Congojas oficiales que habilitan desprolijidades

Al menos cuatro encuestas que han aterrizado en los últimos días en los principales despachos de la Casa Rosada han ratificado algunos conceptos sobre la buena imagen que conservan el presidente Néstor Kirchner y su esposa Cristina Fernández.

BAHÍA BLANCA ( La Nueva Provincia).- Al mismo tiempo, esos sondeos abrieron algunas vías de preocupación frente a la diferencia que existe entre la intención de voto de uno y otro, de cara a las elecciones de 2007. 
Esto, claro, para el caso de que Kirchner decida presentarse a la reelección. O, por el contrario, en la nunca abandonada hipótesis de que decida descansar un período y deba nominar a la senadora para que lo suceda hasta 2011.
En verdad, la preocupación central que anida en funcionarios del gobierno y en dirigentes políticos del kirchnherismo puro y de Compromiso K, la agrupación que lidera el secretario Legal y Técnico, Carlos Zanini, remite a un solo dato: una candidatura presidencial de Cristina no garantizaría que su triunfo, el año que viene, pueda evitar una segunda vuelta electoral.
En cambio, si el candidato fuese el presidente, su pase a un segundo mandato sin necesidad de ballotage está garantizado aún en los sondeos más conservadores que se manejan.
Es decir que si el candidato fuera Kirchner, el Frente para la Victoria ganaría las elecciones en primera vuelta, con más del 50 por ciento de los votos.
Si, en cambio, se decide presentar a Cristina Fernández, los riesgos de que deba someterse a una segunda vuelta aumentan considerablemente por dos factores: en promedio, ella tendría una intención de voto del 40 por ciento, y el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, algo más del 15 por ciento.
Pero crecerían las chances de Roberto Lavagna, proyectadas por algunos encuestadores, de forzarla a un segundo turno electoral con algo más del 30 por ciento de intención de votos.
Esto, según esos analistas, porque justamente se potencian las posibilidades del ex ministro cuando se lo mide frente a las dos hipótesis: Kirchner candidato o Cristina candidata.
No es un secreto para nadie, en los despachos oficiales, que nadie imagina ni en sueños que con semejante caudal de apoyo ciudadano, como el que muestra hoy el presidente y también su esposa, puedan analizar como hipótesis aunque sea lejana la posibilidad de una segunda vuelta.
Por la misma razón, esa variante electoral es considerada "una catástrofe" por operadores presidenciales.
Esas cuitas oficiales son las que pueden haber dado paso a apariciones públicas, en los últimos días, de voces que raramente se suben a los medios sin el consentimiento del santacruceño.
Una es la del secretario de Cultura, José Nun quien, en un reportaje que levantó más de un revuelo en la Casa Rosada, dijo que él prefiere a un pingüino y no a una pingüina, en clarísima alusión al matrimonio presidencial, como candidato en 2007. O, más cerca, la palabra de un hombre que conoce como pocos el entramado del kirchnerismo, como Carlos Kunkel, que dijo que no deben quedar dudas de que el candidato a presidente será el propio Kirchner.
Y como para aventar aquellas dudas que genera la candidatura de Cristina y el temor a que sea llevada a una segunda vuelta electoral --con los riesgos que ellos implica por el juego de alianzas y "trenzas" que se generarían en esa instancia-- dejó sentado que aún en ese supuesto, a nadie debe quedarle dudas que el verdadero "jefe político" seguirá siendo Kirchner.
Aunque nadie lo dice públicamente, desde que el tema ha comenzado a menearse en los medios, hay funcionarios que sostienen la vieja idea de que el santacruceño será "un presidente en las sombras" si resuelve descansar cuatro años y cederle el sillón a su esposa.
Por otro lado, tanto Nun en aquel reportaje polémico, como Kunkel y otros hombres del más estrecho entorno del presidente, admiten que la gestión pública de su jefe, desde que asumió, han sido de "altísimo desgaste" por la forma de gobernar del santacruceño, a quien su personalismo a ultranza a la hora de gestionar le ha provocado picos de estrés y tensiones que tornarían saludable, según sus médicos, parar un tiempo.
No debería descartarse que, por esa razón, se vea obligado a abrir un paréntesis y cederle la posta a Cristina.

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