"El terrorismo global debería ser la preocupación estratégica"

A continuación, la opinión de un usuario sobre el comentario enviado días atras por otro usuario sobre el terrorismo en Londres.

Estimado Dr Juan de Dios Romero:

La opinión suya, que sabiamente ha volcado en el artículo de su autoría que me remitiera ("Londres") es una de las opiniones más lúcidas y coherentes que he escuchado en los últimos tiempos, en los cuales tanta tontería incoherente se dice sin conocimiento de causa. Su reflexión refleja su preocupación estratégica, un valor inestimable que este país ha ignorado, a pesar de las inquietudes que Vd plasma en sus permanente publicaciones y colaboraciones jurídico técnicas en medios especializados en su disciplina, trayectoria de vida o formación.

Sin embargo casi lo único que se escucha o lee son necedades: Circula por Internet un comentario del escritor izquierdista Alan Woods, fechado el 8 de julio, que se titula "La vida sigue". El texto dice: "Los marxistas siempre nos hemos opuesto al terrorismo individual, no por razones sentimentales, sino porque es inútil y contraproducente. A pesar del temor que engendra, el terrorismo es realmente una expresión de debilidad y no de fuerza. Nunca puede infligir una derrota decisiva al imperialismo y en realidad le es útil. Tarde o temprano, los imperialistas tendrán que retirarse de Iraq. Pero cuando lo hagan, no será el resultado de las bombas en el metro de Londres, o del atentado contra el World Trade Center de Nueva York, sino debido a la insurgencia del pueblo iraquí y al movimiento contra la guerra en Gran Bretaña, EEUU y el resto del mundo".

El mediático y conocido "sheij" Abdul Karim Paz, representante oficial de la Organización Islámica Argentina, escribió hoy en el sitio web de la comunidad local: http://www.organizacionislam.org.ar/portada/masacre.htm un artículo titulado "La Masacre Imperialista". En él el dirigente religioso, proclama desde la impunidad de la pacífica y aislada ciudad de Buenos Aires: "El mundo toma conciencia de que el peligro imperial con su eje del mal, hoy, liderado por Bush, Blair y Sharon, no logra saciar su desenfrenada sed de sangre que lo lleva a cometer torpeza tras torpeza, con lo que finalmente está logrando que la mayoría del mundo pueda identificarlos como lo que realmente son: los verdaderos líderes del terrorismo mundial. Nunca, como hoy, los pueblos hemos tenido la oportunidad, gracias a la torpeza de nuestros enemigos, de que los medios reflejen la naturaleza de quienes manejan los hilos de la usura, la propaganda falaz y la represión armada. Los pueblos del "tercer mundo" tenemos que saber que junto a muchos en el "primer mundo" tenemos que trabajar para que los valores de la democracia, la paz, la libertad, la justicia tengan más entidad y realidad. Tenemos a Dios y a la mayoría con nosotros, infinitamente más que lo efímero que poseen los enemigos de los pueblos. Nos falta unión y organización. Occidente ha tratado de dividir a los pueblos para dominarlos, porque saben, lo han experimentado, que cuando el pueblo se une, cobra una fuerza imparable, por más armas y aparato propagandístico que posean sus enemigos. Nosotros, el pueblo, no teníamos fuerzas armadas, medios masivos, millones de dólares, pero bastó con que nos uniésemos como un chispazo de luz y barrimos con un gobierno inútil, opresivo y antipopular. Fue una muestra de nuestro poder. El Islam es una ideología y una religión profética que exalta el levantamiento contra la opresión y la injusticia. En los pueblos del mundo islámico existe una reserva moral y espiritual que es un escollo ante la avidez del imperio y sus designios explotadores. Hoy es un hecho la resistencia incansable y la lucha legítima que encarnan los musulmanes contra este atropello imperial. Por eso somos tan atacados por el aparato propagandístico del imperio y sus agentes. En nuestro país, nuestra comunidad es perseguida por directivas de la CIA y el Mossad. Toda la perorata sobre la triple frontera que, según ya está diciendo Bush será uno de los próximos objetivos de su gobierno, no es más que otra bajada de línea imperialista para quedarse con esa zona crucial."

El fundamentalismo islámico irá ganando terreno en esta guerra, en la medida que los gobiernos occidentales cedan ante la tremenda presión del terror indiscriminado y la artesanía del asesinato. La dialéctica sobre la violencia de estado versus anticolonialismo es absolutamente apócrifa.

Más, en la tragedia de nuestros días, el terrorismo deja de ser una mera táctica de guerrilla para constituirse en una causa autónoma que se basta a sí misma.

Resulta obvio que el terrorismo de los años ´70 ha mutado en forma trascendental. Cambiaron los objetivos y los patrones, más no la característica esencial de horror, indemnidad y enmascarada cobardía artera que define al crimen del fanatismo. El terrorista convive entre nosotros, nos frecuenta y hasta acepta nuestra hospitalidad para luego —con una aparente e inexplicable y fría ingratitud— exterminarnos pérfidamente y a traición. Los Soldados peleamos con la Convención de Ginebra en la mano. Más los sha´íd no tienen códigos de ninguna especie. Entre el Islam tradicional y el actual wahabbismo no se evidencian grandes diferencias. Es más, lamentablemente aprecio una especie de "perfeccionamiento" en el mandato de Mahoma, y —además— un peligrosísimo retorno a la primitiva razón de ser de la convocatoria del Profeta: la vocación expansiva de la fe.

Ibn Abdul Wahhab, fue el teólogo que —a mediados de 1700— retomó la tradición radical, procedente de Ibn Taymiya quien quinientos años atrás había formulado la corriente más extrema del Islam en la península arábiga.

La mal llamada escuela jurídica salafita —porque en realidad teológica— es la más rigurosa de las existentes en el Islam sunnita. Establece que la sha´aria (ley islámica) proviene exclusivamente del Corán y de la sunna o seis compendios de hadits (tradiciones complementarias del Corán que recogen los hechos y las palabras de Mahoma). Rechaza la jurisprudencia no coránica. Sus postulados son prácticamente los mismos que los del salafismo combatiente, sólo que este último se ha ido radicalizando con el tiempo, mientras que el wahabbismo tradicional es mucho más moderado. Sin perjuicio de ello, al wahabb es la doctrina de pensamiento de la cual que se alimentan la mayoria de los grupos terroristas islámicos. Ibn Taymiya era el teórico doctrinario más importante del Islam, como creador de esta corriente, que aportó ideológicamente y justificó la caída de Constantinopla y el Imperio Romano de Oriente, y la agresión posterior a la Europa balcánica. En los últimos tiempos, los estudiosos religiosos del Siglo XX más influyentes (como se recordará) fueron Said Qutb, Sukhri Mustafá y Abel Salam Faraj.

Si bien tengo que concederle que la mayoría de los musulmanes no son salafistas y la mayoría de los salafistas no son terroristas, la jihad terrorista global se basa en una lectura salafista del Islam.

Ibn Taymiya nos enseña que el término salafismo (salafiyyah) —que alude a los compañeros de Mahoma— se utiliza para definir un movimiento que pretende devolver al Islam la pureza de sus orígenes, basándose en una lectura literal del Corán y de la tradición (sunna), y rechazando no sólo todas las innovaciones derivadas de la influencia occidental, sino también toda la cultura que los musulmanes han venido elaborando con posterioridad al momento fundacional. Se trata pues de una variante musulmana, de un fenómeno más amplio como es el fundamentalismo religioso. Su atractivo se basa en su simplicidad, ya que parece ofrecer una respuesta unívoca a todos los dilemas morales que plantea la vida. Al no estar ligado a la tradición cultural específica de ningún país, resulta especialmente atractivo para aquellos jóvenes musulmanes desarraigados de sus culturas de origen por la emigración, a los que ofrece una integración en la comunidad musulmana universal (umma).

Como paráfrasis, el salafismo wahabbista desprecia todo el debate teológico que se ha producido a lo largo de los siglos, a favor de una lectura supuestamente literal de los textos fundacionales, se presta especialmente a la formación autodidacta de pequeños grupos que redescubren el Islam al margen de los cauces oficiales. Ahora bien, esa vuelta de los musulmanes a sus orígenes se puede lograr por dos vías, la de la predicación (dawa) y la del combate (jihad), y este último se puede dirigir contra el enemigo cercano, los falsos musulmanes, o el lejano, los infieles. Los primeros propagandistas del salafismo jihadista contemporáneo, como el egipcio Farrah, fallecido en 1982, subrayaron la importancia del enemigo cercano, mientras que los líderes de al-Qaida, Bin Laden y Al Zawahiri, han dado prioridad al enemigo lejano.

La totalidad de las corrientes terroristas criminales actuales —en consecuencia— no son más que una derivación del salafismo, la corriente más radical del Islam, que se está extendiendo entre las comunidades de inmigrantes musulmanes en Europa. Así lo ha constatado la inteligencia occidental, que ha detectado que en los últimos dos años han llegado una cantidad de imanes extremistas (sobre todo a España) que, de forma organizada, han ido haciéndose con el control de mezquitas. Según un comentario reciente publicado en «El País», de España, "los salafistas podrían tener una estrategia planificada de penetración en Europa para que esta corriente acabe siendo mayoritaria entre los inmigrantes". Las policías europeas, en consecuencia, investigan qué organización está detrás de esta penetración salafista y de dónde consiguen los nuevos imanes los cuantiosos recursos financieros de que disponen.

Antes del 11S, los europeos creían que la inmensa mayoría de los inmigrantes árabes coloniales eran musulmanes sunnitas malakitas, y practicaban un Islam mucho más tolerante y abierto que el salafista. Sin embargo es un hecho que los nuevos imanes radicalizan a los inmigrantes que ya están instalados en el continente y a los que llegan de nuevo, les convencen para que se encierren en su comunidad y en su religión, y demonizan cualquier forma de integración en la sociedad occidental.

La comprensión del actual terrorismo internacional, de inspiración islamista, requiere un análisis más específico de sus fundamentos ideológicos, de las circunstancias sociales que lo favorecen y de sus estructuras organizativas. La interpretación que aquí se propone se basa en las tesis de algunos de los mejores analistas del islamismo y del terrorismo jihadista, como Gilles Kepel, Olivier Roy y Marc Sageman, y se articula en cuatro elementos:

1. la ideología de la jihad;

2. las circunstancias sociales que facilitan su difusión;

3. el papel de los pequeños grupos locales; y

4. los lazos que les unen a la red terrorista global.

Los mismos príncipes de Arabia Saudita en realidad son ortodoxos wahabbitas de origen sunnita. Pero en su pueblo está creciendo la etiología originaria del wahabbismo, el salafiyyah, en razón de que los radicales islámicos utilizan la religión en contra del Cristianismo, ya que el Islam no es tan pacífico como proclama su comunidad enquistada en Occidente para excusarse y prevenirse de matanzas de retaliación... Para el Islam la propagación de la verdadera fe es la razón de ser de la aldea musulmana y la obligación impuesta por el Profeta. El lugar físico de la congregación es —por definición específica del Corán— su patria terrenal, la cual debe ser depurada de infieles.

En ese orden de ideas, y para utilizar argumentos de absoluta objetividad, le adjunto un interesante y reciente trabajo de Edgar Weber (catedrático de Cultura Árabe de la Universidad de Toulouse) sobre el «Islam y la Democracia» para su evaluación. Encontrará Vd en aquella monografía evidencias concretas de la incongruencia intrínseca entre ambos conceptos.

La filosofía de nuestra Iglesia Católica se basa en el ecumenismo y en el mandamiento de "amarás a tu enemigo como a ti mismo". Que uno de sus principios fundamentales es, al menos en teoría, el perdón, el sacrificio de poner la otra mejilla. Sin embargo, existen también el principio de la autodefensa y el de la defensa legítima. La Iglesia recurrió a ellos muchas veces.

Actualmente nos recuerda la famosa periodista Oriana Fallaci que Carlos Martel venció a los invasores musulmanes alzando el crucifijo. Isabel de Castilla los echó de España haciendo lo mismo. Y en Lepanto había incluso tropas pontificias. Y si esos católicos no hubieran aplicado el principio de autodefensa, de legítima defensa, hoy también nosotros llevaríamos la burka. También nosotros llamaríamos a los pocos so-brevivientes perros infieles. Y la basílica de San Pedro sería una mezquita como la iglesia de Santa Sofía, en Estambul. Peor: en el Vaticano estarían Osama ben Laden y Mussab al-Zarqawi.

El Reino Unido estaba familiarizado hasta ahora con la violencia del IRA, pero hoy ha traspasado un umbral de radicalización. El terrorismo suicida está reconocido como el más peligroso y difícil de frustrar, ya que no se puede combate con principios procesales, legales o siquiera éticos. Lo terrible de este tipo de guerrilla es que, al combatirla, nos priva de moralidad a nosotros mismos, porque no es posible guerrear con la convención de Ginebra contra un enemigo embozado, mimetizado como su vecino, y que, emboscado, lo asesinará por la espalda a Vd o a sus seres queridos en cualquier momento, impersonalmente y sin motivo.

Al Qaida terceriza el terrorismo por medio de sus acólitos: los religiosos islámicos que dirigen las madrasás se encargan del reclutamiento y la doctrinización de los sha´id. Estas organizaciones son toleradas cándidamente en los países occidentales, bajo el amparo de la libertad de conciencia y de expresión, y desde la defensa de los movimientos descolonización (con la falsa idea de la "libre determinación" de los pueblos). Además, cuentan con el apoyo logístico de las organizaciones subversivas vernáculas de cada nación que los acoge como huéspedes.

Alguna vez, incluso, gozarán sin duda alguna del amparo kirchnerista y montonero de esta pobre República Argentina, refugio de rufianes, ya que el régimen ocupante se negará a extraditarlos: Para esta Justicia ilógica que nos han impuesto, alejada del Derecho Natural, los crímenes terroristas no son considerados "de lesa humanidad". Ya hay jurisprudencia sentada y este es el refugio ideal: Un económico hotel internacional de sicarios y homicidas profesionales.

Jamás ha sido cierto que los musulmanes no sean violentos. Por lo contrario, su culto se basa en la intolerancia y en la muerte, ya que —a diferencia del Cristianismo, basado en el amor al prójimo— el martirio por odio islámico es un fin en sí mismo: único y piadoso medio que garantiza la vida eterna de los humildes. No es ningún secreto: está escrito en el Corán... No nos dejemos defraudar ahora con estas novedosas y apócrifas interpretaciones semánticas sobre "la jihad interna" del alma de los siervos de Álah.

Además ese Paraíso les está vedado a nosotros "los infieles", como nos llaman los pacíficos protagonistas de esta verdadera contra Cruzada que terminará con la destrucción irracional de la Civilización para retornar a la edad Media. Cuando sólo queden musulmanes entre las ruinas del mundo, los Imanes continuarán asesinándose mutuamente entre ellos por el dominio del Califato internacional de la miseria, la irracionalidad y la muerte.

Leíamos en un artículo publicado en Londres, que "...«la mayor barrera para el comportamiento humano nunca es un policía, sino lo que una cultura y una religión consideran vergonzoso. Es lo que la aldea y sus ancianos religiosos y políticos dicen que está mal. La «aldea» musulmana abandonó la práctica de condenar la locura de los atentados "jihadistas". Hasta este momento preciso ningún importante clérigo o grupo religioso musulmán implantó alguna vez una fatwa que condene a Osama ben Laden. Nunca volveremos a estar «seguros» en la tierra mientras los musulmanes no emprendan la tarea de quitar legitimidad, condenar y aislar de su seno a los extremistas."

Obviamente, eso nunca sucederá... Porque sino comenzaría una guerra civil más sangrienta aún entre los musulmanes chiítas, o sunnitas, alawitas, kurdos, salafitas, qutbitas, wahabbitas o djarihitas. Da igual.

De hecho, la mayor parte de las víctimas del terrorismo en Iraq son mahometanos. El resto de las naciones del Islam paga actualmente tributo de «protección» a los extremistas o aporta personal ("mártires voluntarios") para no ser agredido.

Así está el mundo que los militares profesionales no tenemos cómo defender. No hay Convenciones de Guerra, leyes ni reglamentos que nos protejan a los Soldados formados en la ética de la verdadera Fe, que en definitiva tenemos que poner el cuerpo en la batalla para proteger a una Humanidad ingrata. No me manifiesto ligeramente en absoluto... Dentro de poco tiempo habrá toda una bibliografía juisprudencial completa que amparará a los terroristas y justificará las masacres en nombre de alguna utópica deidad o ideología.

Seguramente con el sistema jurídico obsoleto y garantista no se llegará muy lejos en la campaña para ponerle fin a la violencia indiscriminada de los extremistas. El adjunto artículo se refiere a eso: a que los radicales islámicos encontraron un verdadero paraíso en Londres. Un edén de impunidad... sólo semejante al "aguantadero" argentino. Dios se apiade de nosotros si no nos replanteamos cuál es la naturaleza de la guerra contemporánea y cuál es el papel que le corresponde a la Defensa Nacional.

Como referencia adicional, Horacio Calderón (un especialista en Medio Oriente a quien el suscripto no había conocido con anterioridad) ha pronunciado una brillante conferencia en términos similares —justo un día antes del atentado de Londres— vaticinándolo en términos similares.

Hermanado en su preocupación por el futuro del mundo, también le mando una copia de la precitada disertación, así como mi saludo afectuoso, estimado amigo mío.

Atentamente suyo, como siempre

Carlos Marcelo Shäferstein

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