Alerta en el despacho presidencial: A Kirchner se le inunda el rancho

Néstor Kirchner no quiere que la Plaza de Mayo vuelva a convertirse en el centro nacional de la protesta. Luces de alerta se habían encendido en sus despachos en los últimos tiempos con manifestaciones como las que se realizaron en reclamo de la aparición de Julio López, y la semana pasada con la vuelta a escena de las marchas piqueteras, con un caótico acampe en el histórico paseo. Ayer se sumó la de los asambleístas de Gualeguaychú y otros defensores del medio ambiente. Y ésta parecer ser la última gota del vaso que el santacruceño está dispuesto a tolerar.

BAHÍA BLANCA ( La Nueva Provincia).-La estrategia presidencial es no reprimir las manifestaciones pero sí buscar que se hagan en sus lugares de origen, de manera tal de evitar el costo político de sufrirlas frente a Balcarce 50.
En la Casa Rosada reconocen que el mandatario no quiere que le nacionalicen la protesta. Esto supondría, entre otros riesgos, tener que pagar algunos costos electorales si las diversas marchas hacen foco nuevamente, como en tiempos pasados, en la Plaza de Mayo para exteriorizar sus reclamos. En buen romance, el presidente pretende que quienes tienen que protestar lo hagan, en la seguridad --según la modalidad del gobierno en todos los casos-- de que esas manifestaciones no serán reprimidas. Pero deberían organizarlas, a gusto y paladar de los estrategas oficiales, en sus lugares de origen, y no frente a las puertas de Balcarce 50.
Como la mejor forma que ha encontrado el gobierno en todo este tiempo ha sido ir zanjando dichos conflictos mediante la persuasión y el diálogo, Kirchner ya ha dado instrucciones al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, para que obre en consecuencia. De todos modos, se estima que será otra vez, como ocurrió en el pasado, el secretario general, Oscar Parrilli --un verdadero todoterreno presidencial-- el responsable de buscar vías de solución que permitan alejar las protestas de la Plaza de Mayo.
Se recuerda ahora que fue justamente el citado funcionario quien, por orden de Kirchner a comienzos de la gestión, se encargó de convocar a las organizaciones piqueteras y sociales para intentar sacarlas de la protesta callejera que tanto incomodaba a los porteños y a las autoridades. La historia que siguió es conocida: varios de esos dirigentes terminaron cooptados e incorporados como funcionarios en las filas del gobierno nacional y en la provincia de Buenos Aires, o con bancas en las cámaras de Diputados, y el calvario de entonces desapareció de las calles.
La nueva mirada de preocupación del gobierno que sobrevuela el regreso de la protesta social tiene un condimento que no es menor: en el ministerio del Interior siguen con lupa los movimientos de Luis D'Elía, quien, tras su despido del gobierno, ha dado señales de querer volver de nuevo a la protesta callejera junto a algunos de sus viejos socios, como Juan Carlos Alderete, de la Corriente Clasista y Combativa. Y hasta se habría detectado algún tipo de contacto entre esos dirigentes y Raúl Castells, el único que, aunque con intermitencias, nunca pudo ser desalojado del todo de la vía pública.
En el gobierno miran con preocupación que a la manifestación de ayer de los asambleístas y grupos defensores del medioambiente, que transitaron entre el Congreso y la plaza, se hayan sumado organizaciones piqueteras y hasta algún grupo político de izquierda. Se teme, aunque las autoridades guardan reserva sobre este punto, que piqueteros y partidos de izquierda intenten copar manifestaciones como las de los asambleístas entrerrianos, con el propósito de convertir la protesta en actos contra el gobierno. "Que pase en sus lugares de origen es una cosa, pero si traen las quejas a la Plaza de Mayo, el asunto cambia", sostuvo un operador gubernamental.
En el oficialismo dicen tener un dato a su favor en este intento por desnacionalizar la protesta social y medioambiental: los propios integrantes de la asamblea de Gualeguaychú advirtieron horas atrás a la Casa Rosada sobre su sospecha de que, en sus marchas hacia la capital, si es que se concreta la promesa de los más duros de volver en el futuro a la plaza, podría haber infiltrados políticos y de organizaciones piqueteros opositoras al gobierno.
El presidente --dicen en sus alrededores-- espera que la marcha de ayer de los asambleístas a la Plaza de Mayo haya sido la primera y la última.
No debería contar con eso: dirigentes que estuvieron en la manifestación creen que ya han hecho todo lo que estaba a su alcance con los cortes de ruta sin que el gobierno haya dado señas de atender su principal reclamo, que es la relocalización de Botnia. "Está visto que con los cortes no alcanza", afirman. Consideran, por lo tanto, que llevar la protesta a las puertas mismas del despacho presidencial puede resultar mucho más efectivo. Es lo último que quiere escuchar Kirchner por estas horas.

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