Señales opuestas: K descansa sobre la popularidad de la sensación

Para evitar más marginación, el gobierno debería recomponer la relación con el resto del mundo. Pero Kirchner da señales opuestas, mientras se convence de que su popularidad se debe a la sensación de que la economía anda bien. A continuación, el editorial del diario Río Negro:

Según datos suministrados por el INDEC, mientras que los salarios de los empleados registrados tanto en el sector privado como en el público propenden a aumentar a un ritmo que es levemente superior a la tasa de inflación, los de quienes trabajan en la economía negra están perdiendo cada vez más terreno.

En algunos meses, entre ellos agosto pasado, se reduce no sólo su poder de compra sino también su valor nominal. Dicho de otro modo, a casi cuatro años de la ruptura convulsiva del "modelo neoliberal" y su reemplazo por otro que sus artífices calificaron de "productivo", siguen agravándose las lacras que fueron atribuidas al armado por el presidente Carlos Menem y que, a ojos de muchos, sirvieron para legitimar su desmantelamiento.

Además, no existen motivos para suponer que sólo es cuestión de un fenómeno coyuntural o de un efecto demorado de lo que sucedió en la década de los noventa.

Antes bien, todo hace pensar que se trata de una consecuencia previsible del "modelo" que se inspiró en la voluntad de Eduardo Duhalde y sus colaboradores más cercanos de ayudar a los empresarios bonaerenses menos competitivos, encabezados por los de la industria textil, mediante la reducción drástica de sus deudas y un tipo de cambio que, se suponía, les permitiría vender sus productos en mercados extranjeros un tanto más exigentes que el nuestro.

Huelga decir que dicha estrategia no funcionó. Sin acuerdos políticos como los que benefician a las automotrices, pocas empresas no agrícolas han logrado exportar mucho más a pesar de que el comercio mundial haya disfrutado de un boom prolongado.

Aunque el real ha subido frente al dólar, nuestro déficit con el Brasil no ha dejado de agrandarse. Lo que la política del dólar alto sí ha conseguido, empero, es agregar una presión inflacionaria más al hacer más caros no sólo los bienes importados sino también los que pueden exportarse como la carne.

Por desgracia, no hay recetas fáciles que servirían para frenar la creciente marginación de los indigentes, los pobres y los muchos que conforme a las estadísticas difundidas por el INDEC deberían considerarse de clase media, pero que según pautas menos humildes que las oficiales viven en la pobreza.

Después de todo, el setenta por ciento de los empleados en alguna capacidad tiene ingresos que están por debajo de los 800 pesos mensuales que se estiman necesarios para comprar la canasta básica.

Para que esta situación se modifique en los años próximos, el gobierno tendría que recomponer nuestra relación con el resto del mundo para que comiencen a ingresar inversiones en gran escala, pero sucede que el presidente Néstor Kirchner raramente pasa por alto una oportunidad para ensañarse con los empresarios.

Igualmente contraproducente es la actitud del gobierno, y de buena parte de la población, hacia los bancos: los critican con ferocidad por no dar más crédito al parecer sin darse cuenta de que a la luz de sus experiencias recientes y de la hostilidad oficial es lógica la extrema cautela que manifiestan.

Por cierto, la decisión de la Cámara baja de anteponer una vez más los intereses de los deudores hipotecarios por encima de aquellos de los acreedores no ayudará a que sea más fácil conseguir créditos, pero a menos que esto cambie el nivel de vida de la mayoría continuará deprimido.

Ya que hasta Duhalde se ha puesto a criticar el "modelo" que fue construido cuando estaba en el poder y desde hace más de dos años administra Kirchner porque, como dijo, no será posible salir pronto de la crisis en base a nada más que "las ventajas competitivas de la devaluación", sería de suponer que después de las elecciones el gobierno procuraría modificarlo porque en todo salvo lo macroeconómico los resultados han sido diametralmente contrarios a los presuntamente deseados.

Sin embargo, no parece demasiado probable que esto ocurra. Según parece, Kirchner está convencido de que su popularidad se debe a la sensación de que la economía anda bien, de suerte que tarde o temprano habrá un "derrame" o "goteo" de riqueza que favorezca a los sectores más pobres, y a su costumbre de culpar a los empresarios por disgustos como el supuesto por la inflación, brindando así la impresión de estar luchando con valentía contra los presuntos responsables de todas las desgracias del país.

Dejá tu comentario