HACIA EL 23/10

De la Patria peronista: Cristina es el Estado

Rosario es una localidad que prefiere al socialismo desde hace más de una década pero hoy día también vota a Cristina Fernández, con quien compite Hermes Binner: 2 defensores de más Estado. Pero ¿qué Estado?

por RAÚL ACOSTA (*)

 
ROSARIO (La Capital). La conversación giró sobre el Estado. Debatían, discutían con la amabilidad que da conocerse desde 1960, el veterano periodista y el más que veterano (y canoso) dirigente socialista. Ambos, por conocerse, no transitaban terreno fangoso. Al fin la conversación, con el tranquilo desacuerdo, se resumió en el Estado. Qué Estado. Quien, cómo aparece el estado benefactor. Era fácil advertir que el Estado Peronista no es, de ningún modo, el Estado Socialista. De allí surge esta nota.
 
Sobre octubre de 1945 Argentina era un país con algunas cosas resueltas (vacas y trigo) pero, como bien lo demuestran los censos, con  una importante corriente migratoria en marcha, la final, la de pos guerra y, por primera vez, con índices importantes de migración americana. De países  cercanos  venían a las cosechas y se quedaban. Simplemente venían. Aparecen los primeros registros serios de migración interna. En esa argamasa cuajó el peronismo.
 
Algunos profesores de la región, devenidos militantes peronistas del jeroglífico y el ditirambo, describen el peronismo sin pensar en aquella Argentina.
 
“Entre 1914 y 1947 la composición por lugar de origen de los inmigrantes presenta cambios importantes. Si bien se mantienen los italianos y españoles, mas los primeros que los segundos, y se sostienen los provenientes del resto de Europa como los principales, se destaca el crecimiento que se produce en la proporción de inmigrantes provenientes de los países limítrofes.

Entre 1947 y 1960 los italianos vuelven a aumentar su importancia relativa en la migración neta, con el 36% del total. Baja el resto de Europa y se produce un nuevo aumento migracional de los países limítrofes” (pág 65. La Población en Argentina. Publicación del INdEC. 1975).
 
Hay una respuesta clara sobre la consecuencia en el pensamiento y en el comportamiento colectivo de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires, que provocó la Secretaria de Trabajo (una sillita, una habitación, algunas conexiones personales y poco mas) en una población reunida sin que urbano, suburbano, Ciudad y Provincia, fuesen territorios enfrentados administrativamente. Un espacio común en el que ya estaban el gas corriente y las cloacas en un microcentro políticamente definido, espacio hostil al que acceden los que vienen de “provincias” a conquistar un pan.
 
El Estado que oferta el peronismo incipiente, el Estado que ofertan los militares sosteniendo el trabajo de Perón, no se relaciona con  la clase media y la clase media alta que vive en el casco urbano, ni siquiera con cenáculos literarios o ideas universales. Toma, claro que sí, de lo que impera, lo que le conviene. Hitler, Franco, Salazar, Mussolini, no solo son  lo que fueron, también lo que  sostuvieron en el armado de las sociedades que (conviene indicarlo con las palabras exactas) aún existen. Alemania, España, Italia no tienen sepultada su memoria. Cada quien lleva lo suyo. Como se han incorporado Vichy y De Gaulle. Las memorias populares son una suma que no tiene dueño. Sólo se expresa.
 
El Estado que oferta Perón se acerca al que los militares aceptan (el es un militar con la venia de sus superiores) y que los desarraigados de cualquier lugar empiezan a observar. Perón oferta tutela. Cobijo.
 
El peronismo reconoce personas, entidades de carne y hueso. La construcción de hospitales y el eje puesto en la salud. Lo certifica. Aplaca el dolor, la soledad.
 
El peronismo exalta ala policía y la policía federal (¿recuerdan en la revista Mundo Infantil el personaje “Picho de la Federal”? El perrito bueno que traía ese dibujo era el sostén, en historieta, de un pensamiento policial muy serio, para un rol policial en un Estado ídem).
 
Las leyes sociales no son poca cosa. Algunas parecen de cuento. La jubilación a las abuelas. El primerísimo plano de los niños ¿vamos, qué decir hoy de la frase: “los únicos privilegiados son los niños”, eh?
 
Ubicar al peón rural como un ser libre y no como un bien del hacendado no es una concesión chiquitita. El salario mensual, la jubilación, je, la jubilación y los aportes, más los aportes patronales atrasados.
 
Las vacaciones. Mar del Plata existe, como lo que es, por obra pura y exclusiva del peronismo, del turismo gremial (y da origen a la migración calificada de la “Gente Como Uno” a Pinamar primero y Punta del Este después).
 
Las escuelas técnicas para cubrir la ausencia de mano de obra calificada fueron la última incursión del Estado en la Educación. El Estado señala el camino, induce, vigila, tutela y regala.
 
La agremiación única se entiende en este marco. Las canciones. La exaltación de la personalidad del Líder. Los periodistas  que hoy exaltan a la viuda están cumpliendo un rol, el mismo que cumplieron de 1946 a 1952. No son los mismos por una cuestión biológica. La tarea es la misma. Igual su destino histórico.
 
Tropezón tras tropezón, nos acompaña. No hay, en su gestación, una torre griega, ni un cónsul romano. O si, en la idea de pan y circo y de justicia por parte del padre.
 
Algunos peronistas quieren cruzarse de vereda cuando advierten que no hay revoluciones tempranas y ya no crecerán desde el pié, como cantaba Zitarrosa.
 
Peronistas vergonzantes niegan la existencia de esta vereda, tan claramente peronista, que acompaña a la señora, que se debe a esa historia.
 
Otros, estos son los peores, cantan loas a una democracia que el peronismo no acepta como tal (¿Qué democracia define al peronismo de sindicato único y voto cantado?).
 
Están los que, finalmente, dicen si: este es el peronismo. Esta es la matriz de Argentina, acuñada en aquellos primeros tipos de la ciudad, sueltos en la misma calle que los repelía, en conventillos y basurales, abandonados del centro y de la pertenencia, crías del asistencialismo. Este es el peronismo que nació en un ágora trucho pidiendo igualdad social, justicia social, un trabajo y el acatamiento, el agradecimiento por lo que les daban.
 
La discusión sobre el Estado, diferenciándolo del Estado benefactor y repartidor, como es el peronista, y ubicándolo en una definición de biblioteca (hoy de gugle) es ociosa. Es para la charla amable entre personas que se profesan afecto. Para los ensayos de claustro y currícula. Para regodearse en los enrevesados modos de esconder la certeza. Analistas enfermos de peronismo suelen hacer eso: esconder la certidumbre. Casi filosófico: colocan al peronismo en el principio de incertidumbre. No es así. Nunca lo fue.
 
El Estado peronista no duda de la cachetada, el ostracismo, la expulsión y el amor exagerado. El estado peronista es inculto, afectado y básicamente lo dicho: exagerado.
 
Al Rey de Holanda, hace muchos años, lo condenaron por aceptar una “coima” de la empresa Lockheed al impulsar una compra para los aviones de la compañía holandesa de aviación. El porcentaje de la coima se supo: 8%. Una comisión habitual en el mundo de los negocios. Un insulto para el funcionario tipo del Estado argentino.
 
Podrán discutir años el veterano periodista y el canoso dirigente. El Estado socialista es otro. Siempre lo fue. Sigue la duda: ¿acepta Argentina un Estado distinto?
 
En oktubre se verán los pingos.
 
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(*) Testigo.

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