Informe Especial: Brasil (Riesgo de inversión: Bajo)

Lo importante en Brasil es que para la inversión directa ya no interesa quién sea el próximo Presidente porque el rumbo está asegurado. Esa estabilidad es fundamental para asegurar el desarrollo sin pausa.

Cada Trimestre, el Área de Análisis del Entorno Empresarial Latinoamericano, de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad Diego Portales, de Santiago de Chile, difunde un Análisis de Riesgo Político de Inversión. Tanto EDICIÓN i como Urgente24 difunden estos trabajos. Aquí algunos apuntes del 1er. trimestre de 2006:
B R A S I L
RIESGO POLITICO:  BAJO
Fortalezas: 
> Gobernabilidad consolidada. Inicio del año electoral sin presiones desbordadas.
> Nominación de candidato presidencial social demócrata que expresa consenso económico con el gobierno.
>Vigencia plena del Estado.
> Coherencia en el manejo de la economía  reiterada en el cambio de ministro de Hacienda.
> Reducción de la deuda externa.
Debilidades:
> Crecimiento con menor ritmo del esperado.
> Persistencia de la corrupción en los niveles gubernativos lo que se expresa en la renuncia del ministro de Hacienda.
> Leves presiones inflacionarias en un año electoral que pueden ir incrementándose a medida que éste transcurre

DIMENSION POLITICO-INSTITUCIONAL
La gobernabilidad sigue estando consolidada, lo cual es de suyo importante en el inicio de un año electoral. En efecto, la estabilidad institucional y la gobernabilidad político-social son factores positivos del escenario brasileño. La compleja crisis de corrupción en que se vio envuelta la administración Da Silva durante 2005 fue manejada con eficiencia: identificando los focos de irregularidades, eliminando a los responsables de las funciones gubernativas cuando correspondía y sancionando políticamente en el gobernante Partido de los Trabajadores a los que estaban involucrados en ese nivel. En medio del desarrollo de ella, el Presidente, lejos de recurrir a expedientes populistas que le dieran blindaje en su popularidad, reafirmó que se mantenía inalterable la aplicación de la estrategia de desarrollo.
A su vez, los opositores Partido de la Social Democracia Brasileña y Frente Liberal ejercieron en el escenario de crisis sus facultades fiscalizadoras a nivel parlamentario y político, pero nunca pensaron sacar dividendos de la situación para provocar una crisis presidencial.
El comportamiento responsable de la oposición brasileña es otra contundente señal del clima de estabilidad y gobernabilidad por el que atraviesa el país. En último término, y con relación a la elección presidencial de octubre, para los inversionistas que están de acuerdo en considerar la reelección de Da Silva como un buen escenario, no les sería para nada traumático otro en que ganara el opositor José Serra. Al fin de cuentas, lo que interesa es la amplia convergencia existente entre unos y otros en la estrategia de desarrollo.
El factor de inquietud en lo político es la aparición y expansión del Partido Socialista y Libertad (SOL) que es una escisión del Partido de los Trabajadores que recoge a los sectores de un izquierdismo más radical insertos en lo que fue su tradición populista. Electoralmente es una fuerza poco significativa y no tendrá mayor gravitación en los comicios presidenciales.
El horizonte de conflictos que se plantea es más bien a mediano plazo, un tiempo que por cierto interesa a los inversores, y dice relación con la capacidad de provocar crisis agitativas en el terreno del agro negocio considerado por este actor como un frente en el cual los capitales extranjeros condicionan la soberanía nacional y provocan una agudización de los problemas sociales.
Dicho en otros términos, ¿existirá en este partido un factor que tense la gobernabilidad futura?
En el escenario electoral propiamente tal el opositor partido de la Social Democracia Brasileña ha proclamado como candidato presidencial al gobernador del estado de Sao Paulo Geraldo Alckmin quien desplazó a José Serra.  Alckmin es abiertamente pro-mercado en materia económica y si bien no se diferencia en este aspecto sustantivamente de Lula, ofrece reducir el gasto público, introducir mayores criterios de eficiencia en el gobierno y dejar de sobrevaluar el real porque perjudica a las exportaciones.
La campaña recién está dando sus primeras señales, faltando que importantes partidos políticos como el gubernamental Movimiento Democrático Brasileño y el opositor Frente Liberal definan su conducta electoral y que el propio presidente Da Silva ratifique su propósito de ir a la reelección, cuestión que se da como un hecho.
La vigencia del Estado de Derecho es clara en el país reiterándose lo expresado en el trimestre anterior. No hay riesgo expropiatorio ni adopción de regulaciones discrecionales que tiendan a desalentar la inversión. La observación estricta por el Estado del cumplimiento de los convenios y contratos de inversión otorgan al escenario brasileño una gran estabilidad, factor que contribuye –junto al buen manejo macroeconómico- a que el país sea ya considerado por algunas clasificadoras de riesgo como un país en grado de inversión.

INTERACCION ENTRE ECONOMIA Y POLITICA
Estabilidad en la Estrategia de Desarrollo.  El gobierno del Presidente Da Silva no ha sido la proyección del líder populista que era en el Foro de Sao Paulo, donde se reunían las izquierdas más tradicionales y populistas. Manteniendo la preocupación central por la pobreza y la miseria, entendió como Presidente que la única manera de combatirla con eficacia era asegurando la estabilidad económica, apostando al crecimiento del país y atrayendo inversión extranjera con claridad y solidez en las reglas del juego.
De allí que pudo compatibilizar el gasto público con la disponibilidad de recursos del Estado, asumiendo las críticas por apoyar al Banco Central en mantener una política monetaria restrictiva que neutralizara las presiones inflacionarias.
Sin embargo, sucede con Brasil en los enfoques periodísticos algo injusto. En la superficialidad del periodismo latinoamericano se le aplican criterios equivalentes a Hugo Chávez,  Evo  Morales y Néstor  Kirchner, en circunstancias que su gestión ha estado en las antípodas: no ha sido populista, ni se ha mostrado nostálgico del estructuralismo económico de los años '70, ni ha encabezado una política exterior disociadora.
Por el contrario, ha sido capaz de mostrar que hay sectores de izquierda que pueden gobernar con esquemas económicos liberales. Tal como lo hizo Fernando Henrique Cardoso en su propio país, y Ricardo Lagos en Chile.
Coherencia en la aplicación de las políticas económicas. La renuncia del  ministro de Hacienda Antonio Palocci y su reemplazo por Guido Mantega permitió apreciar positivamente una perfecta coherencia en la conducción de la economía. El nuevo secretario de Estado prometió continuidad, especialmente en la meta de superávit del presupuesto primario. Este dato revela que no se trata tanto de la política económica de un ministro sino de la política del gobierno del presidente Da Silva.
Esta coherencia se había visto reforzada, además, por las declaraciones del presidente Da Silva, luego de haber pagado el total de la deuda que tenía con el FMI, al indicar que Brasil no dejará de atender las recomendaciones de la entidad financiera sobre política económica, así como aseguró que en el último año de su gestión  no permitirá que intereses electorales perjudiquen la estabilidad económica.
Además, su gobierno ha sido plenamente confiable también en el manejo de la economía, pues se comprometió desde el comienzo de su administración a consolidar las bases de estabilidad manteniendo los equilibrios básicos, entre ellos controlar la inflación, y ha sido particularmente perseverante aunque haya debido enfrentar no pocas tensiones internas en el gobierno y con su propio partido.
Ámbito Macroeconómico. El crecimiento económico del año 2005 fue modesto, ubicándose en 2,3%, cifra menor al promedio del crecimiento latinoamericano. Incidieron en este resultado las altas tasas de interés y la sobre valoración del real que perjudicó al sector exportador. De otra parte, el crecimiento ha sido desigual en las principales regiones del país, de acuerdo a los indicadores que marcan algunos sectores de la economía.
Así el sector comercio creció sólo un 2,1% en la populosa Sao Paulo, en tanto que en todo el país su incremento fue del 4,8%. El crecimiento del sector industrial también ha sido calificado de lento. Con todo, lo positivo es que, más allá de la desaceleración del crecimiento, éste sigue siendo sostenido.
El gobierno ha mostrado  disciplina fiscal manteniendo como objetivo irrenunciable el control de la inflación. Ella fue de 5,59% en 2005, levemente superior a la esperada por el Banco Central. Incidió de manera importante el incremento de los precios de los combustibles. El superávit fiscal que está proyectado para 2006 es de un 4,25% del PIB.
El desempleo promedio en las seis principales regiones metropolitanas del país alcanzó al 8,3%, inferior al 9,6% de 2004. Además, se advierte una mejoría en el rendimiento de la recaudación fiscal. Pese a lo anterior hay una leve señal de inquietud en materia inflacionaria: en marzo fue del 0,59, porcentaje superior al 0,36 registrado en diciembre de 2005.
Refrendando el buen diagnóstico, la clasificadora de Riesgo Standard & Poor’s subió la calificación de la deuda a largo plazo en moneda extranjera de BB- a BB. La razón central de su decisión es que percibe a la economía brasileña menos vulnerable, incidiendo el ya mencionado pago anticipado de la deuda al FMI, la reducción de las tasas de interés y las facilidades que se dan a la inversión extranjera en materia de exenciones fiscales. También se valoran positivamente la acumulación de reservas internacionales y la estabilidad política que ofrece el país.
El entorno externo ha sido ambivalente puesto que, de un lado, la gran entrada de flujos de inversión extranjera fortalece la economía y respalda el buen perfil que tiene el país en la materia, pero, de otro, ha incidido en la fuerte apreciación del Real afectando al sector exportador, otro pilar clave en el crecimiento.  Debe destacarse que con el pago anticipado de la deuda al FMI mencionado en el informe del pasado trimestre, Brasil logró una importante reducción de su deuda externa, desde un 36% al 15% del PIB.

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