Primicia: Kirchner impuso la criogenia en el Ministerio de Justicia hasta octubre

Lentamente, toda la Administración nacional ingresa en un receso hasta el día en que hablen las urnas. El único problema del Gobierno es no lograr que la inflación acepte esta lógica y, en cambio, pretenda continuar en actividad efervescente. La congelación más reciente acaba de producirse en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos donde desembarcó un especialista en criogenia: Alberto Iribarne. POR EDGAR MAINHARD

Alberto Iribarne llegó al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos durante una noche en la que el Gobierno nacional fue sorprendido por la renuncia de Horacio Rosatti.

Era obvio que el santafecino debía irse porque su negativa al convite a morir por la causa a la vera del río Paraná, lo había decapitado en la interna de la Casa Rosada, donde a Néstor Kirchner lo único que le importa de la historia santafecina es la traición de Estanislao López a Francisco Ramírez, a su vez traidor de José Gervasio Artigas.

"¿Cómo no nos iba a traicionar, con esos antecedentes", dijo anoche en la Casa Rosada un cordobés disfrazado de pingüino que gusta jugar con los Códigos como si fuesen ábacos.

Rosatti aseguró que su alejamiento del cargo fue por motivos familiares, pero Kirchner no esperaba su salida. En verdad, Kirchner quería tener los resultados de las urnas del domingo 23 de octubre para entonces meter mano al gabinete nacional.

"Maldito cobarde. No aceptó perder frente a Hermes Binner", murmuró otro hombre de la intimidad, y dijo algo que María Eugenia Bielsa, también. Y de Carlos Reutemann.

Anoche, Kirchner tuvo que actuar de emergencia, situación que no apetece; y se aferró al salvavidas que encontró más cercano, el hombre-fusible, Alberto Iribarne. Auténtico joker del naipe peronista que, de paso, le permite al 'Chueco' Mazzon insistir con su venta de humo al 'duhaldismo' prometiendo lo que nunca ocurrirá: la paz pos-electoral.

Si se considera el curriculum-vitae de Iribarne deberá concluirse que es un genio o un oportunista; en cualquier caso es intrascendente en el desarrollo del juego pero se encuentra el día indicado en el lugar oportuno.

"¿No te hace recordar a Luis Artime?", dijo un 'kirchnerista' de Avellaneda, en memoria de aquel goleador de los '60, incapaz de una gambeta pero certero en embocar el arco. Quienes lo rodeaban casi lo golpean por la profanación del ídolo rojo.

Pero 'el Rengo' Iribarne, como se lo conoce en la política, tiene su mérito. Al fin de cuentas él tenía quiosco de golosinas y cigarrillos igual que 'Chacho' Álvarez, y hasta compraban juntos para conseguir un mejor precio de los distribuidores, y miren donde llegó.

Tiempos de militares y de algo hay que vivir cuando no se puede trabajar de peronista: 'Chacho' y 'el Rengo' convencieron a Carlos Corach, abogado que requerían tanto los sindicatos como las pesqueras, para que financiara un emprendimiento comercial que 'Chacho' terminaría fundiendo.

Por suerte el 'Proceso' fue un frenesí de errores, los militares saltaron por los aires, regresó la democracia y 'el Rengo' pudo replantear su vida eligiendo, como muchos otros inútiles, la política profesional como forma de vida. Nunca volvió a quedar desempleado.

Alberto descubrió el 'fenómeno Grosso' antes que muchos otros; por ejemplo apostó al efímero Carlos Grosso cuando Raúl Padró, su rival en Belgrano y Saavedra, se paraba en la vereda de enfrente, empeñado en armar la contra junto a Juan Carlos Suardi.

Pero Grosso ganó el PJ porteño y fue intendente municipal hasta que confesó sus anhelos presidenciales que casi indigestan a Carlos Menem. Para entonces, el diputado nacional Iribarne demostraba que la renguera es una ficción y había saltado la Plaza de Mayo, como un eximio garrochista, y ya frecuentaba el despacho de Eduardo Bauzá.

Luego, Carlos Ruckauf fue el ministro del Interior, e Iribarne el secretario del Interior, que intentó -en vano- ponerse al hombro el ministerio cuando ocurrió el atentado contra la sede de la Amia, que encontró a Ruckauf en USA, de vacaciones. Ruckauf regresó por unas horas a la Ciudad de Buenos Aires y luego decidió que le convenía completar su descanso, dejando a Iribarne a cargo, mientras ardía el Gobierno, Menem estaba destruido y Hugo Franco renunciaba para intentar 'oxigenarlo' frente a la comunidad judía argentina.

Cuando Corach sucedió a Ruckauf, conservó a Iribarne a su lado, quien ya por entonces -otra vez la garrocha en acción- comenzó a frecuentar a Eduardo Duhalde, junto a Julio Bárbaro. Si bien Duhalde no llegó en 1999 sí lo hizo en 2001, y convocó a Iribarne para la Casa de Moneda.

Entonces, Iribarne se convirtió en impresor de billetes y valores. Administrador de una sólida empresa estatal, con el único antecedente del quiosco que fundió 'Chacho', pero nada extraño en una Casa de Moneda que ha visto desfilar a Armando Gostanián y tantos otros personajes que garantizaron, con su ineficiencia, el crecimiento de Boldt, Ciccone Calcográfica y otras imprentas.

Al parecer, Iribarne fue tan buen administrador de la Casa de Moneda que terminó de síndico general de la Nación. Por cierto que no es lo mismo expender cigarrillos en la Avenida Coronel Díaz que controlar los balances de las sociedades estatales pero él ya iba rumbo a su siguiente escala, la Secretaría de Seguridad de la Nación.

Pavada de estadista: resulta que, además de todo, 'el Rengo' también puede controlar a la Policía Federal Argentina, la Gendarmería Nacional y la Prefectura Naval, además de coordinar la actividad con las policías provinciales para que el delito disminuya bajo el mandato K.

No importa que nadie conozca cómo se llama el secretario de Seguridad de la Nación, Iribarne sigue escalando. Ahora es ministro de Justicia, mientras Padró a duras penas sobrevive en el barrio de Belgrano, siempre aferrado a la memoria de Facundo Quiroga y Juan Manuel de Rosas.

Además Iribarne se dio el lujo de ganarle por 1ra. vez, aferrado a Alberto Fernández, porque ahora es un hombre de Alberto (dispuesta a hacer diputada nacional a la ex cónyuge de Iribarne), igual que lo son Jorge Argüello y Eduardo Valdés, otros ex Grosso y ex Duhalde.

¿Por qué Iribarne no compitió fuertemente para quedarse con el premio Carrario, ofrecido por JorgeAsisDigital? Por una única razón: su intrascendencia, que habrá que aceptar que termina siendo una virtud.

¿Qué puede hacer Iribarne en el Ministerio de Justicia? Nada. Para eso lo han llevado. Para hacer nada. ¿Acaso Rosatti no llegó como el gran candidato de Cristina de Kirchner a ganar el oropel y resultó un fiasco? Bueno, ahora a Justicia va... nadie.

¿Que esto equivale a cerrar el Ministerio de Justicia? Bueno, ¿y qué importa si esa tarea hace tiempo que Kirchner delegó en el Centro de Estudios Legales y Sociales?

Entonces, 'el Rengo' ha devenido en 'el Hombre de Hielo' que congelará Justicia hasta el bendito 23 de octubre por la noche, y entonces se verá. Hay gente que no pierde las esperanzas porque han invertido mucho en genuflexión. Es el caso del senador nacional Miguel Ángel Pichetto; el senador nacional saliente Jorge Yoma -no demasiado interesado en el cuerpo diplomático artículo 5º-; y hasta algún 'pingüino' que juega a que el Presidente se encierre en su caparazón.

Ahora, ¿no es interesante que el Ministerio de Justicia vaya por su 3er. ministro en un Gobierno que va por su 2do. año, y que enfocó gran parte de su accionar a asegurar una Justicia de mejor calidad institucional?

Es obvio que Iribarne entendió mejor que Padró qué significa ser un buen peronista contemporáneo. Debería enseñar sus experiencias en la Escuela de Adoctrinamiento Vilma Ibarra que con algún esfuerzo monta el PJ porteño.

Una última, y no por herir al flamante 'Hombre de Hielo': ¿cobró o no cobró sobresueldos como él fue funcionario prominente de Ruckauf y como funcionario de Corach, un menemista certificado? Pero los palos siempre van para el pobre Padró, ahora aferrado a Moria Casán, e Iribarne es Artime y por eso hace historia en esta sociedad fascinada por la mediocridad, sedienta de nada, hambrienta de nadie.

-------------

U24, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2005.

Dejá tu comentario