BUENOS AIRES (EDICIÓN i). Felipe Solá supo sacar provecho del haber llegado a la gobernación tras la salida de Carlos Federico Ruckauf con una provincia en llamas, en el año 2002, lo que le dio un cierto margen de error para diseñar una política de gobierno que le permitió finalizar el período electoral y postularse para la reelección en 2003.
Así, obtuvo el voto de los bonaerenses que lo convirtió en gobernador con un alto porcentaje de electores e inició formal e institucionalmente lo que fue su gestión de gobierno.
Sin dudas el gran artífice de su gestión en la primera etapa fue Eduardo Duhalde, en ese entonces presidente de la Nación, quien sacó del caos al gobernador Ruckauf, desbordado de los conflictos y enfrentamientos que terminaron con los saqueos en la provincia.
El vicegobernador quedó al frente del gobierno y reorganizaba su futuro mientras Duhalde construía la figura de Néstor Kirchner para sucederlo en la presidencia. Hasta entonces, durante el año posterior a la gran crisis que vivió el país, Duhalde era el paraguas de ambos políticos, ahora alejado y enemistado.
Terminada la presidencia de Duhalde y una vez electo al frente del Mercosur, el gobernador hizo causa común con el Frente para la Victoria y logró fortalecerse para salir airoso de su segunda gestión. Acompañó a Cristina Fernández de Kirchner en su candidatura a senadora, dándole la espalda abiertamente a Hilda Chiche González de Duhalde, y se vistió del oficialismo más profundo para fortalecerse junto a la nueva ola de poder que se instaló en la Casa Rosada.
Solá fue emigrando de esta forma del ala política del ex presidente Carlos Menem, donde lo acompañó desde la secretaría de Agricultura, a la protección del ex mandatario Eduardo Duhalde, hasta llegar al actual kirchnerismo. Pero esta vez con otra madurez política ya que a la par del apoyo recibido desde la presidencia de la Nación, Solá supo hacerse de un grupo de colaboradores cercanos en quienes depositó confianza para sacar adelante a cada área de gobierno y mantener, de alguna forma, su poder de decisión.
El listado de funcionarios más cercanos pasa por el ministro de Asuntos Agrarios, Raúl Rivara, con quien comparte los asados en el oeste de la provincia de Buenos Aires; por el ministro de Gobierno, Florencio Randazzo, quien llegó al gobierno para hacerse cargo del proceso de modernización del Estado y hoy es el vocero predilecto para enfrentar los medios; y León Arslanian, ministro de Seguridad que hasta ahora desafía a la inseguridad sin medidas concretas.
El listado se completa, entre otros, con las mujeres de Educación y Producción, Adriana Puiggrós y Débora Giorgi; con Gerardo Otero en Economía y su delfín, Santiago Montoya, el cordobés que revolucionó el sistema de recaudación bonaerense; y Martín Lousteau, en la presidencia del Banco de la Provincia de Buenos Aires.
También debe sumarse Mario Oporto, ahora jefe de Gabinete de la provincia, quien ocupó la cartera de Educación y es un hombre de gran influencia en el entorno del gobernador, y Eduardo Di Rocco, ministro de Justicia.
Tal vez en esta carrera por construir su propio poder uno de los graves errores fue confiarle a su amigo personal, el ingeniero agrónomo Raúl Rivara, el ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, que terminó abruptamente tras el secuestro y asesinato de Axel Blumberg.
Pero supo salir del paso al designar en su reemplazo a León Arslanian, un personaje cuestionado y controvertido, pero que con su proyecto de terminar la reforma de la policía que había quedado pendiente de su primera gestión pudo desviar los temas de interés de ese momento, que eran la inseguridad, los secuestros y la violencia que crecía en la calle.
Juan Carlos Blumberg había sido el vocero de los miedos y el terror de la gente hasta ese momento, sin embargo, con el cambio en Seguridad los medios y gran parte de la sociedad se encargó de desplazar al padre de Axel, creando un halo de silencio en torno a la inseguridad provincial.
Florencio Randazzo es otro de los hombres de confianza de Solá.
Oriundo de Chivilcoy, el actual ministro de Gobierno fue tomando poder en el gobierno y se rumoreó que habría sido tentado por el Presidente para emigrar hacia el gobierno nacional, aunque Solá dijo entre los íntimos que no habilitaría su pase.
Mientras tanto está al frente de Compromiso K, lanzado por Kirchner en la provincia, y negocia acuerdos con diferentes intendentes que pertenecen a otras fuerzas políticas para que acuerden con el kirchnerismo, una tarea que irá tomando cada vez más poder de cara a 2007.
En esta línea, el avance más importante se dio con los intendentes de la Unión Cívica Radical, que fueron criticados por parte de la dirigencia, entre ellos el intendente de Saladillo, Carlos Gorosito, que preside el partido, quien los acusó de perder su dignidad política y humana.
Los intendentes que más se acercaron al gobierno son, entre otros, Helios Eseverri (Olavarría), Daniel Katz (Mar del Plata), Mario Meoni (Junín), Héctor Gutiérrez (Pergamino), Alberto Conocchiari (Leandro Alem) y Héctor Rivarola (Cañuelas), aunque en este caso renunció a la UCR.
Los integrantes del radicalismo que están desconformes con esta actitud recordaron que muchos de los intendentes estaban en contra del gobierno antes de un encuentro que se llevó a cabo en la Casa Rosada para anunciar un plan de viviendas para varios municipios bonaerenses, donde raramente algunos mandatarios cambiaron su postura.
De esta manera, Gorosito en nombre del partido provincial, intenta dejar en claro que este tipo de deslealtades son las que atentan contra la confianza popular que tanto cuesta recuperar.
Los intendentes de Junín y de Pergamino fueron los dirigentes bonaerenses radicales que desde un principio mostraron más interés en establecer una suerte de "concertación" con el gobierno nacional, "movida" organizada desde la Casa Rosada, para presentar en sociedad a dirigentes bonaerenses de la UCR. Sin embargo, el gran evento quedó postergado ya que coincidió con el criticado pase de legislador porteño Lorenzo Borocoto de las filas del macrismo al Frente para la Victoria, después de las elecciones legislativas pasadas.
También se suspendió otra reunión radical que había organizado el ex Grupo Olavarría para concretar en la localidad de 25 de Mayo.
Dentro de ese sector hay posturas contrapuestas entre los que ven con simpatía un acercamiento con el gobierno nacional y otros que ya salieron al cruce de la posibilidad de irse de la UCR.
Otorgarle el apoyo a Kirchner de los intendentes bonaerenses también será un aporte de Solá, si es que finalmente se concreta algún anuncio popular de esos que les gusta al presidente, y que le permitirá sumar más puntos a su favor pensando en el futuro político.
También si de sumar apoyo se trata, reconvertir a todos los duhaldistas bonaerenses hacia el kirchnerismo ha sido una gran tarea de Solá, y si bien todavía permanece algún hombre fiel al ex presidente, son pocos los que se perfilan a seguir defendiendo la vieja política.
Mientras tanto, logró que los mandatarios de la mayoría de los distritos se comprometan en el control de los precios de los productos de consumo masivo, tal como el presidente Néstor Kirchner se ocupa en el ámbito nacional; se pelea con las entidades representantes de la carne por no bajar los precios y se enfrenta a CARBAP, la Confederación Agraria de Buenos Aires y La Pampa, por el incremento del impuesto Inmobiliario Rural.
Olvidando sus épocas de Agrónomo, Solá, desde que la provincia de Buenos Aires anunció un incremento del 120% del impuesto, tomó por manos propias la pelea con los sectores agropecuarios, tal como el presidente hace en el ámbito nacional, y reclama el cumplimiento del pago.
Y para completar el apoyo, después que el gobierno nacional retiró la concesión de Aguas Argentinas, que involucra 17 distritos bonaerenses además de la Capital Federal, Solá dijo que la investigación del agua potable seguirá en otras localidades y afectará a otras empresas.
En este contexto, hay que recordar que la provincia rescindió un contrato en 2002, cuando terminó con el servicio de Azurix y creó ABSA.
Así, muchas similitudes y actos de colaboración unen a Solá y a Kirchner, pero la cuenta regresiva hacia el fin de la gobernación en 2007 y hacia un nuevo período electoral abrirán las puertas para una mayor cercanía o un sorprendente alejamiento, depende de las aspiraciones del gobernador y las necesidades del presidente.
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