Negativa K frente al alza del precio del petróleo

La negativa del gobierno a permitir aumentar las tarifas eléctricas significa que nos será sumamente difícil hacer frente al desafío que plantea el alza del precio internacional del petróleo. El editorial del diario Río Negro:

En América del Norte, Europa y el Japón, además de países realmente emergentes como China y la India, los gobiernos, acompañados por los empresarios, ya dan por descontado que terminó la era del petróleo barato.

Aunque algunos pronostican que el precio del barril de crudo bajará de los 70 dólares que se registró el lunes, otros prevén que seguirá subiendo hasta superar los cien dólares.

Así y todo, ni siquiera los más optimistas suponen que de tranquilizarse el Medio Oriente el precio del barril caería a los aproximadamente 25 dólares que hasta hace apenas dos años se consideraba "normal". Es que no sólo se han multiplicado los problemas en los países exportadores, sino que también ha aumentado la demanda debido a la irrupción en el mercado internacional de China y la India.

Lo que es más preocupante aún, si cabe, es la posibilidad de que no habrá más descubrimientos de reservas petroleras equiparables con las encontradas en México, el mar del Norte y Asia Central después de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) comenzó a aprovechar su poder a mediados de los años setenta.

Desgraciadamente para la Argentina, el presidente Néstor Kirchner inició su gestión justo cuando el precio internacional del petróleo estaba por romper la "barrera" de 30 dólares el barril.

Por motivos políticos, Kirchner decidió hacer de la energía barata -para todos salvo los pobres que dependen de garrafas de gas- una de sus banderas principales y optó por tratar a las empresas energéticas como símbolos máximos de los crímenes económicos que a su juicio fueron perpetrados en la década de los noventa.

Además de impedir que dichas empresas invirtieran lo suficiente como para por lo menos mantener en buen estado la red energética, la negativa del gobierno a permitirles aumentar sus tarifas significa que nos será sumamente difícil hacer frente al desafío que plantearía el caso de que el precio internacional del petróleo se estabilizara a un nivel cuatro veces más alto de lo que fue en mayo de 2003.

En todas partes la gente propende a culpar al gobierno local por cualquier aumento del costo de la energía que consuma, pero a esta altura al nuestro le será especialmente difícil atribuirlo a las circunstancias internacionales porque se ha comprometido de forma tan llamativa con la idea de que en última instancia todo se debe a la rapacidad de un puñado de empresarios mayormente extranjeros.

Asimismo, merced a la obsesión electoralista no sólo de Kirchner sino también de muchos ministros, el gobierno no parece tener tiempo para preparar el país para los cambios que ya están en marcha.

En los países del Primer Mundo los gobiernos están encabezando los esfuerzos para ahorrar energía y también para usar más fuentes renovables como la supuesta por la industria eólica, un sector actualmente liderado por Alemania al que por sus condiciones geográficas nuestro país podría hacer un aporte significante.

Sin embargo, aparte de los intentos de "castigar" a aquellos que en opinión de las autoridades consumen demasiado gas o electricidad, el gobierno de Kirchner no da señales de sentirse del todo inquieto por la situación en la que se encuentra el país, razón por la cual parece inevitable que en el futuro no muy lejano nos enfrentemos con una crisis energética que tal vez fue inevitable pero que así y todo se vería agravada por la pasividad oficial.

El panorama sería menos alarmante si la Argentina fuera un país exportador de petróleo como Venezuela o Ecuador, pero sucede que no lo es. Si bien tenemos petróleo, el que aún podamos exportar algunos barriles se debe más que nada al atraso de la economía en su conjunto.

De todos modos, la producción nacional está reduciéndose -en el 2005 se estima que será el cuatro por ciento menos que en el 2004- de suerte que dentro de un par de años la Argentina será una importadora neta.

Para postergar el cambio nefasto así supuesto se precisarían grandes inversiones, pero debido a la anarquía jurídica que impera aquí a partir del desplome de la Convertibilidad, una situación que se ve agravada por la hostilidad manifiesta hacia el sector energético del gobierno de Kirchner, las empresas más importantes tienen motivos de sobra para preferir arriesgarse en zonas del mundo que desde su punto de vista son decididamente más promisorias.

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