Bragagnolo: Fuertes dosis de violencia juvenil

En principio habían sido demorados entre 9 y 11 menores, de buen poder adquisitivo, pero la mayoría quedó en libertad. Cuatro de ellos tienen causas penales. Sólo dos declararon en tribunales.

Fuentes policiales indicaron que los presuntos autores del crimen fueron llevados desde la sede de la Comisaría 53, donde estaban alojados para que sean interrogados por la juez de menores interviniente, María Teresa Salgueiro.
Los dos jóvenes que quedaron detenidos en Tribunales sospechados de haber participado del asesinato declararon ante la jueza de menores.
En principio habían sido demorados entre 9 y 11 chicos de 14 a 17 años, de buen poder adquisitivo, pero la mayoría quedó en libertad.
Sobre la situación de los dos jóvenes detenidos por el hecho, fuentes judiciales dijeron que ambos eran indagados por la jueza Salgueiro y la fiscal Holden.
En tanto, trascendió en tribunales que la querella habría contratado como representante legal ante la causa a un ex juez federal.
En el caso de ser procesados, cuando cumplan 18 años los imputados del crimen serán sometidos a juicio oral y público por uno de los tres tribunales de menores de la Capital Federal, que será en definitiva el que dictará o no una condena.
# Antecedentes penales
Juan Carlos Blumberg, allegado al padre de la víctima y referente de sectores sociales que abogan por un endurecimiento de las leyes que castigan delitos penales, retomó su reclamo para que se "baje la edad de imputabilidad" de menores y puedan ser juzgados por los tribunales como si se tratara de adultos.
En ese contexto, Blumberg dijo que cuatro de los jóvenes detenidos por el hecho, luego liberados, "tienen antecedentes penales", y aseguró que el titular de la comisaría 53a., que investiga el hecho, pidió que "no se filtre información a la prensa".
"Cuatro de los chicos liberados tienen antecedentes penales por amenazas, por tentativa de robo de automotor y por fugarse de un instituto de menores, y son potenciales asesinos", dijo Blumberg, que volvió a pedir que "baje la edad de imputabilidad" para que menores puedan ser encausados por la justicia como adultos.
# Otra familia sin consuelo  
Marcelo Bragnolo, padre de Matías Bragagnolo, no encuentra consuelo. Su hijo había salido de su casa el sábado. Se iba a encontrar con amigos. Horas después murió en Palermo Chico como consecuencia del ataque de una patota.
Él estaba con dos amigos en Palermo. Lo atacó una patota. Parece que eran 11 muchachos [los investigadores hablan de nueve menores involucrados en la investigación]. Después de ser golpeado comenzó a correr e ingresó en un edificio, donde murió. Los agresores son chicos de clase media alta. Los agresores actuaron con mucha saña. Eso es lo que más me llama la atención. Gente supuestamente educada. Es un problema de la sociedad. Para que pase esto la gente tiene que estar muy loca. Es un problema grave de lo que está pasando hoy.
La víctima fue identificada por la policía como Matías Bragagnolo, y cursaba el 5to. año en el secundario Colegio Esquiú, en el barrio de Belgrano.
El hecho –con algunos ribetes similares al incidente en el que murió el joven correntino Ariel Malvino, en Ferrugem, Brasil– fue caratulado por la Justicia como muerte dudosa.
Todo comenzó minutos después de la 1:30 del domingo, en un quiosco situado en Salguero y Gelly, en Palermo Chico, a metros del Malba y del Museo Renault.
Bragagnolo y 2 amigos llegaron a comprar unas bebidas. Allí estaba otro grupo de adolescentes, integrado por 9 chicos de entre 14 y 17 años. Bragagnolo y sus dos acompañantes, ambos llamados Santiago, llegaron al maxiquiosco a pie. Venían de la casa de una amiga, en el piso 14 del edificio de Ortiz de Ocampo 2882, y querían comprar unas bebidas.
"Los tres chicos [la víctima y sus amigos] estaban muy bien vestidos. Querían comprar bebidas alcohólicas, pero les dijimos que no se las podíamos vender. De pronto comenzó una pelea y un chico le pegó una trompada a otro. El golpe lo hizo caer al piso", dijo Lucas Linos, el quiosquero que atendió a Matías.
La gresca no obedeció a ningún motivo en particular.
La pelea que había comenzado en el maxiquiosco continuó a metros de Salguero y Figueroa Alcorta, cerca de un puesto de venta de diarios, donde Bragagnolo y sus amigos fueron golpeados por la patota de chicos.
Los dos amigos de Bragagnolo pudieron zafar y comenzaron a correr por Figueroa Alcorta hacia Ortiz de Ocampo. Matías se quedó demorado y cuando parecía que había logrado escapar fue alcanzado por un cascote que habría sido arrojado por uno de los acusados.
En principio, la autopsia determinó que la muerte había sido consecuencia de un edema pulmonar. Pero ese edema pudo resultar del cascotazo o de la paliza que le dieron. Marcelo Bragagnolo, el padre, aseguró que su hijo no tenía problemas de salud y que nunca ingresó a un hospital más allá que para un control de rutina.
"Nunca tuvo absolutamente nada, iba al gimnasio 3 veces por semana, si hubiera sido muerte natural estadísticamente hubiera tenido 100 oportunidades antes para que le pase lo mismo y nunca pasó", expresó Marcelo Bragagnolo en la puerta de la cochería en la que fueron velados los restos de su hijo.
Los restos de Matías fueron trasladados hacia el cementerio Memorial de Pilar.
# El debate
En la Argentina parecía que la violencia juvenil no alcanzaba los niveles dramáticos de otras sociedades, pero esta impresión está cambiando. Algo similar ocurrió con las drogas: se creía que aquí no habían llegado hasta que llegaron y en forma impresionante.
Según un estudio de hace 2 años en 534 centros públicos de enseñanza argentinos, el 80% de los encuestados (alumnos y profesores) se mostraron preocupados por la indisciplina y la falta de respeto en los centros escolares. Y el 60% afirmaron que en su centro se habían registrado agresiones entre alumnos en los 3 últimos años.
Un informe similar de 1992 en Holanda reveló que el 25% de los niños habían sufrido actos intimidatorios graves (violencia sistemática, física, sexual o psicológica) por parte de otros alumnos.
Lo más fácil es endosar la culpa de estos comportamientos inexplicables ("pero si no les falta de nada") a la influencia de TV, comic, cierta música, el cine... por la trivialización, cuando no exaltación, con que en ocasiones abordan la agresividad y la violencia. Pero no podemos conformarnos con esta simplista reducción del problema.
Tanto la familia como la escuela, las autoridades y la sociedad misma, deben abordar el tema con la seriedad y responsabilidad que requiere. Hay valores que parecen perderse progresivamente, acerca de los límites, la responsabilidad personal, la convivencia pacífica y el respeto, la cooperación, y la educación.
¿De qué es síntoma tanta violencia injustificada?, ¿Cuál es su origen? ¿La desestructuración familiar y social, las drogas, la deficiente integración de la inmigración, el fracaso de la educación en valores?
El perfil del joven delincuente es un varón, de entre 14 y 18 años, de clase media, y con problemas familiares. Pero el agresor, ¿nace o se hace? Se ha investigado la influencia de la imitación de modelos violentos, el refuerzo social de esas conductas, y el efecto despersonalizador y amplificador que ejerce el grupo sobre el individuo.
No se debe confundir un acto de maldad con una patología psiquiátrica. El trastorno de personalidad antisocial se caracteriza por la conducta violenta y agresiva persistente.
El sujeto suele ser emocionalmente inestable, rebelde, irritable, impulsivo. Incapaz de controlar su conducta, busca la satisfacción inmediata y no tolera la frustración. La frialdad, la falta de empatía y de sentimientos, le llevan a despreciar los derechos de los demás.

Su perfil manipulador, irresponsable, desafiante, temerario y vengativo no entiende de normas ni de remordimientos o sentimientos de culpa, lo que le conduce al delito y a la marginación. ¿Existen tratamientos para un perfil de personalidad tan complejo? Estos casos suelen requerir lógicamente el ingreso en un centro especial. La intervención bio-psico-social es posible pero resulta especialmente ardua, debido a la resistencia y oposición que suele mostrar el paciente.
¿Qué está ocurriendo en los centros educativos? ¿Qué grado de violencia, amenazas e indefensión pueden estar soportando en silencio algunos menores? ¿Y los docentes?
En España, en un reciente estudio realizado por el sindicato de profesores ANPE entre docentes de la Comunidad de Madrid, desde Infantil a Secundaria, el 85% denunció indisciplina y violencia en el centro educativo. Las agresiones verbales, psicológicas y físicas representan cerca del 40, 30 y 20%, respectivamente.
El estudio arroja como principales causas externas la actitud familiar, la crisis de valores y los medios de comunicación. Y sorprende escuchar la opinión de los propios jóvenes:
> el 80% la atribuyen a los "alumnos conflictivos",
> el 56,9% a la "falta de respeto a la autoridad del docente", y
> casi la mitad, el 48%, a las "familias demasiado permisivas".
Los propios jóvenes parecen reclamar disciplina. Los padres de hoy parecen haber perdido la autoridad y los papeles. En el poco tiempo que comparten con sus hijos, no parecen dispuestos a ponerles límites o a enseñarles a respetar las normas. Se pasó del "ordeno y mando" al "todo vale".
Resulta mucho más fácil hablar de alternativas al castigo cuando no somos los padres de la víctima inocente. ¿Debe ser la edad cronológica lo que marca el grado de conciencia y asunción de responsabilidad sobre la conducta? ¿La persona es consciente del daño que ha provocado?, ¿conoce otras conductas socialmente más adaptativas?
El castigo se ha mostrado en general ineficaz para modificar la conducta, por ejemplo, en casos de psicopatía. Contribuye a inhibir la agresión sólo en presencia del agente de castigo. Dada la conducta antisocial de estos sujetos, su internamiento puede brindarles incluso más gratificación que la vida en comunidad. El ingreso en un centro consiste, con frecuencia, en entrar por una puerta y salir por otra. Y cuando no es así cabe de todas formas preguntarse qué sentido tiene aislar, recluir, privar. ¿Hablamos de centros de reinserción o escuelas de delincuencia?
Puede tener sentido endurecer las penas, pero sin olvidar que ante la delincuencia juvenil hay alternativas como las prestaciones en beneficio de la comunidad, las tareas socioeducativas, el acogimiento.
Es urgente prevenir y tratar esta violencia injustificada que tanto dolor y sufrimiento infringe a víctimas inocentes y a sus familiares. Los derechos humanos son defendidos por los valores humanos. Y el respeto es un valor esencial.

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