HACIA EL 23/10

Cristina gana pero 'la plancha' tiene fecha de vencimiento: 23/10

Que el electorado opine lo que le convenga acerca del ciclo económico (el tema que direcciona el sufragio, habitualmente). En 1995 votaron creyendo que la Convertiblidad era lo apropiado. En 1999, que Fernando De la Rúa era El Elegido. Ahora consideran que todo será en el futuro más o menos como en el presente. Ya habrá tiempo de conocer qué tal les fue. Urgente24 cree que 'la plancha' tiene fecha de caducidad.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Cristina Fernández gana en octubre y eso no tiene oposición. Pero también es cierto que crecen las disputas internas en el Frente para la Victoria por los espacios de poder futuros. ¿Tendrá consecuencias o Ella podrá imponer sus criterios, sin consecuencias? No hay que poner el carro por delante del caballo.

 
Vayamos al comienzo.
 
 
"A tres semanas de los comicios presidenciales, Cristina Fernández de Kirchner lograría holgadamente la reelección, aumentando en un punto el nivel de votos que logró en las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). El segundo lugar sería para Hermes Binner, a 35 puntos de distancia, el tercero para Ricardo Alfonsín y el cuarto para Alberto Rodríguez Saá. Sin embargo, el propio titular de la consultora que hizo el trabajo, Enrique Zuleta Puceiro, sostiene que las muestras nacionales podrían ser desbordadas por lo que sucede en la provincia de Buenos Aires, donde la Presidenta podría conseguir el 61 por ciento de los votos. Esto llevaría los niveles de voto de la mandataria a alrededor del 55%. También podría ocurrir que Rodríguez Saá ocupe el tercer puesto.

Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), que relevó a 1200 personas en todo el territorio nacional. En el trabajo se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. (...)".
 
 
 
"A lo largo y a lo ancho del país: más allá de las cifras totales que tenga la victoria de Cristina Kirchner –que según los pronósticos serán similares a las de las primarias abiertas o acaso unos puntos más abultadas–, los que dan cuenta de la real magnitud de la victoria kirchnerista en este proceso electoral son los resultados que se fueron sucediendo en las contiendas desarrolladas en todo el territorio nacional durante este año. Trece provincias ya eligieron sus autoridades, dos tienen el ciclo desfasado al resto del país. Quedan, todavía, nueve que votarán sus gobernadores en elecciones que coincidirán con las presidenciales del 23 de octubre, y que le permitirían al gobierno nacional –de no mediar sorpresas– contar a partir del 10 de diciembre con el mayor apoyo a nivel federal que haya tenido un oficialismo desde el regreso de la democracia: casi veinte de los veinticuatro distritos alineados a la Casa Rosada. (...)".
 
 
La heterodoxia del apoyo que Cristina ha sabido conseguir tiene algunas particularidades. Horacio Verbitsky, también en Página/12, sigue descontento con el aliado de Cristina en Río Negro, el triunfante Carlos Soria:
 
"(...) Las razones políticas que ella tenga para consentir que un individuo de esta calaña la represente en Río Negro, no me conciernen. Hasta puedo comprenderlas, como también al electorado que tomó lo que tenía a mano para poner fin a casi tres décadas de gobierno radical. Pero no hay bendición que pueda convertir a tamaño sinvergüenza en un hombre de bien. Sobre la solidez de la construcción política que lo incluya, el tiempo dirá. Hay una frase histórica de Perón, sobre los materiales con que se puede construir un rancho. El problema son las proporciones. En escala nacional hay de todo un poco. En Río Negro, el rancho apesta."
 
 
También es evidente que hay problemas afuera, que requerirán de reajustes domésticos, y antes de noviembre, cuando Cristina Fernández participará de la reunión del G-20.
 
 
"(...) Funcionarios argentinos aseveran que la Presidenta sabía que se revisaría el avión. Cristina no sería Cristina si hubiera desconocido semejante decisión de su gobierno. Sin embargo, esos funcionarios aseguran que ella desconocía que Timerman haría la gestión personalmente. La presencia del canciller en Ezeiza le puso dramatismo a la situación y convirtió en inverosímil cualquier explicación posterior. Un mes después, la justicia argentina decidió archivar el caso porque no encontró ningún delito de parte de los norteamericanos. Washington no olvidó lo que calificó como una "trampa" argentina.

Los reglamentos del Club de París indican que los países que aspiran a refinanciar una deuda deben tener una relación normal con el Fondo Monetario. La Argentina no quiere someterse a la revisión anual a la están obligados todos los países miembros del Fondo. Amado Boudou entrevió que el cumplimiento de ese requisito es inevitable. Viene prometiendo un acuerdo con el Club de París desde que asumió la conducción económica, porque su proyecto consiste en que la Argentina retorne cuanto antes al crédito internacional. Siempre choca con el Fondo y con los Kirchner.

Ha vuelto a chocar en los últimos días. Boudou estuvo en Washington en días recientes y mantuvo algunas reuniones reservadas con directivos del Fondo. La Presidenta se interpuso (y quebró cualquier acercamiento) con un duro discurso público, en el que llamó "terco" y "necio" al Fondo. Cristina y su ministro no siempre piensan lo mismo.

Es cierto, como dijo Cristina Kirchner, que el Fondo suele mezclar ajuste y recesión, y que esa fórmula no dio resultados hasta ahora. La propuesta de ajustarle el cinturón a un cuerpo famélico terminó por voltear a un gobierno democrático argentino en 2001. El problema es cómo y dónde lo dice. Esas palabras de ruptura las pronunció en una tribuna electoral en Mendoza. La Argentina es miembro del G-20 y podría llevar allí sus consejos y su experiencia.

Sea como sea, Boudou estuvo más cerca de la posición norteamericana. Washington acaba de explicar sus votaciones contra la Argentina también en la relación irregular del país con el Fondo Monetario. No quiere soluciones heterodoxas argentinas sobre la deuda con el Club de París.

Varios países venían siendo muy críticos de la Argentina en los foros internacionales por su política aduanera. El conflicto ahí no se refiere a la existencia de buenas o de malas reglas, sino a la inexistencia de reglas. Washington lo acaba de subrayar en las explicaciones sobre sus ásperas votaciones. Nunca antes había hablado en público de la Aduana de Moreno.

En ese mismo camino, Brasil acaba de anunciar que demorará casi sin plazos las importaciones argentinas de golosinas y galletas, rubros que nunca había cuestionado antes. La devaluación del real es ya un cambio importante en las condiciones de las exportaciones argentinas a su principal vecino y socio comercial. También mermó significativamente la venta de automóviles en el mercado brasileño, que antes había promovido el incesante crecimiento de la industria automovilística argentina. (...)".
 
 
 
"Mientras la economía mundial se desinfla, Estados Unidos y Europa ponen parche sobre parche para ver cuánto pueden aguantar, China se repliega y Brasil se blinda, el precio de la soja cae US$ 100 en un mes y la Argentina no deja de perder reservas, la Presidenta de la Nación emplea a diario todo su arsenal oratorio, que en tiempos electorales oscila entre lo nacionalista y lo melancólico, para acaramelar los oídos de los votantes, justamente con la música que ellos más quieren escuchar.

Algunos dicen, con buena parte de razón, que las primarias fueron ganadas por Cristina Fernández gracias a la economía, pero no hay que dejar de lado como ingrediente muy importante esa veta de locuacidad que al argentino medio tanto le gusta y que la Presidenta interpreta como nadie: somos los mejores del mundo, las fuerzas opresoras y los poderes concentrados no nos dejan despegar, pero por suerte aquí está el Estado que llegará para salvarnos. Este libreto tan particular, que deja notoriamente de lado a las instituciones y que sirve de algún modo para entronizar el piloto automático hasta que llegue el 23 de octubre, tiene como característica la apelación entusiasta que une el orgullo por la camiseta, con la grandiosidad de las obras y con el fetichismo tan argentino de tener a mano un salvador providencial. Incluye la repetición permanente de muchas medias verdades que pocos se animan a refutar y que son amplificadas a diario por funcionarios y medios propios.
 
El discurso que se emitió por cadena nacional, la tarde en que Cristina apretó los botones que empezaron a poner en régimen la central de generación atómica Atucha II para que entregue energía a pleno recién en 2013, fue una buena muestra del poder de su carisma oratorio. Tonos de arenga, pausas para distender y generar suspenso, algún quiebre emocional fueron, desde las formas, las armas que utilizó para armar un relato a la medida y el gusto del argentino medio. Entre otras cosas, la Presidenta habló del logro de haber "recuperado la decisión de que el país debe gobernarse a sí mismo" y del impulso vivificador de obras grandiosas, como la misma Atucha o Yacyretá; llamó a los obreros de la central nuclear o del astillero Storni "custodios de la soberanía nacional"; destacó que se haya reparado un submarino sin "tener que llevarlo a Brasil" y fustigó las "injerencias externas para que la Argentina no tenga desarrollo nuclear". También se alegró que 88% del gasto de Atucha II hayan sido "insumos y suministros argentinos y mano de obra de trabajadores argentinos", junto al "orgullo" de ser el segundo país, después de China, "que más ha hecho crecer su economía en todo el mundo".

Pero, más allá la epopeya, y quizás para darle la razón a Mirtha Legrand, quien ponderó su innegable habilidad escénica, tanto empalago del auditorio le sirvió para no decir algunas cosas complicadas: cuánto costó la obra (se calculan U$S 7.500 millones en 25 años), cuál es el grado de antigüedad de su tecnología y en qué estado se encuentra el sentimiento generalizado en el mundo, sobre los proyectos generados por usinas nucleares, tras el desastre de la planta de Fukuyima, en Japón. (...)".
 
 
 
"El gobierno de Cristina Fernández que hace la plancha mientras espera que llegue octubre y se solaza con encuestas que auguran una victoria aplastante, o se divierte con los spots televisivos de una oposición que muestra al extremo su impotencia para conseguir sacarle algunos votos a su encumbrada rival, es el que se ve en la superficie. No hay que restarles méritos: manejan como pocos la propaganda oficial y pintan, sin que nadie, desde la otra vereda, atine a contradecirlos, un país de mil maravillas que hasta se permite el lujo de darles lecciones a los poderosos de Europa y Estados Unidos acerca de cómo se debe gestionar para escapar a los coletazos de una crisis global e incierta.

(...) Hay más de media docena de constancias que permiten sostener que, por debajo de aquellas luminarias, el gobierno es, por momentos, un tembladeral de internas, de pujas de poder, tanto entre ministros como desde la propia Casa Rosada en dirección a aprontes partidarios que persiguen "ordenar" la futura conducción del justicialismo, o hacia la siempre ríspida relación con los sindicatos, en general, y con Hugo Moyano, en particular.

(...) el cruce furibundo entre tres ministros acerca de un tema sobre el que la administración ha comenzado a derrapar: si habrá o no un ajustazo económico después de las elecciones del 23 de octubre. Y si lo hay, cuál será su alcance y a qué sectores de la población afectará más o menos.

Veamos: Cristina Fernández había prohibido, hace diez días, a su equipo hablar con la prensa de posibles cambios de gabinete después del 10 de diciembre. Y ordenó, palabras más o menos, subirse a las tablas y surfear sobre aguas calmas, hasta que llegue el momento de ir a las urnas. Bramó cuando se enteró de que, a pocas horas de esas directivas, estallaron en los diarios posicionamientos y operaciones que envuelven, básicamente, tres áreas: la jefatura de gabinete y los ministerios de Economía y Planificación. Nada menos: se trata de tres sillones sensibles desde los que prácticamente se maneja toda la administración.

¿Advirtió Cristina algunos protagonismos exacerbados que podrían poner en duda su mando total y absoluto de todo lo que se mueve en el gobierno? Por de pronto, se dice en los pasillos que ha comenzado a poner un ojo en el exacerbado protagonismo de Amado Boudou. Sabe que algunas publicaciones sobre el interés del motoquero y guitarrista de controlar con mano propia el manejo de la economía, aun cuando asuma su nuevo rol de vicepresidente, no son ajenas a información que filtran sus colaboradores.


O que la información según la cual De Vido dejaría el gobierno y su lugar sería ocupado por su segundo, Roberto Baratta, también obedecería a una operación de prensa para sacar de escena al arquitecto, que no abandona, a la vez, su intención de ser el sucesor de Aníbal Fernández, después del 10 de diciembre.

El quilmeño, a su vez, se topó de frente con Boudou, cuando, a comienzos de semana y, al parecer, por las suyas, dijo que la Argentina no está blindada frente a la crisis. Casi un sacrilegio en la liturgia cristinista que pregonan la viuda y su compañero de fórmula en cuanto foro internacional o local tienen oportunidad de hablar.


Boudou, se sabe y no desde ahora, tiene en el gobierno y en el gabinete enemigos íntimos que no soportan su rol de mimado de Olivos y sus cada vez más ostensibles apetencias de poder. (...)".

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