NO CESA LA GRAN BATALLA DE LOS EX SOCIOS

Libro contra libro: Russo (van der Kooy) contra Mochkofsky (Verbitsky)

Clarín y Página/12 fueron, alguna vez, tan cercanos como Alberto Fernández y Cristina Fernández. Hoy se encuentran diferenciados. Y es notable cómo se refleja el domingo 31/07:

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). La verdadera disputa en el año electoral es entre Cristina Fernández, heredera de Néstor Kirchner, y Grupo Clarín, a cargo de su socio-gerente Héctor Magnetto.

 
Hasta ahora, el nudo del conflicto es entre ex socios, quienes han roto sus vínculos desde 2008.
 
Grupo Clarín colaboró con la elección de Cristina Fernández, y Néstor Kirchner le concedió varios beneficios a Grupo Clarín como contrapartida.
 
Ahora, todo es diferente. Y es una situación inédita.
 
En 2007, Alberto Fernández era jefe del Gabinete de Ministros de Néstor Kirchner, y luego de Cristina Fernández.
 
Y los Kirchner no parecían interesados en la ascendencia genética de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble.
 
Tampoco en la historia de Papel Prensa.
 
Horacio Verbitsky, al igual que Página/12, había defendido a Grupo Clarín en la disputa con Raúl Moneta, quien mencionaba todo lo que ahora dice el Frente para la Victoria y Página/12 pero en aquel entonces omitía.

Página/12 era una herramienta dócil de Alberto Fernández, a quien hoy día ataca con esmero. Kontradicciones del ladriprogresismo, que incluye a Alberto F., obviamente.

 
Lo interesante, hoy domingo 31/07, es que las principales columnas políticas de los matutinos Clarín y Página/12 se encuentran dedicados a comentar bibliografía reciente.
 
Clarín se dedica a refutar al relato de Cristina Fernández a Sandra Russo en su La Presidenta, historia de una vida.

Y Página/12 decide reivindar el relato de Graciela Mochkofsky, en Pecado Original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder.
 
Ni Clarín se metió todavía con el trabajo de Mochkofsky ni Página/12 se interesó en reforzar el relato de Russo ante las críticas de Alberto Fernández.
 
Es como si cada uno atendiera su juego. Con mucho esmero y disciplina.
 
Aqui algunos fragmentos:
 
Eduardo van der Kooy en el diario Clarín (quien mantiene una relación personal muy cercana con Alberto Fernández):
 
"(...) Nada indica por el momento que Cristina pueda perder el poder en las presidenciales pero el clima político, de modo innegable, no es el mismo que hace sesenta días. Los últimos resultados electorales han favorecido a la oposición, aunque de manera parcial. Tan parcial, que el mayor beneficiado es Mauricio Macri. Y el jefe porteño no competirá en agosto ni en octubre. Pero aquellos mismos resultados han puesto al descubierto precariedades y errores del Gobierno. Quizá se esté quedando con menos margen para reiterar esos errores.


El mayor problema parece estar dentro de un Gobierno que piensa y toma decisiones con lógica insular , apartado del continente de la política, las instituciones y los padeceres e impaciencias colectivas. Un problema similar radicaría en la forma en que Cristina va construyendo su propia realidad, su relato, respecto del pasado y del presente.


El kirchnerismo, en las vísperas electorales, pareciera ir implosionando de a poco. Una de esas implosiones involucró a la Presidenta, a su ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y al actual, Aníbal Fernández. Cristina narró cuestiones de gravedad en el libro autobiográfico que lanzó la periodista K, Sandra Russo.


¿No es grave, acaso, afirmar que en el 2008 intentó ser destituida? ¿No es grave afirmar que Clarín había intentado un supuesto veto a su candidatura presidencial? ¿No lo es, además, asegurar que su entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, era el vocero dentro de su propio Gobierno de aquel intento de veto y del Grupo Clarín?

No existe un solo elemento político objetivo, más allá del imaginario presidencial, sobre aquella supuesta jugada destituyente. Es una falta a la verdad histórica el veto a su candidatura y la complacencia con ese veto del ex jefe de Gabinete. Alberto Fernández fue un fogonero tenaz de la candidatura de Cristina, incluso más que el propio Néstor Kirchner. El juicio no se basa en ninguna investigación: este periodista, por su condición de tal y sin exclusividad, fue testigo en numerosas ocasiones de cómo el ex jefe de gabinete se ocupó de labrar y difundir, con peroratas cansadoras, la postulación de Cristina.


También sorprende, por su inverosimilitud, la visión que Cristina posee sobre el conflicto del campo y su desenlace. “No pensamos nunca en retroceder, ni en negociar ni en hacer un gobierno débil”, asegura en el libro. El 17 de julio del 2008 a la mañana, después del voto no positivo de Julio Cobos sobre la resolución 125 que cayó en el Senado, la Presidenta habló con Alberto Fernández para decirle que Kirchner la instaba a renunciar .


El jefe de Gabinete estaba en su domicilio con el asesor presidencial Juan Carlos Mazzón, con Florencio Randazzo, ahora ministro del Interior, y con Aníbal Fernández, ahora jefe de Gabinete. Los tres quedaron allí y Alberto Fernández corrió hasta la residencia de Olivos.


Cuando llegó encontró al matrimonio sollozando . Había muerto esa misma mañana Oscar Vasquez, un diputado santacruceño, amigo de ambos. El ex presidente rompía papeles en una máquina trituradora.


Cristina estaba convencida también, como su marido, que debía alejarse del Gobierno. Kirchner le había adelantado la novedad, incluso, al dirigente piquetero Emilio Pérsico. Como un rumor, la información había llegado a oídos de Felipe Solá. Nunca se supo en qué términos hablaron los Kirchner con Alberto Fernández, pero la idea de la renuncia se evaporó . Sólo se constataron tres llamadas del entonces presidente brasileño Lula Da Silva, que la Presidenta atendió un día después.

Mazzón, Randazzo y Aníbal Fernández aguardaron el regreso del jefe de Gabinete y respiraron aliviados con la novedad. Este periodista no fue testigo de ese episodio: lo reconstruyó con los años, en diálogos habituales con algunos de los protagonistas citados.


Hay otros aspectos, quizá más anecdóticos, también reinterpretados por Cristina en su relato autobiográfico. La Presidenta cuenta en detalle la noche previa a la súbita muerte de Kirchner y asegura que nunca en su vida cenó con Lázaro Báez, un empresario de la construcción de Santa Cruz. Báez estuvo esa noche con ellos y con la sobrina de Cristina y su marido, como admite en el relato. Báez fue el primero en llegar a la residencia de El Calafate para ayudar al traslado de Kirchner al sanatorio, luego del infarto.

El empresario se pregunta ahora el porqué de la negación presidencial.


La réplica de Aníbal Fernández a la carta que escribió el ex jefe de Gabinete, en la cual calificó a Cristina de “fabuladora” , pertenecería a otro campo.


Sería de otra talla, rastrera . Aníbal Fernández apeló a las descalificaciones pero no aclaró ninguno de los puntos en cuestión. Habló de hipotéticas traiciones e hizo una radiografía de la trayectoria política de Alberto Fernández. El mayor cargo, tal vez, fue su pasado y real pertenencia al cavallismo. El jefe de Gabinete no reparó que su compañera en la lista de senadores por Buenos Aires es María Laura Leguizamón. Esa mujer también pasó por las filas del ex ministro de Economía. Aníbal Fernández obvió su histórica pertenencia al duhaldismo.


El ex presidente lo rescató de las alcantarillas luego de su paso por la intendencia de Quilmes, plagado de sospechas y fugas. El jefe de Gabinete no dudó al calificar a Eduardo Duhalde “jefe de la mafia ”, cuando en el 2005 se produjo la ruptura con Kirchner.


Aníbal Fernández, quizá, constituya un reflejo exacto de la situación en que se encuentra el Gobierno y de la pauperización de su política . Esa política de espasmos produce episodios inauditos: uno de ellos tiene que ver con el proyecto de un torneo de fútbol extravagante y la televisación de los partidos.

Una herramienta para intentar fortalecer la mano del poder en el deporte – apropiándose de todo el fútbol– , en un tramo clave de política y campaña. Tampoco se podrían cargar responsabilidades donde no las hubo: el jefe de Gabinete tuvo participación marginal en aquella idea trasnochada.


En la trama habrían intervenido Máximo, el hijo de Cristina, y Carlos Zannini, el secretario Legal y Técnico. Ellos elaboraron parte del proyecto, en sociedad con algunos presidentes de clubes, que acercaron a Julio Grondona. Al titular de la AFA le interesó, sobre todo, la inversión estatal de 300 millones de dólares para sostener el plan. El kichnerismo desea continuar en el poder y Grondona también: ambos deben ser reelectos en octubre, aunque los riesgos del capataz del fútbol parecen ínfimos. La reacción social adversa, incluso de simpatizantes de clubes beneficiados, los indujo a un retroceso.

Pero habría que volver sobre la Presidenta. Aquella reinvención, según su relato autobiográfico, sobre lo sucedido en el pasado ayudaría a comprender el desprejuicio con que encaró otros asuntos referidos a la dignidad humana, política e institucional. Uno de ellos, el manejo que se hizo –y se hace– del caso de los hermanos Noble Herrera, desprovisto de cualquier pudor. Cristina llegó a utilizar la cadena nacional para referirse al tema. Hay silencio y dilación, en cambio, desde que el cotejo de los ADN con todo el Banco Nacional de Datos Genéticos de víctimas de la dictadura, pedido por los hermanos, empezó a dar resultados negativos. Una construcción similar de la realidad realizó, también por cadena nacional, cuando vinculó la compra de la empresa Papel Prensa, de parte de Clarín y La Nación, con supuestos crímenes de lesa humanidad. (...)".
 
Bueno, precisamente ese es el punto de partida de Horacio Verbitsky en el diario Página/12 (y con simpatías personales por Graciela Mochkofsky):
 
"Tres cintas grabadas podrían dar un vuelco de campana a la causa que instruye el juez federal Daniel Rafecas por la presunta comisión de crímenes de lesa humanidad en la adquisición de la empresa Papel Prensa.

Según el testimonio del más próximo colaborador del ex dictador Jorge Videla en la presidencia, el general José Rogelio Villarreal, la Junta Militar propuso a La Nación, Clarín y La Razón que se hicieran cargo de la fábrica de papel porque sabía que el banquero David Graiver administraba fondos de Montoneros.

De acuerdo con Villarreal, la Junta se enteró de esta relación pocos días antes o después de la toma del poder por las Fuerzas Armadas, el 24 de marzo de 1976, es decir cuatro meses y una semana antes de que el avión que conducía a Graiver desde Nueva York estallara en el aire o chocara con un cerro en México, el 7 de agosto de 1976.


Una solución rápida

“No era un rumor, era un dato que se manejaba concretamente. Y éste fue uno de los elementos que llevó a buscar una solución rápida al tema de Papel Prensa”, le dijo Villarreal a la periodista Graciela Mochkofsky, autora de Pecado Original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder”. Esa solución, agrega el militar, consistía en “buscar a quién adjudicárselo”.

Villarreal afirmó, en dos entrevistas realizadas en abril de 1998 y en mayo de 2002, que él mismo se encargó de plantear la cuestión a los responsables de los tres diarios, Bartolomé Mitre, Héctor Magnetto y Patricio Peralta Ramos. “Primero hablaban conmigo y recién al final hablaron con el presidente, mientras se iba haciendo todo”.

El dato fue confirmado, también en 2002, por Peralta Ramos, quien dijo que el gobierno militar les planteó a los tres diarios que abandonaran su proyecto propio, Fapel, y se hicieran cargo de Papel Prensa, cuya planta ya estaba en construcción, con créditos oficiales, participación y avales del Estado. Este descubrimiento es seguido por una sobria constatación de Mochkofsky, quien comenzó su carrera profesional en este diario: las palabras de Peralta Ramos y de Villarreal “corrigen la versión, varios años posterior, de Magnetto y de los dueños de La Nación, de que la propuesta de vender Papel Prensa fue una iniciativa de los Graiver, a través de su abogado Miguel de Anchorena, que llevó la idea a Patricio Peralta Ramos”.

Villarreal y Miguel de Anchorena murieron en 2007 y Peralta Ramos en 2010, pero Mochkofsky conserva en su poder las cintas grabadas de las entrevistas con el militar y el accionista de La Razón. Sería recomendable que las pusiera a buen recaudo y que fuera cuidadosa con sus movimientos personales en estos días siguientes al lanzamiento de su explosivo libro.

Desde la secretaría general del Ejército, Villarreal fue uno de los principales colaboradores del comandante en jefe Videla y el jefe de Estado Mayor del Ejército, Roberto Viola, en la conspiración previa al golpe. Luego del 24 de marzo ocupó la secretaría general de la presidencia.


Duros y puros hechos

En su exhaustiva investigación la autora tuvo acceso a las más altas fuentes del diario Clarín, que no identifica, aunque deja entender por indicios que se tratan del propio Magnetto y/o su operador político Jorge Rendo, pero la obra no parece identificada con esa versión del conflicto. Tampoco con la del gobierno nacional, aunque la seca descripción de los hechos lo deja mejor parado que a la empresa de medios, por más que el pecado original del título se refiera a la relación promiscua del poder político con los medios.

La última frase del libro, referida a la causa judicial por la identidad de Marcela y Felipe Noble Herrera es un juicio lapidario sobre la conducción del Grupo Clarín: “Sólo sabiendo el resultado, Ernestina y Magnetto se atrevieron a hacer lo que deberían haber hecho desde el comienzo. Sólo por no saber y no atreverse, se sometieron a tres décadas de extorsiones y reclamos; por no saber y no atreverse, afrontaron una causa judicial que llevó a Ernestina a prisión y atormentó larga, y públicamente, a sus hijos adoptivos; por no saber y no atreverse, desataron un debate nacional que involucró a los movimientos de derechos humanos, la Justicia, el poder económico y a los medios, y por el que Clarín, ya involucrado en un enfrentamiento crucial, pagó un alto costo que amenazó seriamente su existencia. Sólo por no saber, sólo por no atreverse. ¿Pero cómo rendir cuentas sobre el propio pasado cuando se tiene una conciencia culpable?”.

Tanto el informe “Papel Prensa La Verdad”, elaborado por la Secretaría de Comercio Interior, como el discurso en que la presidente CFK lo presentó y la querella firmada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación sostienen que la adquisición de Papel Prensa a los herederos del banquero muerto, quienes luego de firmar los documentos de venta fueron secuestrados y torturados, es parte de los crímenes de lesa humanidad contra los miembros del denominado Grupo Graiver, uno de los cuales murió en la mesa de torturas, por los que ya se investigaba a diversos jefes militares y policiales. Los dichos de Peralta Ramos y Villarreal, pueden proveer la pieza que falta para armar el rompecabezas y debilitar la defensa de Mitre y Magnetto, basada en la secuencia cronológica y en la presunta oferta de Anchorena, porque demuestran que el gobierno militar había propuesto a los diarios asociarse con el Estado en Papel Prensa, como parte de los preparativos del secuestro.


Notas al pie

Que estos datos fundamentales consten en tres notas al pie de las páginas 73 a 75 de la obra, inducen a preguntarse si la autora no advirtió su importancia o si se trata de una técnica de suma originalidad para la presentación de su material. Esta última hipótesis se afirma cuando se detecta que el mismo método se aplica en otro de los temas de fondo en la relación de Clarín con el gobierno nacional: la última nota del libro, en la página 390, revela que cuando Marcela y Felipe dejaron atrás una década de negativas al análisis de su sangre y su cotejo con todas las muestras almacenadas en esa institución creada por ley nacional ya sabían que sus perfiles de ADN no coincidían con ninguno depositado en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Llegaron a la decisión de someterse a la ley dos meses después de que “una fuente del Banco” le revelara a “un importante editor de Clarín” ese dato que ya conocían los peritos, según le contó a la autora “un ejecutivo del Grupo”.

Mochkofsky, quien es nuera del estimado ex secretario de redacción de Página/12, José María Pasquini Durán, lamenta que su anterior trabajo, “Timerman, el periodista que quiso ser parte del poder”, no suscitara el debate sobre el oficio periodístico que merecía. Es probable que otro tanto ocurra con “Pecado original”, porque al tratar temas de alto voltaje político, sobre los que además aporta datos hasta ahora desconocidos que con alta probabilidad tendrán consecuencias judiciales, esos aspectos que ella considera de fondo pueden resultar opacados. Resultaría así víctima de la propia calidad de su producto. (...)".

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