DESPUÉS DE VILLA SOLDATI

Cristina cerró Disneylandia y reabrió la realidad

La mentira que suponía Cristina Fernández de luto y victimizándose, ha concluido. Por fin aparece la realidad: una Presidente volcándose hacia el 'ladriprogresismo' no peronista, con un discurso irreal, más parecida a Héctor J. Cámpora que a María Estela Martínez. La opinión pública podrá percibir que durante 30 días convivió con una falsa Cristina. Disneylandia ha terminado. Esto es la realidad.

 por CLAUDIO M. CHIARUTTINI

 
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). La ocupación del Parque Indoamericano, la decisión del Ejecutivo Nacional de cargar todas las responsabilidades sobre Mauricio Macri y los muertos causado por los actos de violencia que permitió una Policía Federal ausente y una Policía Metropolitana sólo de proximidad (por exigencia del 'ladriprogresismo') destrozaron los festejos de los 3 años en la Casa Rosada de Cristina Fernández, viuda de Kirchner, y el lanzamiento de la Operación Clamor para conseguir su reelección.
 
Invadidos por el ADN político de Néstor Kirchner, el entorno de Cristina Fernández creyó que la crisis de Villa Soldati y las escenas de caos torpedearían la imagen y voluntad de voto a Mauricio Macri, pero develaron la hipocresía del discurso kirchnerista sobre derechos humanos.
 
El vano intento de la Casa Rosada de culpar de la crisis a Mauricio Macri por subejecutar el presupuesto de la Ciudad, legitimando no ya la toma de colegios de hace un par de meses y los paros en los hospitales municipales sino un parque público; se mezclaron con las descalificaciones personales, las críticas al otorgamiento de escrituras para vecinos de diversas villas porteñas (algo que hizo el Gobierno nacional en todo el país los últimos seis años) y el lanzamiento de Abel Fatala (ex funcionario de Aníbal Ibarra, culpable del enojo popular por las inundaciones de 2001 en Belgrano, hoy protegido del ministro de Planificación, Julio De Vido) como precandidato a Jefe de Gobierno porteño, ¿y Daniel Filmus?
 
Poco le importó al Gobierno que existan bandas que organizan a los ocupantes del Parque Indoamericano, que les cobran por terrenos que no son suyos y que fomentan la violencia para defender los predios invadidos. Todos esos delitos nunca fueron mencionados por el Jefe de Gabinete ni por ninguno de los funcionarios oficialistas que se agolparon  en los medios para criticar a Mauricio Macri y sus ministros.
 
En el desesperado intento por separarse de la crisis de Villa Soldati, Aníbal Fernández se olvidó que la responsabilidad de la seguridad en la Ciudad de Buenos Aires le corresponde al Gobierno Nacional a través de la Policía Federal y no puede acusar a Mauricio Macri de crear clientelismo por otorgar escrituras en las villas cuando el Ejecutivo Nacional administra el mayor aparato clientelista que se ha visto en la historia argentina.
 
También sonaron ridículas las comparaciones que hizo Aníbal Fernández entre la eliminación de villas en San Juan y la gestión de Mauricio Macri. Entre 2003 y 2010, el Ejecutivo Nacional tuvo casi US$ 500.000 millones de Presupuesto, mientras que el Jefe de Gobierno porteño, entre 2007 y 2009 tuvo US$ 20.000 millones  para gastar, es decir, 25 veces menos y la mitad del tiempo en el poder. Con respecto a San Juan, las 60 villas erradicadas en la provincia tenían menos habitantes que la Villa 31, que representa sólo 10% de las personas que viven en villas en la Ciudad.
 
La Casa Rosada sabe que hay en ciertos grupos políticos amigos la idea de que el control del espacio público es la base del control del espacio político y que intrusar parques o terrenos libres va en contra del ordenamiento urbano que impone, siempre según su discurso, la burguesía. Así, rediseñar el espacio público burgués es imponer un nuevo modelo social.
 
Oculto detrás de esta alocada mezcla de revolución con arquitectura se encuentra un dato político clave: al Peronismo le conviene la favelización de la Ciudad con el fin de cambiar el mix de votos porteños, ya que la zona sur le dio el triunfo en el ballotage a Mauricio Macri, y su giro hacia el kirchnerismo hizo trastabillar a Gabriela Michetti el año pasado. 
 
La crisis de Villa Soldati no sólo obligó a Cristina Fernández a desplegar en la Ciudad fuerzas de Gendarmería y Prefectura, algo a lo que se habían negado sistemáticamente a llevar a cabo en los últimos años; sino también, a suspender el anuncio del Programa Nacional de Derechos Humanos que se iba a realizar el viernes 10/12 (que se lanzará, posiblemente, el 24/03/2011) y tener que intervenir en una pelea entre Horacio Verbisky y Aníbal Fernández por el control de las fuerzas de seguridad, presentando improvisadamente un nuevo ministerio.
 
El Ministerio de Seguridad era el instrumento con el cual Cristina Fernández esperaba eliminar las críticas por la falta de una política contra la inseguridad que le adjudica, con razón, la oposición. Sin embargo, tuvo que adelantar su lanzamiento para ocultar la cadena de errores cometidos por Aníbal Fernández y el ministro de Justicia y Seguridad, Julio Alak, quien tiene altas probabilidades de tener que dejar su cargo en el corto plazo.
 
Nilda Garré asume un Ministerio de Seguridad para el cual no está preparada, en medio de crecientes críticas de las fuerzas militares por su gestión en el Ministerio de Defensa y cuando surge una denuncia por compra herramientas defectuosas y comida en mal estado que se habría enviado a las bases antárticas en primavera y que se estaba analizando en el Congreso hasta hace dos semanas y ahora duerme en un escritorio.
 
Quizás, Nilda Garre considera que el delito se combate de la misma forma que entrenó a los militares para defender a la Argentina en caso de un ataque extranjero: reduciendo al mínimo su presupuesto operativo, sin invertir en armas y elementos de seguridad, lanzando persecuciones por portación de apellido o familiaridad y dándole clases de derechos humanos.
 
La ocupación del Parque Indoamericano tapó noticias que el Gobierno quería destacar como el reconocimiento de la independencia de Palestina (venganza de la Casa Rosada luego de las filtraciones de Wikileaks) y el hallazgo del nuevo yacimiento de gas, papelón mediático del oficialismo que primero dijo que multiplicaba las reservas de gas por 50 (cuando sólo crecieron 5 veces, sólo para YPF) o que podría ser consumido por 90 años (cuando las reservas pasaron pasó de 6 a 16 años).
 
Incluso, la crisis de Villa Soldati ocultó

> la foto ecuménica de Cristina Fernández en la sede de YPF,

> el arrinconamiento a Hugo Moyano que logró Daniel Scioli encolumnando al PJ bonaerense y

>la virtual disolución del Grupo de los 8, que encabezaba el intendente de Tigre y ex Jefe de Gabinete, Sergio Massa.

 
El Ejecutivo Nacional necesitaba terminar con la crisis de Villa Soldati antes del fin de semana dado que el martes 14/12 se producirá la coronación de Cristina Fernández al frente del PJ, al tiempo que trata de someter a Hugo Moyano a un pacto social que el camionero boicotea con pedidos de salarios sin techo o leyes que no aceptan los privados, con la seguridad de que los pactos sectoriales que negoció el ministro Julio de Vido y que no evitaron un mega paro de petroleros en el sur o choques en el sector eléctrico.
 
No alcanza con romper a la Central de Trabajadores Argentina para calmar a Hugo Moyano, el camionero articuló en La Pampa un discurso ultraoficialista (“vamos a obligar a la Presidente a que se presenta a la reelección”, dijo) cansado de presiones judiciales. Dicen en su entorno que ya se sometió a Daniel Scioli y a los Barones del Conurbano y que bajó su proyecto político. El ultraoficialismo es su último intento de recrear la relación que tenía con Néstor Kirchner. ¿Vendrá después el desafío?
 
Tal como se ha dicho, la fortaleza del Gobierno proviene de una débil oposición, muy fragmentada. Como pocas veces en los últimos años, el PRO y la Unión Cívica Radical enfrentan peligros concretos de división; el socialismo y el GEN de Margarita Stolbitzer dudan en elegir entre Ricardo Alfonsín y Fernando Pino Solanas, Ernesto Sanz aparece como un tapado para el empresariado, Julio Cleto Cobos va camino a no tener partido y Francisco de Narváez no tiene presidenciable que lo lleve en su boleta; en Santa Fe, el acuerdo ARI-UCR peligra y el Frente para la Victoria puede dividirse en Córdoba y en los pagos de Agustín Rossi.
 
Pero, tal como demostró la crisis de Villa Soldati, la Casa Rosada no puede contar con la atomización de la oposición y ocultar los problemas económicos para ganar las elecciones. Tampoco alcanza con el apoyo de piqueteros y organizaciones de derechos humanos clientelistas. Menos aún en un Hugo Moyano acosado o con intendentes y gobernadores que adhieren a la Casa Rosada por qué los inunda de dinero ($ 108.000 millones este año).
 
La mezquindad del kirchnerismo ha sido notable en estos años. La crisis de Villa Soldati es el resultado de haber abandondo la Ciudad de Buenos Aires en las administraciones de Aníbal Ibarra y Mauricio Macri, al creer que el primero no era confiable y que el segundo es un enemigo político.
 
Las encuestas dirán quién salió con la imagen e intención de voto dañada y quién capitalizó la crisis del Parque Indoamericano; gobernar pensando en encuestas, intenciones de voto, costos y beneficios electorales es jugar con fuego. El menor movimiento, el menor error, y uno puede quemarse, como le ocurrió ahora a Cristina Fernández.
 
Para peor, la solución aplicada por el Gobierno (proteger a los usurpadores y garantizar la seguridad a los ocupas que se queden con el Parque Indoamericano) garantiza que nuevas crisis con idénticas características se van a producir en Villa Soldati y alrededores. Hay cientos de hectáreas para que las mafias de estafadores que movilizan pobres vendan una y otra vez, por lo cual, es muy posible que tengamos nuevas ocupaciones.
En ese caso, ¿volverá Aníbal Fernández a culpar a Mauricio Macri por la decisión tomada este fin de semana por Cristina Fernández? Sólo es cuestión de tiempo para conocer la respuesta.

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