Acerca de José María Aguilar, la Afip y la ética de los dirigentes (y aspirantes)

La nota de tapa de la revista EDICIÓN i se anticipa polémica, y ya hay refutaciones en puerta. Sin embargo, algunos puntos sobre las íes del editor responsable del semanario:

"Deviene en abstracto porque José María pagó lo que River le debía al Fisco. No puede ir preso", aclaró un colaborador de José María Aguilar, presidente del Club Atlético River Plate, apenas tomó conocimiento de la portada de la revista EDICIÓN i que hoy llega a los quioscos.
"Deviene en abstracto" es lo que dirán los abogados de Aguilar, frente a los fallos que lo responsabilizaron como evasor. "Es como cuando te dictan un falta de mérito", se escuchó de un lado. "No, es como cuando prescribe una causa", retrucó otro. En verdad, ni uno ni lo otro.
Un evasor puede pagar su deuda al Fisco para no ir preso, y está muy bien que así sea porque siempre es bueno evitar que una persona pierda su derecho más elemental, el de hombre libre. Pero el sol no puede ocultarse con una mano.
No es la libertad el punto de discusión. La libertad que puede perderse es apenas un título. El foco del problema es que Aguilar fue procesado por evasión, y cuando solicitó la nulidad del procesamiento, sus argumentos fueron rechazados en 1ra. y 2da. instancia, confirmados por la Cámara Nacional en lo Penal Económico.
En el interín, Aguilar fue a elecciones en River Plate para un nuevo mandato como presidente, no informando debidamente a sus electores que se encontraba gozando de una libertad provisional que le fue concedida en octubre de 2005.
"Él no ocultó su situación procesal. Sencillamente nadie le preguntó. No fue un tema del proselitismo", explicó otro colaborador.
El argumento es pueril, infantil y casi irreverente para con la opinión pública de parte de los allegados a una persona con aspiraciones de líder social, tal como pretende ser José María Aguilar, presidente de una de las instituciones deportivas más importantes del fútbol profesional mundial, y quien tiene aspiraciones que van más allá, probablemente hasta la política.
"Bueno... al fin de cuentas él no le pagó al Fisco porque priorizó la liquidación de salarios y cargas sociales, y algunas obras imprescindibles para el club", fue el argumento de una persona que dijo ser "amigo del Gordo" (por Aguilar, se supone).
Esta explicación podría darla cualquier evasor en la Argentina; casi siempre hay alguna razon para no liquidarle al Fisco el Impuesto a las Ganancias o cualquier otro tributo. Pero el argumento, al menos en este caso, no fue considerado válido ni por el magistrado interviniente ni por la Cámara de Apelaciones.
Ocurre que argumentos similares a los de Aguilar para no depositar en tiempo y forma a la Afip -siendo River Plate agente de retención fiscal- podría invocar cualquier otro presidente de cualquier otro club de fútbol profesional asociado a la AFA. ¿O acaso no hay siempre una nueva prioridad, algún agujero que tapar, algún proyecto que aún no tiene el financiamiento adecuado?
Entonces, ¿nos apropiamos de lo que es del Fisco en nombre de esa necesidad? Puede ser una respuesta, pero nunca puede ser la respuesta de alguien que aspira a gestionar un Estado, o sea precisamente el Fisco. ¿Cuál sería su autoridad moral, su ética, para exigir lo que no pudo cumplir?
Sí, es verdad que la sociedad argentina abunda en casos de doble estándar o doble rasero, pero no por eso puede dejarse de condenar la actitud y la aspiración de Aguilar, apareciendo, muy suelto de cuerpo, en el periódico 'Perfil' para explicar sus ambiciones más allá de River Plate.
La documentación que presenta EDICIÓN i es precisa y habla por sí misma. Por supuesto que no pretende ingresar a las otras cuestiones ásperas que hay hoy día en esa institución como su persistente y creciente déficit operativo y los mecanismos para financiarlo.
Es obvio que no se trata de un River vs. Boca; esto va más allá de las simpatías deportivas; esto  es más complejo y se refiere al fondo de algunas penurias que padece la sociedad argentina, donde se construyen reglas para luego no respetarse; o donde se espera que cualquiera se atenga a las consecuencias menos el poderoso, ya que el poder pareciera medirse según la impunidad.
Esa es una sociedad que marcha al garete y que no construye un mañana mejor. Vaya un párrafo del fallo del 27 de octubre de 2005, que en 1ra. instancia procesó a Aguilar: "(...) en definitiva, todas las otras causas alegadas por el imputado en su declaración indagatoria (que el estado de la institución cuando asumió era crítico; que las actividades deportivas, culturales y educativas que se realizan en el club generan un déficit crónico en su giro mensual económico; las obligaciones contraídas por el club por la venta de palcos y plateas que incluían el acceso con estacionamiento anexo al estado, el cual no estaba construido, por lo cual recibían intimaciones y cartas-documentos de los abonados a platea más una constante presión por lo que significaba no cumplir en ese sentido), (...) fueron la consecuencia directa del estado financiero y de las obligaciones contraidas por ella; circunstancias que no eran desconocidas por Aguilar al asumir, conforme él mismo reconociera en su descargo (...) por lo que no deben ser tomadas como una presión motivacional excepcional a la cual sucumbió (...)".
¿Qué dirán los colegas de 'Perfil', tan fáciles a la hora de la alabanza? Sin duda, sus lectores no se merecen semejante desinformación.

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