Reportajes (2): Earle, o cómo aniquilamos el océano

La sociedad argentina desprecia, en general, los recursos ictícolas. Conoce nada acerca del mar. El plato nacional es la carne vacuna cuando tiene un extenso litoral marítimo... en el que se sobrepesca para exportación... Pese a todo esto, hay que crear conciencia: estamos destruyendo los océanos, y eso es gravísimo.

Menuda y estilizada, Sylvia Earle (nacida en New York, en 1935) sonríe en la penumbra del 'lobby' del hotel Suecia, en Madrid, España. Pese a sus 71 años, su mirada conserva la frescura de la niñez y un sosiego que no resulta nada extraño en una persona que ha dedicado más de la mitad de su vida al mar. La más célebre de las biólogas marinas, conocida como 'Su Majestad de las Profundidades', estuvo en Madrid para recoger el premio de la Sociedad Geográfica Española. Activa defensora del océano, Earle es directora del programa marino de Conservation International y es una de los siete exploradores residentes de la Sociedad National Geographic.
-¿Qué hemos aprendido del mar?
-Uno de los mayores descubrimientos del siglo 20 ha sido saber que el océano es la fuente de la vida. Pero también que el ser humano tiene la capacidad de cambiarlo. Se creía que la capacidad del mar era infinita, que podíamos echar en el océano cualquier cosa porque lo absorbería, y que podríamos extraerlo todo sin tener que preocuparnos. Pero resultó que el océano tenía limites. Lo que le hacemos al océano nos lo hacemos a nosotros mismos. Esto no se pensaba hace 25 años.
-¿Estamos comiendo demasiado pescado?
-En el último siglo hemos extraído más del 90% de la mayoría de los peces grandes del océano. En algunos casos hasta el 95%, el 97% e incluso el 99%. El atún rojo en el Atlántico Norte sólo representa el 1 ó 2% de lo que era hace 50 años, cuando yo era pequeña. Corre el peligro de ser exterminado por culpa de nuestro mercado de lujo. Debemos dar a los atunes la oportunidad de recuperarse o los perderemos para siempre. Porque si los eliminamos no sólo estaremos destruyendo una fuente esencial de proteínas, estaremos también eliminando elementos esenciales que hacen que el mar funcione. No me opongo a comer atún, pero sí a la extracción irresponsable cuando ya son pocos los que quedan.
Necesitamos hacer saber a los Gobiernos del mundo que sí podemos extraer del mar, pero tenemos que ser más inteligentes sobre cómo lo vamos a hacer y qué vamos a pescar.
Por ejemplo, España es Nº2 extrayendo peces pero también es líder mundial en cuanto a exploración de océanos, tanto históricamente como en la actualidad. Si España decide cuidar más la vida en el océano, entonces otras naciones seguramente la seguirán. Si España quiere continuar extrayendo vida salvaje del océano, es absolutamente vital que cambiemos las tecnologías de pesca tan destructivas que se utilizan actualmente. La más dañina es la pesca de arrastre.
-¿La solución está en las piscifactorías?
-Tienen potencial como alternativa, pero no son la panacea. Algunas 'granjas de mar' son tan destructivas como ciertas técnicas de pesca. Si decidimos cultivar peces, tenemos que centrarnos en las opciones más inteligentes. El proceso de fertilizar los huevos de los atunes y criarlos es complicado... no hemos aprendido a hacerlo. Eso es lo que hacemos con todos los animales de granja de la tierra: no cogemos a las vacas ni a los cerdos de su entorno salvaje, sino que los criamos. Los atunes son carnívoros que comen carnívoros que comen carnívoros, están en lo más alto de la cadena alimenticia. Si queremos alimentar a la gente, debemos hacer lo que los chinos han estado haciendo durante milenios: cultivar carpas, por ejemplo, que son peces herbívoros.
Tenemos que crear sistemas cerrados de acuicultura y no abiertos; no como los cultivos de gambas que contaminan el agua y ensucian el resto del mar y destruyen los manglares. No toda la acuicultura es buena si es consecuencia de una mala práctica. Hay que mejorarla, no cultivar carnívoros sino especies que están en los niveles inferiores de la cadena alimenticia. Si cultivamos carnívoros como el atún o el salmón y cogemos peces salvajes para alimentarlos, es como coger pájaros para dárselos a las gallinas, ¿por qué haríamos eso? Porque creemos que el pez salvaje es gratis.
-WWF/Adena ha propuesto recientemente 20 áreas marinas para proteger en España...
-Es un buen comienzo. En la tierra, actualmente hay un 12% más o menos que goza de alguna protección. Eso no quiere decir que las personas estén fuera de esas zonas, sino que deben ser respetuosas. En el océano, esa proporción de protección es del 1%. Así que una meta importante para nosotros es la de tratar de identificar las áreas críticas en el océano, áreas que son vitales para que el corazón azul del planeta funcione; zonas de puesta de animales como el atún o el bacalao que deberían ser protegidas y no explotadas porque son muy importantes para las próximas generaciones.
Una de las medidas que está actualmente considerando Naciones Unidas es la de detener la pesca de arrastre en alta mar, especialmente alrededor de las montañas marinas. Recientemente se ha descubierto que en las montañas marinas se registra un alto grado de endemismos. Son puntos de una gran explosión de vida que estamos destruyendo mediante el uso de estas prácticas destructivas. Las redes llegan cada vez más profundo y más lejos de la costa. Pero mientras más profundo, más lento es el crecimiento de los animales. La mayoría de los peces que la gente coge del mar tiene muchos años. A veces sólo cinco, otras veces 10, y algunos peces de aguas profundas tienen hasta 50 años, incluso 100, ó 150 años. Tal vez tan viejos como nuestros bisabuelos. Para un pez relativamente pequeño es demasiada inversión como para acabar como tres libras de proteínas en nuestros platos.
El rape, por ejemplo, nadie se planteaba comerlo cuando yo era niña. Hoy, su número está bajando, y si no tomamos medidas ahora, desaparecerá. Aún nos queda alrededor del 10% de los peces grandes. ¿Será suficiente para asegurar su supervivencia incluso si dejamos de matarlos hoy? Quizás no, pero lo que puedo garantizar es que si no cambiamos nuestras prácticas, desaparecerán.
-¿Sigue siendo el mar un gran desconocido para usted?
-El mar es un misterio continuo. Sólo lo conocemos en un 5%. El resto sigue sin conocerse o más bien sin haber sido visto. Es irónico que hayamos enviado a personas a la Luna, al espacio, a los confines de nuestro sistema solar y más allá, y que sólo unos pocos hayan podido sumergirse kilómetros abajo en el mar. Pero esto tendrá que cambiar.
Los distintos Gobiernos deberán invertir más en el mar. El problema está en la percepción de que el océano es valioso sólo por lo que podemos extraer de él. Es como ver nuestros cuerpos como un mero sistema de transporte. No podemos pensar en nuestro corazón sin saber lo que hace para nosotros. El océano es el corazón del planeta, un corazón azul. Y no lo estamos cuidando, y estamos empezando a pagar las consecuencias.

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