La tragamonedización del Hipódromo de San Isidro

Como siempre, con su estilo único e inconfundible, el escritor, periodista y ex embajador Jorge Asís, analiza desde su sitio personal (http://www.jorgeasisdigital.com/v2/motor_textos.php?codigo=221) a lo que denominó "peronismo conyugal" y la "tragamonedización del Hipódromo de San Isidro".

Tío Plinio querido:

Si en la escenografía del peronismo conyugal, la señora Cristina triunfa, holgadamente, sobre la señora Hilda, la tragamonedización del hipódromo de San Isidro se impone, como un trofeo de guerra valiosamente inevitable.

Para depresión, claro, de los bingueros. Es decir, de los propietarios de los bingos que suele frecuentar, cuando se le escapa, la tía Edelma.

Veinte puntos de diferencia, de Cristina sobre Hilda, podrían signar, tío Plinio querido, la consolidación definitiva de la nueva política.
Y serían fatales, los veinte puntos, para los bingueros.

Para absoluto beneplácito de los patriotas que activaron, sin necesidad de ninguna ley, un llamado a licitación casi clandestino. Secreto, en realidad. Convocado desde el más alto estamento social. Con la discreción, ciertamente quebrantada, del Jockey Club.

Le aconsejo entonces que no vaya, próximamente, a almorzar al Jockey.

Aunque lo invite Espronceda, otro fanático degustador, como usted, de las yemitas quemadas.

#Alambrados y perforaciones

La vieja política solía mantener, tío Plinio querido, sin graves litigios, una relación, ostensiblemente armónica, con los códigos tácitos del escolazo.

La nueva política, en cambio, prefiere inclinarse por la luminosidad de las tragamonedas.

Entonces, los entendidos en la filosofía gregariana del ludismo, asisten, entre perplejos y ensimismados, a los desvaríos de fuertes desaveniencias ideológicas.

Sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Un territorio que se suponía alambrado, ¿se acuerda?, por Duhalde. Y que hoy se encuentra súbitamente perforado. Por Kirchner.

Geografía sustancial, tío Plinio querido. Clave para interpretar el desencuentro argentino.

Escenario de combate. Un lugar común de Kunkel. Madre, aunque soltera, de todas las batallas.

El alambrado de Duhalde se cortó, al fin y al cabo, con cuchillos de cocina. De los ideales para cortar tiernos trozos de corderito patagónico.

Sin embargo, Kirchner traiciona por ósmosis. No se conforma entonces con la humillación de desalambrarlo. Necesita arrebatarle, al caudillo que cometió el ingenuo error de catapultarlo, hasta el penúltimo atributo de dignidad.

#Bingueros y tragamonedismo de hipódromo

Entonces la provincia se convierte en un enorme salón casino. Donde se libra la contienda de las tragamonedas.

Tragamonedas que representan, tío Plinio querido, el verdadero boom del crecimiento.

La magnífica evolución de la economía nacional. Elemento transformador que conmueve a cientos de miles de adictos, como tía Edelma, al escolazo.

Asístese entonces, con la nueva política, a la consagración del ludismo unisex.

Con artefactos que admiten una ganancia de 300 dólares diarios por unidad.

Y que relegaron, acaso para siempre, aquel colorido populismo de las carreras de caballos.

Las que supieron emocionar, en blanco y negro, en su oportunidad, a Carlos Gardel. El que cantaba "Leguisamo solo". Acompañado, en el barquito, del actor que pasaría, al desdén de la historia, por haber sido el abuelito homónimo de Tito Lusiardo, alias Juanjo.

En definitiva, la contienda de las tragamonedas permite jibarizar la campaña electoral más torpemente aburrida de la historia. Permite la incorporación, hacia el ludismo de la provincia, de la ética republicana de la metrópoli. La que se desprende del éxito incomparable del casino que funciona en la antesala del hipódromo de Palermo.

A propósito, es tan gigantesca la demanda, en Palermo, las ganas de acceder a las maquinitas de don Cristóbal, que debieron, aparte, copiar el rigor artesanal de las fábricas recuperadas.

Y recuperar, por si no bastara, miles de metros, para ofrecerlos como playa de estacionamiento.

Probablemente, la Alianza de las Tragaperras, que sostiene la convalecencia política de Ibarra, mantiene, aunque en estado de proyecto, el sistemático derrumbe de la totalidad de los edificios de Buenos Aires. Para convertir, la ciudad entera, en una interminable playa de estacionamiento. Situada alrededor del Hipódromo de Palermo y de las tragaperras.

Pero hay que esperar al 24. Para que prospere, al menos, la tragamonedización de San Isidro, es prioritario un triunfo arrollador de la señora Cristina.

Como corolario, la aplanadora de votos hará que los bingueros, vencidos, tampoco puedan evitar, tristemente derrotados, la tragamonedización del hipódromo de La Plata.

De todos modos, las ínfulas avasallantes del proyecto tragamonedizador produce un estado de asamblea ideológica entre los bingueros de la provincia.

A propósito, ya desconocen, los bingueros, en el laberinto, cómo hacer para ausentarse. Para evitar los mangazos consuetudinarios de los candidatos. Aspirantes sensibles que suelen adherir a las enseñanzas de la perinola. Imbuidos, sobre todo, de la postura "Todos Poner".

#Yemitas quemadas

Para colmo, saben, los bingueros, que es imposible confrontar con la capacidad de persuasión del principal referente de las tragaperras del comisario.

Don Cristóbal, en el fondo, resulta imbatible.

Saben también, los bingueros, que el desbordado gobernador Solá, ya sin fichas de colores, no tiene otra alternativa que avalar la movida democráticamente electoral.

Y saben, lo peor, que la implacable tragamonedización de los hipódromos, en especial el de San Isidro, mantiene la complacencia, debidamente autorizada, del presidente del Jockey Club.

Trátase del señor Bruno Quintana. Alias Brunito, la más alta autoridad reelecta. Un cordial amigo de Solá. Y frecuente degustador, como usted, de las yemitas quemadas. Pero con decisión competente en la materia. Aunque algo acosado, eso sí, en la interna societaria. Por otros consumidores, algo rencorosos, de las yemitas quemadas.

Cuentan que Brunito es un cuadro que sólo actúa movilizado por salvar, con romanticismo espiritual, del naufragio económico, a la tradicional prestancia, súbitamente engrasada, del Jockey Club.

Trátase del Club que fuera, otrora, paquetísimo. Que supo derivar en la declinante institución de clase media ambiciosa, en el esplendor del ascenso del palo enjabonado.

Al extremo de equipararse, en cierto modo, a una especie de Geba.
Una institución apesadumbrada, de un tiempo a esta parte, por la irrupción de cuantiosos seres de la guía, pero de significantes mayoritarios, semánticamente católicos.

Que no resisten la atracción fosforescente de las yemitas quemadas.

#Final con patricios

Una oleada de señores enriquecidos, tío Plinio querido, sin los roces de la distinción.

Pero, lo que es la pragmática injusticia, con superiores condiciones de colocar, sobre la mesa, las tres decenas de miles de dólares, a los efectos de formar parte del núcleo de pertenencia.

Trátase de sumas consistentes. Que los alicaídos representantes del patriciado doméstico no se encuentran, pobres, en condiciones de desembolsar.

Como tampoco pueden ostentar, tampoco, los patricios acosados, los atributos del poder.

Que supieron perder, tío Plinio querido, por el empacho prepotente de la democracia.

En el fondo, se asiste a las penurias de un combate desigual. Entre la acumulación creciente de apellidos de la guía, en ascenso financiero, con los significantes apellidos compuestos, que aluden a la sonoridad cautivante de las avenidas.

De todos modos, es factible que el Jockey Club, con la desinteresada conducción de Brunito, pueda también salvarse, con los entretelones de la vulgar tragamonedización de la sociedad argentina.

Aunque ningún esgrimista pueda imaginar, en el fondo, que ninguna maquinita alcance a desplegar, con cierto ritmo, su fastuoso entretenimiento de colores, en la sede epónima de la avenida Alvear.

Dígale a tía Edelma que, en cuanto tenga más tiempo, le escribo sobre el tantrismo. Como lo solicita su amiga Otilia, que es bastante brava y mantiene, aún, esperanzas de convertirlo a su marido.

Dejá tu comentario