CHAVIZACIÓN

Opinión opositora (2): Venezuela es el temor del poder absoluto

Hay un poder plebiscitado que opera sin más contrapeso que el de otros poderes 'de facto': desde el mediático, hasta el sindical o el piquetero.

por SERGIO CRIVELLI
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (La Prensa). Las causas de la aplastante victoria electoral del Gobierno son evidentes.
          
Hubo apoyo al desempeño de la economía, reconocimiento al liderazgo de Cristina Fernández y tolerancia social con aspectos de su gestión como la inseguridad, los escándalos por corrupción y la baja institucionalidad.
           
Lo que no está claro aún son las consecuencias.
           
Si bien no hubo cargos en juego, la Presidenta fortaleció enormemente su poder y, si repite en octubre, se colocará en una posición de absoluto dominio institucional.
 
¿Derivará eso en una profundización del "modelo" ?
          
¿Volverán los conflictos como el de la guerra con el campo?
          
¿Pensará el oficialismo como alguna vez expresó el economista "K" Roberto Feletti que después de un triunfo de esas características "no tiene límites" ?
          
¿Habrá "chavización"?
           
Estas son las preguntas que se hace el poder económico y también el 50% de los ciudadanos que votaron contra la Casa Rosada.
 
Tras el éxito arrasador, la reacción de la Presidenta fue marcadamente moderada. "No hay que creérsela ", aseguró. Era previsible, porque el reparto efectivo del poder se hará en octubre.
            
¿En qué consistiría, por otra parte, una eventual chavización ? En un aumento del populismo, de la discrecionalidad y del deterioro institucional.
 
Hay dos tipos de causas para que se produzca ese fenómeno.
             
Por un lado, las causas subjetivas, vinculadas con el fuerte personalismo del sistema del poder "K". El domingo por la noche la Presidenta fue acompañada en la tribuna sólo por su hija.
             
Su triunfo fue personal, porque ella es la "dueña de los votos". Sus decisiones, "ultima ratio" del poder estatal, también lo son.
 
Por otra parte, entre las causas objetivas la principal es la inexistencia de un sistema político articulado.
             
El domingo quedó en evidencia que no hay oposición, "conditio sine qua non", de cualquier democracia institucional.
             
Hay un poder plebiscitado que opera sin más contrapeso que el de otros poderes de  "facto": desde el mediático, hasta el sindical o el piquetero.
 
Hay un perceptible malestar del 50% del electorado que no votó al Gobierno con la dirigencia opositora por no haber llegado a un entendimiento que le permitiese presentar un frente común o una candidatura competitiva, pero no parece justificable.
             
Si bien la dirigencia política se ha convertido en una "casta" que prioriza sus objetivos -el mantenimiento de estructuras, el acceso al dinero fiscal, los puestos de poder, aunque sean ínfimos- el sistema de partidos salió destrozado de la crisis del 2001.
 
El radicalismo nunca pudo recomponerse y el peronismo que no se sometió fue barrido literalmente por Cristina Fernández.
              
Lo ocurrido el domingo es también consecuencia del "que se vayan todos" y responsabilidad principal de los votantes, que dejaron de lado todo tipo de convicciones y se limitaron a apoyar a quien les daba una mínima seguridad de que no habrá una nueva crisis económica terminal.
 
La respuesta a las dudas sobre una eventual chavización la tiene por lo tanto que dar la sociedad, porque no hay instituciones que medien entre el gobernante y los gobernados.
             
Y, si se toma en cuenta la experiencia de los últimos diez años, ninguna respuesta puede ser descartada.

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