Atención Poliarquía / La Nación: La experiencia demanda calma con los números

Según los sondeos realizados en septiembre de 1988, George Herbert Bush perdía por 17 puntos en una de las elecciones presidenciales más intensas que se recuerdan en USA. Dos meses más tarde, el 8 de noviembre, el candidato vencía al demócrata de origen griego, Michael Dukakis, por una diferencia de 10 puntos. Ganó 40 de los 50 estados y consiguió el 53% de los votos. ¿Qué hubo en el medio? Una sorprendente campaña por parte de él, y una pésima de Dukakis. Pero el fracaso fue también de las encuestas en su propio país de origen. De la misma manera, ayer el diario La Nación, difundió los números del sondeo realizado por la consultora Poliarquía, que otorgó una amplia ventaja en favor Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires. De ahí que sería prudente poner un poco de calma a encuestadores que incitan la ansiedad de los políticos por la velocidad de números, por cierto, no necesariamente útiles.

Fue en USA donde se inventaron los "sondeos de opinión", pronto convertidos en las "encuestas". Todavía en 1936, el Literary Digest utilizaba un formulario con respuestas por correspondencia, y sus vaticinios sobre la derrota de Roosevelt obtuvieron un estrepitoso fracaso.

La aplastante victoria de Roosevelt provocó que los republicanos juraran nunca más darle crédito a tales sondeos. Sin embargo, los aún poco conocidos George Gallup y Elmo Roper ya se basaron en muestras estadísticas y predijeron al triunfador. Eran los inicios.

Para 1948, las cosas parecían distintas. Gallup era una institución. Se enfrentaban, para la Presidencia Harry Truman, que a la muerte de Roosevelt había gobernado casi todo el cuadrienio, pero al que no se le bajaba del peor presidente de USA y del "borrico de Misouri", y el hábil Thomas Dewey, gobernador de Nueva York con fama bien ganada desde sus combates de fiscal al crimen organizado y con buen papel como contrincante de Roosevelt en 1944. Meses antes de las elecciones los "expertos" aseguraban el triunfo de Dewey, y en la encuesta de Gallup, a los finales de septiembre, se le concedía 46.5% de los votos, mientras a Harry lo dejaba en 38%. Asombró el viraje de noviembre atribuido a los indecisos.

Harry S. Truman barrió. Gallup se limitó a aducir: "No sé qué ha podido suceder". Hubo periódicos que se obligaron a tirar su edición de última hora. La revista Time se burlaba de que la prensa hubiera delegado la función de los reporteros en los encuestadores, y William Manchester, en "Gloria y ensueño (Historia narrativa de EU)", recuerda: "El cuarto poder y sus fuentes de información eran el hazmerreír de la nación".

Un caso sorprendente fue el de George Herbert Bush, quien en septiembre de 1988.

Esta fue una de las elecciones presidenciales más intensas que se recuerdan en USA. Michael Dukakis, un demócrata progresista de origen griego que abogaba entre otras cosas por la abolición de la pena de muerte, tenía el mismo problema de imagen que su rival republicano, el vicepresidente Bush.

Los dos eran candidatos grises y aburridos que no levantaban demasiadas pasiones pero Dukakis supo aprovechar, en una primera etapa, el desfondamiento de la Administración Reagan para situarse con una amplia ventaja en las encuestas.

Mantuvo una ventaja mayor al 10% hasta el mes de septiembre, cuando sus números se deshicieron de manera fulminante como consecuencia de una agresiva campaña de publicidad televisiva lanzada por el bando republicano, dirigido por Lee Atwater. Dukakis no se recuperó del golpe y en ningún momento supo reaccionar.

Finalmente, el día 8 de noviembre, la victoria de George Bush padre fue mayor de lo previsto, ganando 40 de los 50 estados y consiguiendo el 53% de los votos. Dukakis ganó en 9 estados del norte y noroeste, y en Hawaii.

Lo que hubo en el medio fue una buena campaña.

Muchas veces, con distintos fines hacia el electorado, las encuestas son tomadas por los candidatos envalentonados con conocer números positivos.

Resulta que, más allá de veracidad o de lo abarcativas que pueden ser las encuestas, pueden confundirse con realidades concretas. De ahí que a veces, sus datos resultan no necesariamente útiles...

Ayer, el diario La Nación difundió una encuesta realizada por la consultora Poliarquía que otorgaba una amplia ventaja en favor de Cristina Kirchner en provincia de Buenos Aires, y daba el primer lugar a Mauricio Macri en Capital Federal.

"Si las elecciones del próximo 23 de octubre se realizasen hoy, Cristina Kirchner ganaría ampliamente en la provincia de Buenos Aires, con más de 23 puntos de ventaja sobre su principal rival, Hilda Duhalde", publicó el matutino.

El trabajo se realizó del 27 de agosto al 3 de este mes y fueron consultadas 1200 personas en la provincia de Buenos Aires y 600 en Capital Federal.

Siguiendo la encuesta, "en la carrera por las senadurías nacionales por la provincia de Buenos Aires Cristina Kirchner, del Frente para la Victoria, tiene una intención de voto del 37,9%, seguida por Hilda Duhalde, del Partido Justicialista, con el 14,6 %.

Los demás candidatos quedan más retrasados. Así, Ricardo López Murphy, de Propuesta Republicana, tiene un 6,1% de intención de voto, seguido de cerca por Luis Brandoni, de la Unión Cívica Radical, con el 5,4%, y Martha Maffei, de ARI, con el 4,8%".

En el distrito más numeroso del país, a 42 días de los comicios, "hay un 14,2% de indecisos, mientras que un 6,8% afirma que votará en blanco o impugnará su sufragio".

En tanto, en la disputa por los diputados nacionales en la Capital Federal, el panorama por el primer lugar sería mucho más complejo de acuerdo a este sondeo: "Mauricio Macri, de Propuesta Republicana, lidera en intención de voto, con el 21,7%, seguido muy de cerca por Elisa Carrió, de ARI, con el 20,2. La diferencia es tan exigua que, según los autores del trabajo, sólo cabe hablar de empate técnico entre ambos. Más atrás se ubica el kirchnerista Rafael Bielsa, del Frente para la Victoria, con el 12,2%".

Estos fueron los números que, entre otros, publicó La Nación, a dos meses de las elecciones. Sin embargo, y para desgracia de la ansiedad de los políticos, la velocidad de estos números no determina lo que de aquí al 23 de octubre puede ocurrir luego de una empeñosa campaña.

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