Poder y negocios: Luksic y sus 4 encuentros con Montesinos

Andrónico Luksic ralató sus tres reuniones en Lima con Vladimiro Montesinos, y otro encuentro más, negando que en ellos le haya entregado dinero al por entonces todopoderoso peruano. En las citas, más allá del caso Lucchetti, Luksic habló de otros negocios y de política, y le obsequió a Montesinos botellas de su viña Tabalí. El 4to. encuentro en Santiago en 2000, durante una de las visitas del asesor de Alberto Fujimori a Chile, según el relato del diario La Tercera:

El 11 de junio de 2002, tras aterrizar de madrugada en su avión privado en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima, Andrónico Luksic se presentó ante la jueza Ximena Cayó en el 2do. Juzgado Penal Especial de Lima, que investigaba la denuncia por corrupción y tráfico de influencias contra el empresario chileno y otros dos ejecutivos de Lucchetti Perú: su presidente, Gonzalo Menéndez, y su gerente general, Fernando Pacheco.

En la declaración -que se extendió por 6 horas y es 1 de las 3 que Luksic ha hecho a lo largo del caso- la magistrada le preguntó si había pagado coimas a Vladimiro Montesinos o hecho aportes para financiar la campaña del entonces Presidente Alberto Fujimori.

En el testimonio judicial, hasta ahora desconocido en Chile, Luksic negó todos los cargos, y afirmó que el único aporte de Lucchetti fue una donación de ollas, cocinas y pasta para la Fundación Niños del Perú que administraba Keiko Fujimori, la hija del mandatario.

5 meses después de este interrogatorio, la jueza Cayó absolvió por falta de méritos a Luksic en los delitos que enfrentaba.

Aunque esa fue, sin duda, una victoria judicial, no duró mucho: pocos días después, y ante una apelación de la fiscalía peruana, la sala anticorrupción de la Corte Superior de Lima volvió a procesarlo por instigación al tráfico de influencias, que sigue pendiente hasta hoy y que motivó -después de que el pasado 29 de septiembre el empresario no se presentara al juicio oral aduciendo falta de garantías de un debido proceso- que se dictara una orden de captura internacional en su contra.

Para su abogado, Gastón Gómez, esta y las otras dos declaraciones son la prueba de que Luksic ha tenido una "permanente disposición de colaborar con la justicia peruana cuando enfrenta un proceso imparcial, sin discriminaciones y donde se respeta el debido proceso".

Pero más allá del derrotero judicial, en que la defensa del empresario acusa haber sido víctima de discriminación y falta de igualdad ante la ley y esta semana demandó al Estado peruano ante la Comisión de DD.HH. de la OEA en Washington, la declaración de Luksic contiene el relato, en sus propias palabras, de sus 4 encuentros con Montesinos.

1er. encuentro: Chorrillos, marzo de 1998

Luksic aterriza en marzo en Lima en su avión Citation VIII.

2 meses antes Montesinos ha recibido a Gonzalo Menéndez, el presidente de Lucchetti Perú, quien le ha solicitado ayuda con un recurso de amparo contra la Municipalidad de Lima y su alcalde Alberto Andrade, que ha paralizado las obras de construcción de la planta.

El recurso ha sido acogido, gracias a los oficios de Montesinos, por el juez Percy Escobar, pero aún está pendiente la apelación del municipio. Es Montesinos, como dice Luksic, quien ha solicitado la reunión.

"Conocí a Vladimiro Montesinos a principios del año 1998, me parece que en marzo. En enero o febrero yo estaba de vacaciones en Estados Unidos. Me llama un par de veces el gerente de Lucchetti Perú, Fernando Pacheco, y me cuenta la situación que vivía la planta, que yo hasta ese momento no conocía. Pacheco también me informa que el asesor presidencial Vladimiro Montesinos Torres tenía interés en conocer al dueño de Lucchetti. Pregunto a Pacheco si era necesario ir a Perú y quién era este señor Montesinos, y Pacheco me informa que se trata de un hombre muy vinculado al gobierno peruano y un hombre muy importante e influyente. Fernando Pacheco organiza un poco la visita (...)

Yo vengo al Perú cuando volvía de mis vacaciones con mi familia en EE.UU. Montesinos me invitó a almorzar. A través de Pacheco me junté con él en Chorrillos, donde Montesinos tenía su oficina, y conversamos durante dos o tres horas. En el almuerzo aproveché de preguntarle a Montesinos si efectivamente el gobierno peruano tenía interés en que nosotros hiciéramos la fábrica de fideos, y le expresé mi extrañeza de que habiendo cumplido con todos los trámites municipales, las obras estuvieran detenidas, y cómo una municipalidad distinta a dónde estábamos instalados nos podía parar la obra.

Recuerdo que él me explicó -me hizo un gráfico- cómo funcionaban las cosas en términos municipales, y además me aseguró que el gobierno peruano miraba con absoluta simpatía el que hiciéramos la fábrica, que entendía que íbamos a traer más competencia y trabajo, que obviamente una planta moderna que generaría una baja en los precios de los fideos. (También me dijo) que había que esperar el desarrollo normal de los trámites judiciales que la compañía había iniciado, y que no había una mano negra en el gobierno peruano en el sentido de que no hiciéramos la fábrica.

La reunión se extendió mucho, pero hablamos de otros temas, como (la toma de rehenes en) la embajada de Japón y el operativo (de rescate) Chavín de Huantar. También conversamos del gobierno chileno, del señor (Augusto) Pinochet, porque al parecer el señor Montesinos había estado un par de veces en Chile. Para esta reunión me recogieron en el hotel".

2do. encuentro: Santiago, julio o agosto de 1998

Entre 1990 y 2000, durante los 10 años que ejerció como el poder en las sombras de Alberto Fujimori, Montesinos viajó al menos en 6 oportunidades a Chile, como revelan sus registros migratorios.

En una de esas visitas se reúne con Andrónico Luksic, quien lo invita a un asado en el fundo de su padre, en Los Andes. La mujer que Luksic identifica como la esposa del asesor es en rigor su pareja: Jacqueline Beltrán, condenada a cuatro años de prisión en un caso de tráfico de influencias. Cuando Montesinos llega a Chile, Lucchetti ya había reanudado la construcción de su planta.

En la 1ra. reunión con Montesinos él mencionó que iba de vez en cuando a Chile.

"Yo le dije que en su próxima visita me avisara para invitarlo a comer o almorzar. Al cabo de uno o dos meses de esta primera reunión me llama su secretaria, Maruja (Matilde Pinchi Pinchi), a mi secretaria, para decirle que Montesinos viajaría a Chile, no pudiendo precisar -por razones de seguridad- la fecha, pero preguntando si en equis días más yo iba a estar en el país.

Me avisaron de un día para otro que Vladimiro Montesinos llegaba a Chile, que se iba a alojar en el hotel (Hyatt). Lo llamé al hotel un sábado en la mañana, temprano, y lo invité a almorzar. El me dijo que estaba con su señora (Jacqueline Beltrán). Le pregunté a qué lugar quería ir, y me dijo que a uno que fuera muy privado. Le dije que los días sábados teníamos un asado en el fundo de mi padre a una hora de Santiago y le pregunté si no tenía problemas de estar con mi familia.

Él me dijo que estaría contento de conocer a mi padre (el patriarca del grupo, Andrónico Luksic Abaroa). Llamé a mi mamá y le dije que iba a invitar a una pareja de amigos peruanos, sin decirle de qué se trataba. Ella me contestó que no había problemas y yo pasé a buscar a Montesinos en mi camioneta. Me presentó a su señora, que era mucho más joven que él, y los tres nos fuimos, yo manejando.

Él iba con gente de seguridad, en dos autos que nos seguían un poco más alejados. Estuvimos en el fundo, él conversó con mis padres y en la tarde -para no tener que regresar otra hora de camino- pedí que el helicóptero de la compañía nos recogiera en el campo. Me preguntó si alguien más sabía, y le dije que no. Regresamos los tres en el helicóptero a Santiago.

A Montesinos le gustaba hablar del general Pinochet, de las Fuerzas Armadas y de temas políticos, de sus relaciones con la DEA (la agencia antidrogas de USA). En el aeródromo nos esperaba mi auto y en él fui a dejarlos al hotel. Quedamos de cenar en la noche en un restaurante muy bueno en Santiago llamado El Suizo. Comimos, conversamos temas variados y su señora se quejó de que al día siguiente se iban muy temprano a Buenos Aires. Yo les dije que si querían irse más tarde podía mandarles el avión de la compañía. Ellos aceptaron y desde el restaurante llamé para acordar el vuelo del día siguiente. Después de la comida los dejé en el hotel y no los vi más. Ese viaje fue en julio o agosto del '98.

3er. encuentro: Servicio de Inteligencia Nacional, fines de 1998

Luksic acude a Lima por 2da. vez. Se reúne con Vladimiro Montesinos en la sede del SIN, centro de operaciones del asesor.

Según el empresario, el encuentro busca clarificar la posición del gobierno peruano ante la posibilidad de que el grupo Luksic, asociado al Banco Central Hispano, compre el banco Wiese, el 2do. del Perú, donde el empresario chileno y sus socios españoles ya controlan el Bancosur.

Aunque Montesinos afirma que el gobierno de Fujimori no tiene reparos, la operación no se efectúa, porque el banco Wiese opta por fusionarse con el Sudameris.

"La 2da. reunión (en Lima) fue a fines del '98 o principios del '99, en las instalaciones del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional). Me parece que me recogieron en el aeropuerto. El propósito de este encuentro era consultarle al asesor presidencial si el gobierno peruano sabía que estábamos estudiando la compra del banco Wiese, y si había algún problema en que esta negociación prosperara y nos convirtiéramos, siendo chilenos, (pero) en conjunto con el grupo español BCH y los antiguos accionistas del Wiese, en el 2do. banco del Perú.

Se me informó que no había ningún problema por parte del gobierno peruano en que compráramos el banco, siempre y cuando capitalizáramos los fondos necesarios en el Wiese de acuerdo con la Superintendencia de Banca. (También me dijo) que ser chilenos no era un impedimento para hacer negocios en el Perú, cosa que les podía decir a mis socios españoles.

4to. encuentro: Servicio de Inteligencia Nacional, mediados de 2000

Reunidos en el mismo lugar que la vez anterior, Luksic busca la ayuda de Montesinos para 2 temas no directamente conectados a sus negocios, sino a su actividad gremial.

Como miembro del comité asesor internacional de la Bolsa de Nueva York, quiere que el Presidente Fujimori asista al encuentro anual que esa entidad efectuará en Perú ese mismo año. Luksic relata que en esa oportunidad llevó desde Chile 3 cajas de vino como obsequio para Montesinos, pero que regaló 1 de las cajas a un general de la policía.

La anécdota no es tan irrelevante como parece: uno de los testimonios contra Luksic en el proceso es el de Matilde Pinchi Pinchi, la ex secretaria de Montesinos, quien declaró que en esas cajas no había vinos, sino US$ 2 millones. Aunque la acusación es inverosímil por varios motivos -si se tratara de billetes de US$ 100, habría que haber puesto 20.000 unidades adentro de ellas-, Luksic negó esa versión y reafirmó que sólo regaló vino tinto.

La versión de Luksic fue corroborada por el policía: en la caja que se llevó, y que eligió al azar de entre las 3, había vino y no dólares.

La 3ra. reunión (en Lima) es a mediados del año 2000, y vengo a conversar con él por dos temas. Uno, porque yo soy miembro del comité asesor de la Bolsa de Nueva York, que había decidido hacer su reunión anual en Lima durante septiembre de ese año. Vine a comentarle (a Montesinos) que me parecía muy importante que el Presidente Alberto Fujimori recibiera a la gente de Nueva York.

El otro tema era la reunión del Apec, de la que Chile, Ecuador y Perú son miembros. Yo represento a Chile nombrado por el Presidente de la República, y aproveché de preguntarle cómo estaba Perú mirando algunos temas de la agenda que se iba a tocar en la reunión del Apec (...). Recuerdo perfectamente que esa vez me recogió en el aeropuerto el jefe de migraciones, un general de la policía de apellido Huamán.

Lo recuerdo porque ocurrió una anécdota. Yo traía 3 cajas con 6 botellas de vino para el señor Montesinos de nuestra viña. Venían envueltas en papel de regalo, y en trayecto a la sede del SIN, el señor Huamán empezó a preguntarme al respecto y yo le ofrecí que se quedara con 1 de las cajas de vino. El general Huamán se veía un poco asustado de que esto trascendiera, pero finalmente el personal sólo bajó 2 cajas y Huamán se quedó con 1. Las cajas se pusieron arriba de un barcito en la sala donde recibía el señor Montesinos. Le dije al señor Montesinos que estaba trayendo el vino del que habíamos hablado y que ojalá le gustara.

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