radios y redes sociales, elegí emprender una nueva investigación sobre  la relación entre prensa y poder, esta vez con el foco en Clarín, el mayor grupo multimediático del país.

Si Timerman hablaba sobre esa relación en las décadas de golpes militares, éste hablaría sobre los años de democracia, hasta llegar a la crisis de hoy. Así nació Pecado Original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder.

El libro es, espero, muchas cosas. Pretende responder, entre otras preguntas:

¿Cómo hizo Ernestina Herrera, una anónima joven de Flores, para convertirse en la única dueña de Clarín?

¿Por qué, a los 50 años, adoptó a dos niños y les puso el apellido de su marido muerto?

¿Cómo lograron Clarín y otros diarios quedarse con la empresa Papel Prensa, de los Graiver?

¿Cuál fue la verdadera relación de Clarín con la dictadura militar y los gobiernos democráticos?

¿Por qué Alfonsín, Menem y Kirchner lo consideraron su enemigo?

¿Cuál era la verdadera relación entre Néstor Kirchner y Magnetto?

¿Por qué se pelearon para siempre?

¿Hubo un intento de tregua, y a qué precio?

¿Es Clarín un diario independiente?

¿Por qué las Abuelas de Plaza de Mayo no quisieron investigar durante años la verdadera identidad de los hijos adoptivos de Ernestina?

¿Por qué Ernestina admitió que podían ser hijos de desaparecidos?

¿Por qué se negaron durante diez años a entregar su sangre?

¿y por qué, finalmente, aceptaron entregarla?
 

Pero, sobre todo, el libro es una reivindicación del periodismo como relato de hechos, crítico pero neutral. Ha sido escrito con la convicción de que hay una gran cantidad de ciudadanos ávidos de información confiable –no versiones, manifiestos u opiniones– sobre la que hacer sus propios juicios. Y, también, la de que somos muchos los periodistas que no hemos perdido la fe en esta profesión.

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