Bolivia: Proponen un referendo sobre la pena de muerte

Un referendo sobre el restablecimiento de la pena de muerte ante la criminalidad fue planteado hoy en Bolivia, mientras el gobierno considera incrementar la participación de los militares en la vigilancia de las ciudades. Los promotores del referendo dijeron que éste preguntara a los ciudadanos si están o no de acuerdo en que se restablezca la pena de muerte para los violadores de menores de edad, sanción descartada por el gobierno por impedirla convenios internacionales.

A raíz de un cruel asesinato de una menor en La Paz, Bolivia, volvió el debate sobre la aplicación de la pena de muerte.

La diputada Claudia Paredes propuso la revisión de la Constitución Política del Estado para sancionar con la muerte a los delincuentes violadores y se planteó la opción de llamar a un referendo mientras el gobierno considera incrementar la participación de los militares en la vigilancia de las ciudades.

Los promotores del referendo dijeron que éste preguntara a los ciudadanos si están o no de acuerdo en que se restablezca la pena de muerte para los violadores de menores de edad, sanción descartada por el gobierno por impedirla convenios internacionales.

De aprobar el referendo la pena capital, ésta deberá ser incluida obligatoriamente en la nueva Carta Magna que elaborará una asamblea constituyente a elegirse el próximo año, señalaron los parlamentarios.

# No a la pena de muerte

POR JUAN JOSE TORO MONTOYA (*)

Tomando en cuenta lo herida que está la sensibilidad de la opinión pública, especialmente paceña, debido a un nuevo y horrendo asesinato de una niña de corta edad, lo más seguro es que el titular de este artículo sea recibido con el mismo rechazo que debieron causar las declaraciones del viceministro de Justicia, Reynaldo Imaña, quien dijo que Bolivia no puede reponer la pena de muerte porque es signataria de pactos internacionales de obligatorio cumplimiento.

Pero antes de que, indignado por el titular, usted deje de leer el artículo, déjeme decirle que hasta hace poco yo era partidario de la pena de muerte. Es más, cuando estudiaba Derecho en la Universidad Autónoma Tomás Frías formé parte de un grupo de estudio que elaboró una monografía en la cual se exponían las razones por las que la Constitución Política del Estado debía ser modificada para reponerla.

Varios eran los argumentos que esgrimimos en el trabajo pero, al final, le pusimos broche de oro con esta poco ortodoxa metáfora: un delincuente es como una carie. Si se trata el diente a tiempo puede curarse pero, si ya ha alcanzado el nervio, lo mejor es extraerlo. Bajo nuestra estudiantil óptica, la extracción del delincuente de la sociedad era la pena de muerte.

Cuando vuelvo a revisar el trabajo universitario, no puedo menos que sonrojarme. La única explicación para haber rebajado una vida humana -así sea la de un vil delincuente- al nivel de una carie es que la sociedad boliviana también estaba conmovida con un crimen parecido al de la niña Estéfani en el tiempo que hicimos la monografía.

Es que la sociedad reacciona así cuando un crimen toca sus fibras más íntimas. El asesinato de un niño o niña con vejación sexual de por medio es una afrenta al conglomerado humano que reacciona pidiendo justicia y la única justicia que le parece razonable es la de la venganza (él nos ha herido… hay que matarlo).

Que la sociedad clame justicia ante crímenes que no parecen cometidos por seres humanos sino animales es entendible pero, por encima del dolor, hay que aceptar que, como todos sabemos, la muerte es definitiva, un paso que no admite retrocesos… un camino sin retorno.

Los humanos nos equivocamos y ese hecho puede conducirnos a juzgar equivocadamente a una persona. Si un delincuente es juzgado y sentenciado a pasar cierto tiempo en la cárcel, siempre existe la posibilidad de que su pena sea modificada por circunstancias sobrevinientes como, por ejemplo, que se descubra que otro fue quien cometió el delito. ¿Qué pasaría si, al concluir un juicio en todas sus instancias, ejecutamos a un delincuente pero después se descubre que era inocente? Eso fue lo que ocurrió recientemente en un pueblo de China: la supuesta víctima de un crimen apareció vivita y coleando luego de que su presunto asesino había sido ajusticiado. ¿Qué se hace en un caso así?... ¿se devuelve al inocente a la vida?

Por tanto, ya no soy partidario de la pena de muerte. Las violaciones y asesinatos de niños me estremecen y repugnan como a la gran mayoría de la gente (más aún si se toma en cuenta que soy padre de dos niñas) pero he aprendido que ya no se puede cobrar ojo por ojo, diente por diente, sangre por sangre ni vida por vida.

En lo que sí estoy de acuerdo es en endurecer las penas. Un país incapaz de enfrentar la delincuencia como Bolivia cometió un error al humanizar en extremo su legislación penal. Ahora, los delincuentes entran a la cárcel y salen al poco tiempo gracias a las ventajas de las que gozan y eso se ha convertido en un aliciente para el crimen.

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(*) Los Tiempos, Bolivia, 15 de julio de 2005.

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