La trama de poder oculta en el desastre Katrina

El desastre de Katrina es la punta de iceberg de un problema de poder y partidas presupuestarias ocultas que no hacen más que demostrar que el fracaso de liderazgo político también se da en países de primera línea.

El Estado de Lousiana es gobernado por demócratas al igual que la ciudad de Nueva Orleáns. En tanto el gobierno nacional –opositor a esos terrenos políticos- a la cabeza de George Walker Bush deberá enfrentar las semanas venideras una prueba interna y externa porque tiene que ser capaz de gestionar varias crisis a la vez: el caos en Irak y la bronca acumulada en los ciudadanos por Katrina que podría repercutir en su imagen presidencial.

Bush está a prueba otra vez. En las próximas semanas tendrá que ser capaz de demostrar que es capaz de gestionar varias crisis a la vez. El caos en Irak y la tragedia causada por el Katrina.

En un principio Bush parece no haber comprendido la magnitud de la tragedia mientras saqueadores, y cuerpos flotantes invaden la ciudad.
Y hasta el momento, los dirigentes políticos no hacen más que sumirse en una guerra mediática de conferencias de prensa para dar explicaciones sobre la tragedia.

Pero conviene hacer un salto regresivo para explicar por qué no se reforzaron los diques.

¿De quien es la culpa?

Todos están ahora en problemas y habrá que ver de qué manera se dirimen las fuerzas entre políticos (por su falta de rapidez para enfrentar la gravedad del tema), la Casa Blanca, el Congreso, las agencias federales, gobiernos locales y la policía.

No era un secreto que los diques construidos para evitar la inundación de Nueva Orleáns no soportarían un huracán de gran magnitud, pero los líderes gubernamentales nunca hallaron el dinero para reforzar completamente las barreras de tierra, acero y concreto.

Por un lado los gobiernos de George Walker Bush y de Bill Clinton propusieron presupuestos que minimizaban las necesidades, en tanto que los políticos locales tomaban cualquier monto que podían y declaraban victoria.

De acuerdo a un artículo que señala esta semana la cadena latina Univisión, en 2004 el Cuerpo de Ingenieros del ejército solicitó US$ 105 millones para los programas de inundaciones y huracanes en Nueva Orleáns. Y fue la Casa Blanca la que redujo ese monto a US$ 40 millones. En tanto, fue el Congreso el que finalmente aprobó US$ 42,2 millones, menos de la solicitud original.

Paradójicamente, los legisladores y Bush acordaron una ley de autopistas por US$ 286.400 millones que incluyó más de 6.000 proyectos pequeños para los legisladores. El Congreso destinó fondos para controlar el polvo en los caminos de Arkansas, construir un almacén en el canal Erie y US$ 231 millones para un puente hacia una isla pequeña y deshabitada de Alaska.

¿Cómo pudo Washington gastar 231 millones de dólares en un puente sin utilidad, y no destinó 42 millones de dólares para los proyectos de inundaciones y huracanes en Nueva Orleáns? Es una cuestión de poder y política.

Al llegar el huracán Katrina, una de las peores catástrofes naturales de la historia de USA, ahora los funcionarios se enfrentan a uno de los mayores retos. Y es ahí cuando comienzan a surgir los primeros desencuentros entre las fuerzas políticas.

"La verdad hablará por sí misma", dijo la senadora demócrata Mary Landrieu con relación a los posibles deslices del gobierno. Posteriormente, su oficina culpó a la Casa Blanca por los recortes presupuestales.

Si no es culpa de los republicanos, tal vez algunos en Washington quisieran culpar a Nueva Orleáns. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Dennis Hastert, cuestionó si una ciudad que está por debajo del nivel del mar debería ser reconstruida. "Para mí eso no tiene sentido", dijo.

Bush, a la defensiva

La prensa internacional está considerando que Bush no responde bien a la catástrofe y esa crisis se suma a las dificultades en Irak

Es que la devastación que provocó Katrina sorprendió al gobierno nacional y puso a la defensiva al presidente Bush, quien ayer -en medio de una ola de críticas de la prensa estadounidense por su manejo de la crisis- reclamó que esta catástrofe natural no fuera convertida en un asunto de politiquería (Nota: El The New York Times tituló un editorial con la frase "A la espera de un líder", que comenzó con una frase lapidaria: "Bush dio ayer el peor discurso de su vida..." y el diario USA Today reprochó a la Casa Blanca su "reacción aparentemente improvisada" al día siguiente del huracán).

Esto motivó al presidente a encargarle a su padre, el ex presidente George Bush, y a su antecesor, Bill Clinton, para que se pongan al frente de la campaña para recaudar fondos en beneficio de los damnificados y que coordinen las tareas de socorro privadas, como ya lo hicieron con el tsunami en diciembre pasado en beneficio de las víctimas de sudeste asiático.

Es más, Bush también se comprometió a entregar una "importante contribución" a las víctimas, según se informó en Washington, y se reunió con el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, para evaluar el posible impacto económico del huracán.

Este paquete de anuncios de la Casa Blanca intenta, aparentemente, detener la avalancha de críticas que llovieron sobre Bush en los últimos días. De hehco, un reciente sondeo difundido ayer por The Washington Post y la cadena de televisión ABC, y que se suma a varios otros previos, señala que la frustración de los estadounidenses con Bush ha aumentado debido al caos de la posguerra en Irak, el alza en los precios de los combustibles y el rumbo de la economía.

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