Furia con Bielsa en la Rosada porque él sabía hace 1 mes que iba a Francia por pedido propio

Rafael Bielsa ayer: "Quiero contarles que me reuní con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y le manifesté que no estoy en condiciones de ser embajador argentino en Francia. Le dejé una carta al presidente Kirchner explicándole las razones. Tomé la decisión cerca de las 4 de la tarde, después de salir a caminar por los alrededores de mi casa y escuchar los cuestionamientos de la gente en la calle. Fue un gran dilema moral. Tengo que admitir que no hice una lectura correcta. Sin temor a equivocarme, creo que la ciudadanía privilegia la credibilidad de la palabra pública por sobre las necesidad de la gestión. Pero he escuchado la voz del pueblo. Sigo pensando que mi deber era hacerme cargo de la Embajada".

Atilio Bleta en el diario Clarín:

"El jefe de Gabinete Alberto Fernández apeló a toda la batería de argumentos a su alcance para tratar de convencerlo, pero fue en vano. Pasadas las 18:30 el ex canciller Rafael Bielsa salió apurado del despacho de Fernández diciendo "no, no, ya me fui, ya me fui".

En los pasillos de la Casa Rosada estaba instalada la versión de que Bielsa vino a entrevistarse con el jefe de Gabinete para decirle que no iba a ser el próximo embajador en Francia.

(...) El ex ministro repitió ante el jefe de Gabinete más o menos los mismos argumentos que un rato después haría públicos en la conferencia de prensa.

Trascendió además que Fernández y Bielsa mantuvieron una primera reunión ayer a la mañana, pero en ese encuentro no hablaron del tema, al punto que hacia el mediodía, el Jefe de Gabinete le dijo a otros funcionarios que el ex Canciller pensaba estar en París para el 15 de enero de 2006.

No obstante, Fernández olfateó que algo andaba mal cuando supo por boca de su secretaria que Bielsa anunciaba su inminente presencia en la Rosada. Eran las 17. En el Gobierno se sabía que la mujer de Bielsa no quiere irse a vivir a París y, como es obvio, en todos los despachos tomaron nota de que la sociedad, en especial los porteños, habían reaccionado muy mal por el minué que tenía como protagonista al ex canciller.

De todos modos, nadie creyó en el Gobierno que Bielsa fuera a reaccionar de la manera en que lo hizo. Por este motivo el Jefe de Gabinete intentó persuadirlo, pero no pudieron (...)"

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Martín Piqué, en el diario Página/12:

"(...) El descontento oficial quedó a la vista unas horas después, cuando el Gobierno hizo trascender opiniones de "altas fuentes" que contradecían parte de lo dicho por Bielsa. El ex canciller siempre sostuvo –y ayer volvió a insistir con lo mismo– que la embajada en París le había sido ofrecida por el propio Kirchner en la jura de los nuevos ministros del gabinete. Aquella ceremonia se produjo el jueves de la semana pasada. La versión que dio a conocer el Gobierno fue que Bielsa había pedido hace dos semanas por el destino parisino.

(...) "Este es un escenario en el cual estamos ante un debate moral. Yo vengo de una larga marcha. Me ofrecieron una honra inmerecida, que es ser embajador en Francia. Pero no estoy en condiciones de asumir, frente a la demanda de la credibilidad pública", afirmó. En el medio de su exposición, Bielsa subrayó que se considera parte de un "proyecto colectivo" y elogió al Gobierno. "Adhiero a la gesta política del presidente Kirchner. No perdí la más mínima convicción de que este gobierno le hace bien al país", dijo. Fue una forma de contestar ante las preguntas –hubo varias que apuntaban en ese rumbo– que tomaron su decisión como un primer paso para dejar el kirchnerismo y lanzarse a la oposición. (...)"

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Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:

"(...) El problema consiste en que nadie en el Gobierno advirtió con antelación esa reacción social. ¿Cómo podían suponer que la voluntad presidencial dominaría fácilmente la voluntad social? ¿En qué microclima viven los gobernantes argentinos como para suponer que la sociedad es también sumisa a cualquier decisión del poder? Ya es obligación del Presidente preservarse antes de seguir derrochando capital político.

La única explicación que daban anoche en la Casa de Gobierno circulaba en torno de eventuales conspiraciones: el episodio de Bielsa fue, decían, la consecuencia de sectores sociales que critican todas las resoluciones del Gobierno. Vale la pena consignar una constatación: la sociedad había reaccionado, en este caso, antes que cualquier dirigente opositor o periodista independiente.

Queda sin resolver la conflictiva relación con Francia. Hace tres días el Gobierno tomó nota, por fin, de que las cosas no iban bien con el gobierno de Jacques Chirac. (...) Sólo advirtieron el daño en la relación cuando Francia anunció formalmente que su presidente visitaría Brasil y Chile, en los primeros meses del próximo año, y no la Argentina. No podía haber peor síntoma de la molestia francesa.

(...) Al embajador que está, Archibaldo Lanús, ya lo sacaron y lo repusieron de hecho en 24 horas. Ha quedado, por lo tanto, demasiado débil como para hacer el esfuerzo de reconstrucción que se debe hacer. La designación de Bielsa se había justificado en que Lanús nunca informó del grado de deterioro de la relación con Chirac.

(...)

De hecho, el ex canciller no quiso hablar con Kirchner antes de hacer su anuncio público, quizá porque temió que el Presidente lo convenciera de lo contrario. Se limitó a anunciarle su decisión irrevocable al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien le respondió que él nunca le había ofrecido nada y que correspondía que se lo dijera al propio Kirchner. Kirchner andaba con los menesteres del precio de la carne e ignoraba lo que urdía su ex canciller. Sin embargo, Bielsa hizo el anuncio público de su renuncia a la embajada antes de hablar con Kirchner. Pasará mucho tiempo antes de que vuelva a hablar con él. (...)".

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Mario Wainfeld en el diario Página/12:

"(...) Para colmo de males, Bielsa, fiel a su estilo, presentó su caso de un modo que lo hacía más urticante. Se mostró como una suerte de Túpac Amaru moral y propuso que ir de embajador a Francia era un sacrificio. Los porteños, tangueros ellos, aman París desde el fondo de la historia y nadie cree en este suelo que sea un tormento ir a tamaña ciudad, máxime si se tiene un sueldo generoso y viáticos pagos. El ex canciller no entendió que, de cara a una opinión pública enconada y suspicaz, debía justificarse y no ir en pos de aplausos.

Es claro que Bielsa no supo anticipar una respuesta previsible. Es también cierto que, cuando entendió lo obvio, tuvo una actitud no frecuente en nuestra política. Asumió su error, se mortificó y se propuso reparar el desaguisado. Conturbado, tenso, sin ánimo para una sonrisa, dijo que se había equivocado y que lo comprendió por "escuchar a la gente".

También había conocido una encuesta de Enrique Zuleta Puceiro, requerida desde la Casa Rosada en la que una mayoría cuestionaba su decisión, pero un 27 por ciento aprobaba que fuera embajador, contra un 55 que lo desaprobaba. No eran tan pocos los que avalaban, de hecho un porcentaje mayor que el que lo acompañó en las urnas. Le pareció decepcionante.

Quienes lo conocen de cerca dicen que está bajoneado desde el mismo 23 de octubre. Que un cónclave en el local del PJ porteño en el que se le aplicó la verdad 21 ("el que pierde es un traidor") lastimó su autoestima. Que casi no pasó por la Cámara de Diputados y que, requerido para ocupar algún puesto relevante en el bloque del Frente para la Victoria o alguna presidencia de comisión, los rechazó con desgano. Tras ser ministro sólo figura inscripto como vocal en dos comisiones. "Parecía que estaba de tránsito", comentó un compañero que lo quiere bien, días atrás, antes de la renuncia. Y de la renuncia a la renuncia.

Bielsa se desentendió de sus votantes, pero no lo hizo solo. El Gobierno también ninguneó el compromiso asumido por los candidatos, reincidiendo (con las diferencias del caso) en la cuestionable movida con Eduardo Lorenzo. Dos intervenciones en el mismo rumbo, incorrectas y desprestigiantes, deberían hacer reflexionar a sus responsables. (...)"

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