Cuentos Completos de Jorge Asis: Un recuerdo y el futuro

"(...) Entonces yo era zalimchico y tenía nueve años. Con atención lo contemplaba desde la puerta de mi casa: sus fervorosos gritos tajeaban el silencio enclavado en la tristeza de mi barrio peronista, un silencio apenas interumpido por leves ecos de bombazos, y por el melodramatismo de algún noticiero radial, precedido infaltablemente por esas marchas militares que entonces me emocionaban, me alentaban a defender con inocente abnegación a la bandera de mi patria, a sus discutibles próceres y a su tierra". Sí, es la prosa de Jorge Asis, quien acaba de presentar su nuevo libro, 'Cuentos Completos'. POR EDGAR MAINHARD

Aún recuerdo el primer día en el diario 'Clarín', marzo de 1981, lunes 16:00 y la vieja 'cuadra' con una calle central desierta; la mayoría de los escritorios, armatostes traqueteados, estaban sin habitantes, a excepción de un individuo de mirada intimidante sentado casi a la mitad del recorrido. Algunos metros a su derecha, el busto de Roberto Noble que vigilaba a la Redacción (si era por eso, tendrían que haberlo puesto un piso más arriba, para que su actividad posmortem fuese más productiva).

El individuo de mirada intimidante, cavilaba vaya uno a saber con qué resultados. A él le pregunté dónde podía ubicar a Gonzalo D'Hers, mi inminente jefe en Economía, según me había explicado Osvaldo Granados, mi presentador oficial. Aquel señor me explicó que yo aún debía recorrer la otra mitad de la Redacción, hasta las ventanas del fondo, lo que hice sin saber que acababa de conocer a Jorge Asis.

Por entonces, él era el impertinente Oberdán Rocamara, una superestrella del plantel estable del matutino y figura en ascenso en la literatura argentina. Por cierto que esto no quiere decir mucho en sí mismo, porque como se sube se baja.

Además, a esta altura del partido, uno ya comienza a sospechar que lo del ascenso carece de mérito en esta Nación mediocre, donde un grupo de borregos califica al prójimo mientras juega con un ringtone que bajó a $ 3 + IVA para lucir en su celular un mensaje que dice "Qué lindas piernas, ¿a qué hora abren? Dejame tu mensaje".

Tiempos culturales en los que Enrique Macaya Márquez y Marcelo Araujo han sido reemplazados por Mario Pergolini y Felipe Pigna, quienes relatan la historia con más ligereza que un partido de fútbol.

Y encima ahora nos enteramos que parece que su show es hijo del plagio.

Pero esta caprichosa Argentina donde nos tocó vivir es así, premia al inútil, asciende al mediocre, se caga en la meritocracia y ametralla la modernidad.

Mi amistad con Asis creció cuando ambos estábamos ya afuera de 'Clarín'; él se fue mejor que yo porque se llevó una indemnización, yo cometí la rebeldía de renunciar por hastío.

Luego de haber pasado por varias redacciones he llegado a la conclusión de que los mejores amigos son aquellos que van más allá de una Redacción, los que a menudo son coyunturales, y luego se vuelven evasivos, lejanos, desconocidos.

Por lo tanto, si voy a opinar sobre el nuevo libro de Asis, 'Cuentos Completos', es obvio que mi juicio se encontrará embebido por valores e historias no literarias. De todos modos, me interesa mucho abundar en un par de cuestiones.

Antes que nada, no es frecuente en la literatura argentina contemporánea un libro de cuentos de 446 páginas en tipografía apretada. Estamos tapados por los escritores de apuro, hijos de una noche acalorada sin profiláctico, tal como el bastardo Francisco, en el cuento de Asis, 'La banda de las mujeres salvajes'.

Luego, me resulta tan ridículo como inexplicable el vacío que cada libro de Asis provoca entre la colonia literaria argentina.

Lo acusan de esto y también de aquello. Aún de lo de más allá. Por supuesto que no es un santo varón, de lo contrario no sería argentino ni escritor. En cambio del otro lado parece existir una legión de turkmenistanos o vaya uno a saber qué ascendencia tienen semejantes habitantes de la Argentina impúdicamente virginales.

Lo que hicieron con 'Lesca, el fascista irreductible' fue de una torpeza memorable, básicamente porque ellos no escriben la historia, ellos escriben la coyuntura, que es efímera, incompleta, circunstancial. No faltará mucho para que los juzguen como gnomos triviales, protagonistas de tiempos intrascendentes, los tiempos frepasianos que inauguraron el siglo 21 y permanecen con Néstor Kirchner. Los tiempos de una Argentina que no falta tanto para que odien por lo menos 30 millones de argentinos.

Son tan estúpidos muchos de los que ahora caminan por las redacciones que han conseguido elevar a Asis a la categoría de 'escritor maldito'.

No me refiero a Baudelaire ni a Rimbaud ni a Henry Miller y los otros.

Sí a Julián Centeya, Evaristo Carriego, Oliverio Girondo y Roberto Arlt, nuestros escritores malditos.

Es un pedestal muy costoso en términos personales, pero muy interesante por cierto. En 20 años, ¿quién se acordará del secretario de Redacción del suplemento Cultural de La Nación que ordenó suprimir la crítica de Asís? En cambio alguien emprenderá la recopilación de los autores malditos y Asís ya se ganó un lugar.

Además, en estos tiempos de la internet, todo es tan diferente a los tiempos pasados que yo no necesito ni a 'La Nación' ni a 'Clarín' para que Ud. me lea. Asis tampoco.

En el relato breve, la ficción corta, o sea el cuento, él logra una creatividad y un impacto notable. Esa mano levantada como al azar que deja al contrincante descansando sobre la lona. Por ejemplo, leer 'Chofer pero no psicólogo' es imperdible.

En esta obra, inclusive aparece lo que casi podría considerarse una vibrante novela corta, 'La lección del maestro'.

También, ahora que tanto se habla de los '70, algunos relatos de 'La Manifestación' (1971) son de lectura casi obligatoria y no se entiende porqué algún productor creativo no los ha convertido aún en guiones de televisión.

En fin, y para no incomodar: 35 años de literatura. Es verdad que no dejan dinero pero sí otros activos que incluyen, si Ud. se decide, el poder de ingresar a su biblioteca para que Ud., amo y señor, evalúe si estoy en lo cierto. De ninguna manera me lo agradezca, el placer es mío.

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U24, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2005.

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