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Indignados de Israel hacen causa común con España

La mayor protesta en Israel de los últimos años no es ni por el terrorismo ni por los bombardeos sobre Gaza, sino por el precio de las viviendas. Los "indignados" en Israel quieren una enmienda a la ley de edificación que obligue a los contratistas a construir "viviendas asequibles". El sábado 150.000 personas salieron a las calles en la mayor manifestación no vinculada al conflicto de Oriente Medio de la historia del país. Desde Tel Aviv, saludan a los "indignados" españoles.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) - Los 'indignados' que protagonizan la mayor protesta social de la historia de Israel preparan un documento con sus demandas para presentárselo al primer ministro, Benjamín Netanyahu, informa este martes el diario 'Haaretz'.
 
El texto está siendo elaborado por los líderes del movimiento reivindicativo, iniciado el pasado día 14 de Julio con una acampada en Tel Aviv por los precios de la vivienda y que ha ido ganando seguimiento entre diversos sectores de la población.
 
También participan representantes estudiantiles y otros grupos de activistas. Economistas y otros expertos han sido consultados para formular una serie de demandas en los ámbitos de vivienda, asistencia social, educación, salud y política económica.
 
Las reivindicaciones se presentan junto con su coste estimado para el Estado para defender que los beneficios de su aplicación superan los gastos iniciales, según el borrador obtenido por el rotativo.
 
Los "indignados" quieren una enmienda a la ley de edificación que obligue a los contratistas a construir "viviendas asequibles", una reducción gradual de los impuestos indirectos, la revaluación de los procesos de privatización en proceso y un aumento del salario mínimo interprofesional a la mitad del salario medio, actualmente 8.698 shekels (US$ 2.500).
 
También figura entre sus demandas un aumento de los inspectores de trabajo, bomberos, policías, profesores y trabajadores sociales y una reducción del número de alumnos por aula.
 
Netanyahu anunció el domingo la creación de un equipo ministerial para negociar con los 'indignados', un día después de que 150.000 personas salieran a las calles en la mayor manifestación no vinculada al conflicto de Oriente Medio de la historia del país.
 
El primer ministro no quiere recibirles ni negociar con ellos porque está "convencido" de que "actúan puramente por motivos políticos" con el objetivo de forzarle a dimitir, según indicó al rotativo una fuente sin identificar que habló recientemente con él. Quien sí lo hizo ayer, es el presidente del país, Simón Peres, quien les alabó y aseguró que su protesta no es "artificial", sino "genuina y muy seria".
 
Efraim Davidi, profesor de Historia Económica y Social en la Universidad de Tel Aviv y miembro del comité central del Partido Comunista, cree que está asistiendo a "la mayor lucha social en la historia de Israel". En su opinión, lo que está ocurriendo es algo inédito, aunque no sabe adónde conducirá ni quiere hacer pronósticos.
 
La amplitud de la protesta crece día a día y en el último año el Gobierno de Netanyahu ha elaborado nada menos que siete planes para la vivienda. Sin embargo, las protestas ya han superado ese problema. Los médicos están en huelga desde hace cien días. Los trabajadores sociales también se han parado. Un sector del funcionariado no acude a sus lugares de trabajo y los acontecimientos parecen superar al Ejecutivo, que sigue enfrascado en solucionar el problema de la vivienda.
 
Davidi relaciona lo que está sucediendo con la plaza de Catalunya, la Puerta del Sol o la plaza Sintagma de Atenas. "El peso de las protestas lo están llevando a menudo las clases medias y bajas que tienen empleo pero se quejan de su miserable remuneración".
 
Una activista israelí que estuvo con los indignados de la Puerta del Sol ha copiado numerosas técnicas en la organización de las protestas de Tel Aviv. Se ha importado la democracia directa, la forma de hacer las asambleas por la tarde para establecer el programa del día siguiente e incluso la forma de hablar y de gesticular.
 
"La principal diferencia con Madrid y Barcelona es que aquí los manifestantes han acogido a los políticos de la izquierda, y no los han rechazado", comenta el profesor Davidi.
 
El pasado viernes, decenas de activistas de la extrema derecha procedentes de las colonias israelíes en los territorios ocupados en Cisjordania asaltaron el campamento de los indignados y rompieron sus banderas rojas y derribaron las pancartas que pedían la convivencia entre judíos y árabes.
 

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