Mayor aislamiento internacional y muchas sospechas de corrupción sobre De Vido

Coincidencia en los columnistas dominicales: hay demasiados problemas en la política exterior, aún con gobiernos amigos con el de José Luis Rodríguez Zapatero. Y abundan las quejas de las empresas extranjeras a sus diplomáticos sobre negociaciones irregulares en el área de Julio De Vido (a lo que deben agregarse los crecientes reparos del Banco Mundial). ¿Progresistas y coimeros? No le quedaría bien a la soberbia izquierda argentina... Vamos a los textos:

"(...) Mañana partirá el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y quizá por la noche, quizás el martes a la mañana, se le unirá la ministra de Economía, Felisa Miceli, que así hará su primer viaje internacional encargada de una misión especial.

Esta semana el embajador argentino en Madrid, Carlos Bettini, trajinó los pasillos de la Casa Rosada –regresó a España el viernes por la noche– con un mensaje del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: "Si quieren que sigamos hombro con hombro, ayúdennos a ayudarlos".

"Los españoles son capaces de ir hasta el infierno con nosotros, pero debemos cumplir lo que acordamos, postergamos y volvimos a postergar" (...) La fuente hacía así referencia a los aumentos de tarifas acordados y postergados. Los montos conversados son distintos según sean las empresas y, en algunos casos, existe una chance de que no se produzca incremento alguno.

(...) "Rodríguez Zapatero nos quiere mucho, somos sus aliados, pero tiene varios flancos abiertos. La derecha le tira a matar cada vez que puede, esa derecha que ve a Kirchner como a un Chávez rubio y un poco más prolijo. Nosotros no podemos generarle más problemas", cuenta a este diario uno de los principales consejeros del Presidente argentino.

¿Cuáles son tales problemas? (...) "Lo que pedía Lavagna era diferente a lo que pide De Vido, que es diferente a lo que dice Fernández. Lo del Alberto es un mix de los otros dos. Lavagna decía que lo del Ciadi (las demandas de las empresas ante ese tribunal del Banco Mundial) no era tan importante pero que había que rever las tarifas; De Vido, que antes de hablar nada, retiren los reclamos del Ciadi, y Alberto, que conversemos tarifas con la promesa de salir del Ciadi", relató un funcionario con llegada a los gobiernos a ambas márgenes del Atlántico.

(...) Un funcionario destacado del gobierno español confió a este diario que gran parte de los problemas han surgido de secretarías, subsecretarias y organismos descentralizados que orbitan alrededor de Planificación. Así apuntan a Claudio Uberti, titular del organismo controlador de Obras Viales (Ocovi); Guillermo Moreno, secretario de Comunicaciones; Ricardo Jaime, de Transporte.

"Aplican una mano durísima, multas y más multas, para ocultar una cierta predisposición a realizar acuerdos complejos", revela, sinuosamente, la fuente consultada, que se niega a entrar en mayores detalles.

(...) Acaso el funcionario argentino más refractario del momento para la Moncloa sea Ricardo Cirielli, subsecretario de Transporte aerocomercial del Ministerio de Planificación y titular de APTA, el gremio que nuclea a los técnicos aeroportuarios y uno de los dos sindicatos que mantuvieron una dura huelga de nueve días en Aerolíneas Argentinas y Austral.

Luego de solucionado temporariamente el conflicto, desde el gobierno español se hizo saber el desconcierto que generaba la doble función de Cirielli. Para los socialistas, Cirielli es una especie de quintacolumnista enquistado en el gobierno argentino que apuesta a reestatizar Aerolíneas o, en su defecto, a venderla a otra compañía. Kirchner dio una señal a los españoles de que los días del funcionario-sindicalista en la administración nacional están contados. (...)".

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Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:

"(...) El gobierno argentino acaba de comprobar tres cosas: que Francia es un país trascendente del G-7 y que tiene silla propia en el FMI; que es una columna decisiva en Europa (produce el 25% del PBI de la Unión) y que siempre mantuvo una política de apoyo a la Argentina, aun -y sobre todo- cuando ésta exploraba el abismo que tanto la cautiva. Son cosas conocidas por cualquier curioso de la política. Kirchner las ignoraba hasta hace pocos días.

Jacques Chirac vendrá a Sudamérica, pero recalará en Brasil y Chile, y no en la Argentina. Kirchner no quiere ni imaginar el día en que lo vea a su admirado Chirac en Brasilia y en Santiago, y no en Buenos Aires. Pero no es improbable una escala de Chirac en Buenos Aires. Sólo depende del nuevo embajador y de la construcción de un programa que la justifique. Nada se puede descartar, han dicho funcionarios franceses.

La designación de Eric Calcagno en lugar de Bielsa no reúne muchas de las condiciones proclamadas. Es un hombre preparado, que conoce Francia, pero está muy a la izquierda de sus interlocutores franceses, que pertenecen a un gobierno de centroderecha. (...)

(...) La única relación más o menos normal ahora es con España. Pero hay ya cierta impaciencia en el gobierno de Rodríguez Zapatero con Kirchner. Ninguna promesa se cumple; los tiempos se estiran y las palabras se escriben en el agua.

El riesgo consiste en que termine sucediendo con España, país con el cual hay una relación económica casi incomparable, lo mismo que con Francia: descubrirán su importancia cuando ya sea tarde.

Italia es un conflicto inexplicable y triste. Gran Bretaña es la pérdida lamentable de una oportunidad única; Tony Blair, presidente de la Unión Europea hasta fin de mes, defendió la política de terminar con los subsidios agrícolas, que es la política de la Argentina. La malvinización de esa relación pesó más que los intereses prácticos. Kissinger se internaría por estrés si se dedicara a estudiar la política exterior de Kirchner.

Tampoco con Washington las cosas andan bien y ya hay síntomas de ese malestar. No puede ser casual que el presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, haya frenado personalmente la entrega de un crédito para financiar los subsidios a desempleados. Las anormalidades son anteriores al gobierno de Kirchner, pero Wolfowitz debió entrever que nada cambió con el actual presidente.

Wolfowitz, hombre del corazón político del gobierno de Bush, ya conocía las denuncias de corrupción y cartelización en las obras públicas argentinas, que frenaron otros créditos del Banco Mundial. Sus alusiones a esas denuncias del organismo multilateral pusieron fin a la gestión de Lavagna. Lavagna debe agradecer estar en casa.

Algo está pasando, guste o no, con el manejo de los recursos públicos, sobre todo en el Ministerio de Planificación. Kirchner debería tomar cartas en el asunto de una buena vez. El riesgo de los rumores es que pueden convertirse en verdades comprobadas. Por ahora, debe reconocerse, hay sólo una tormenta de rumores.

Pero al Presidente le gusta De Vido, como sólo le gustan muy pocas cosas. Un político argentino escuchó un atinado consejo sobre política internacional de un ex ministro de Felipe González. Pero eso a Kirchner no le gustará, le respondió el argentino. El español hizo una pausa y luego le disparó una verdad dura y madura: ¿Y qué le gusta a Kirchner? ¿Quién le gusta a Kirchner? Quizás el actual conflicto nacional consiste en que aquel argentino se quedó mudo: carecía de respuestas".

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Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...) El problema inmediato para el Gobierno no está en el Congreso sino en París. Aquello que quiso mejorar empeoró de repente. La relación con Francia parece haberse convertido en una urgente prioridad. Así lo demuestra la rápida elección de otro embajador (Eric Calcagno) después de haber considerado Kirchner un listado corto, donde figuró Dante Caputo.

Aunque un problema no debería tapar los otros: también está congelado el vínculo con Italia y nadie habría prestado atención a que la socialdemocracia en Alemania acaba de ser sustituida por una alianza inédita en la historia del país. Alemania es también un resorte clave en el FMI.

La relación con el organismo es una cuestión medular que Felisa Miceli y Alberto Fernández, el jefe de Gabinete, llevarán desde mañana a Madrid. La ministra de Economía persigue otro objetivo: presentarse en sociedad y hablar frente a los empresarios españoles que poseen inversiones aquí.

Miguel Sebastián Gazcón es un personaje clave. Se desempeña como jefe de asesores económicos de José Luis Rodríguez Zapatero. Tiene trato también con Rodrigo Rato, director del FMI, y con su segunda, la impenetrable Anne Kruguer. Miceli tuvo un diálogo formal con Rato. Pero el Gobierno aspira a avanzar con una negociación.

La necesita: debe refinanciar más de US$ 5.000 millones en el 2006 para desahogar a la economía. El FMI pareciera haber abandonado su dureza e indiferencia de los últimos tiempos. ¿Por qué? ¿Pasó a creer de repente en la recuperación argentina? Algo se descubre quizá rasgando la cáscara (...)"

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