CO-FUNDADOR DEL TROPICALISMO

Felices 70 años, Caetano Veloso

Caetano Emanuel Vianna Telles Veloso nació el 07/08/1942 en Santo Amaro de Purificação (Bahía), y es uno de "los grandes cantautores del siglo", líder cultural e integrante de una generación que militó por un Brasil diferente.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Caetano Veloso nació en una numerosa familia amante de la música integrada por 8 hijos, 2 de ellos adoptados. Su padre, José Teles Velloso y su madre, la legendaria Dona Cano (Claudionor Viana Teles Velloso), le enseñaron a Caetano en su casa a tocar el piano y a los 9 años compuso su primera canción, un baião. 
 
A fines de 1966 acompañó a su hermana María Bethania, quien había sido invitada a cantar en una obra musical en Río de Janeiro; obtuvo su primer éxito cuando su hermana grabó su primera composición.
 
Rápidamente ganó algunos premios y pudo grabar su primer álbum con Gal Costa: Domingo. 
 
En 1968, junto a Gilberto Gil, fue un pionero del tropicalismo, movimiento cultural cuyo objetivo era la reevaluación de la música tradicional brasileña. 
 
Ese año grabó su primer álbum solista llamado Caetano Veloso, y su música cruzó las fronteras con su controvertida É proibido proibir.
 
En 1969 logró con su álbum Tropicalia que surgiera el movimiento musical conocido como tropicalismo, del que forman parte algunos músicos de Bahía como Gilberto Gil, Gal Costa o María Bethania.
 
En 1969, Veloso tuvo que exiliarse. Estuvo en Londres (Reino Unido), Madrid (España), Tel Aviv (Israel); y 3 años más tarde regresó a Brasil y grabó Araca azul, un disco experimental.
 
En 1976 formó un grupo con Gilberto Gil, Gal Costa y María Bethania, e hicieron una gira por Brasil con el nombre de "Doces bárbaros".
 
En 1977 presentó "Bicho", influenciado por el contacto que tuvo con la cultura nigeriana, donde había estado meses antes. 
 
.... Y así sigue su vida.  Él festeja sus 70 años, grabando: entró al estudio para una trilogía con Banda Cê. El sábado 11/08, él estará en Ilhéus por el proyecto Amar Amado, en conmemoración de los 100 años del escritor Jorge amado. Y no se detiene...
 
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Cancionero
 

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Mis héroes murieron de sobredosis. O de SIDA. Casi todos. Los que sobrevivieron hablan de nostalgia. De los buenos momentos que no vuelven más. Se volvieron repetitivos. O se callaron en la comodidad de la consagración. De vez en cuando me pregunto qué harían si estuvieran vivos o activos. Y llego a la conclusión de que es mejor no saber (en estos días, abandoné la reverencia a un antiguo escritor favorito cuando vi, en su último libro, un lamento interesante: o desafortunado de vivir en una época en que hay que compartir el espacio de un avión con cualquier perdedor vestido con pantalones cortos y zapatillas).
 
No hay nada más común que ver a alguien llegar a la cumbre y abandonar el tren de la historia en la primera curva cerrada. Y de curvas cerradas Brasil se llenó desde Caetano Veloso, una tarde, en 1952, cantó en el piano para la familia los clásicos "Feitiço da Vila" de Vadico y Noel, y "Mãezinha Querida", hit de Carlos Gallardo. Tenía sólo diez años. Hoy en día tiene 70. Desde entonces se hizo difícil separar la historia de la música con la historia de aquel niño de Santo Amaro da Purificación – que, tan pronto subió al piano, convirtió en vereda de un mismo río todas las influencias surgidas antes y después de él.
 
Tirando de la memoria, logro recordar mis primeros encuentros con algunos de los artistas que cambiaron para siempre, para bien o para mal, mi forma de ver y sentir el mundo - cuando algo sonó y no dejó de sonar nunca. Curioso: de Caetano no me acuerdo. Hago fuerza y ​​no viene a mi mente el día en que se nos "presentó". No recuerdo haber visto que alguien venga y diga: "Amigo, necesitás escuchar este tipo, este CD". No era necesario: era como si estuviera en el aire todo el tiempo, como está el Redentor en Río de Janeiro, se puede pasar toda su vida sin subir a sus pies, pero siempre va a encontrarse con él dondequiera que se mire o respire.
 
Con Caetano es así: una omnipresencia inevitable. Él estaba en la novela, en la película, en el estante de casa, en el salón de clases - siempre aparecía cuando un maestro trataba de explicar los significados y significantes de una historia reciente. O de nuestra lengua. En casa, no estaba sólo en los discos, en duetos con cantantes que conocí antes que él, él estaba de lado a lado de otros, de Machado de Assis y Guimarães Rosa en un ejemplar de la colección "Literatura Comentada" que mi padre compró para cuando los niños crezcan. O en la portada de la Enciclopedia Ilustrada de Folha de S.Paulo - un dibujo de su rostro era serio, enorme, y los rizos de sus cabellos salían a lo Mona Lisa, un CD, un cohete, un anillo de Saturno, un planeta Tierra. Todavía muy joven, miraba esa estructura y trataba de imaginar qué otra cosa podía salir de esa cabeza despeinada. 
 
Con los años, esa presencia entraba por los ojos, boca, fosas nasales y oídos: él estaba especialmente en las conversaciones, en las largas conversaciones en que desistíamos de la comprensión y nos aferramos a las dudas, a las fatalidades. Porque cuando no el asunto no maduraba, alguien lo buscaba por el brazo para responder, "es que ni esa cosa que dice Caetano en esa canción". Y llegaba definiciones exactas como "con algunos hombres ella fue hasta feliz, pero con los otros fue mujer", o la separación obligadas a ver entrar y salir a estas personas nuevas que se generan en nosotros y de nosotros"; o el lamento loco de saber que "gente es otra alegría, diferente de la de las estrellas"... Y de repente el mayor elogio era decir: "Estos versos tuyos recuerdan la música de Caetano: qué bueno es saber tocar un instrumento". Caetano era métrica y rima para todo, y era recordado, incluso cuando se oía con atención los de ellos y de ellas de la TV Globo.
 
"Fue Caetano, quien lo definió mejor", solía escuchar en clase, entrevistas, conferencias. (Una de ellas, yo acababa de llegar a São Paulo, me inscribí en un curso sobre cuentos de Guimarães Rosa y en medio de la clase el profesor José Miguel Wisnik se puso a tocar la Terceira Margem do Rio en un intento de hacer llegar el sertão a los estudiantes de la Avenida Tiradentes. Porque  Caetano, nacido en Bahia, era también una traducción completa de aquellas márgenes del São Francisco, al igual que São Paulo cuando llegué aquí, me crucé Ipiranga con la São João y tampoco entendí nada).
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Del mismo modo, me cansé de viajar a las ciudades pobres, legadas al abandono. Cada vez que me encontré con alguna de ellas pensé en voz alta: "Aquí parece que todo es construcción y ya es la ruina".
 
Era como si alguien ya hubiera pensado (y cantado) aquellas palabras para mí. No había mucho que hacer o decir, si no repetirlas. Así, conocí Itapuã  de Caetano bien antes de embarcarme en "tuas lamas, algas, almas que amalgamas" o en la arena blanca que nadie saca de la laguna Abaeté. La realidad era solo un espejo de lo que ya había vivido, cantado y absorbido a kilómetros de distancia.
 
Así que dar a luz este texto es tan difícil. Debido a Caetano Veloso no sólo es el artista más completo que he visto, oído y vivido. Es el artista más completo que la generación de mis padres y abuelos vieron, escucharon y vivieron. Y que probablemente sea visto, oído y vivido por mis hijos y nietos. Como Chico Buarque, o los grandes novelistas, Caetano no es la única autoridad en su tiempo: es la autoridad de la palabra y no tiene fecha; no envejece. Con un detalle: Caetano llega a 70 de una forma sui generis, como casi todo lo que viene de él. No fue sólo amor o rebeldía: no fue no sólo careta o poca importancia; no fue sólo cuerpo y expresión; guitarra o guitarra, carnaval o reflexión, alienación o política. Fue un poco de todo en conjunto y en contraste. 
 
Con el tiempo, no se convirtió en un señor de larga barba blanca, apoyado en una muleta, mientras que arriesga con voz pausada verdades de un tiempo remoto: "Mira, hijo, en mi tiempo la gente se interesaba ​​en otros temas"... El viejo vistió los hombros desnudos de otros tiempos y ahora hace sus conciertos con guitarra, jeans, remera, campera y zapatillas. Y su momento es ahora: un tiempo para probar cosas nuevas, nuevos sonidos, nuevos temas. De Bahia, de Inglaterra, de España, de São Paulo, de Argentina, del morro carioca.
 
Quien lo observa piensa estar delante de ese niño exaltado que, descalificado en un festival de música con su "É prohibido prohibir", atacó abucheos con más abucheos: "Nosotros, Gilberto Gil y yo tuvimos el coraje de entrar en todas las estructuras y de salir de todas ellas. ¿Y ustedes? Si ustedes en la política como somos en estética estamos hechos".
 
Silbadas, silbadas y silbadas. Pasó el tiempo, todos envejecieron y el país que silbaba sigue acomodado, desigual, reaccionario, inmerso en prejuicios estéticos y políticos. La línea evolutiva de la música popular no tiene paralelo con las dictaduras que le siguieron. Para empeorar las cosas, la vejez no lo convirtió en más comedido. Caetano siguió entrando y saliendo de los balcones de las grandes discusiones, de las que a veces sale golpeado. ¿Y dónde están los pensadores a cada nueva crisis? ¿Dónde están los escritores cuando tienen que posicionarse en temas como el aborto, el medio ambiente, el progreso o las UPPs? En casa, con su cabeza metida en la duna. Pocos de ellos serían capaces de provocar una crisis en la República debido a la nada discreta incomodidad contra un presidente electo - una crisis delineada por la madre, doña Cano, que alrededor del centenario tuvo que llamar a Luiz Inácio Lula da Silva y pedir que relevara las palabras de su hijo...
 
Y porque lo que dice en las canciones se le perdona, lo que se dice de forma cruda, no. Cuando no está cantando, Caetano choca y no produce suspiros solamente. Sin embargo, todo el mundo lo escucha. Cuando él confiesa haber llorado al ver solo en el cine, la historia de Jean Charles de Menezes. O cuando lamenta haber "perdido el equilibrio y la elasticidad del cuerpo, la fuerza del cabello, el flujo de orina fuerte, las erecciones firmes, la alegría física de la juventud", como dijo en una reciente entrevista. Caetano tiene razón cuando dice que "no se puede poner todo a causa de la vejez". O cuando dice: "USA se salvará cuando entienda a  Chico Buarque y a Lulu Santos".
 
Por eso es necesario cantar. Es necesario desentrañar lo que la escritora Inês Pedrosa llamó en un ensayo reciente, "amor a fundo perdido". En este sentido, ella sentenció, "nadie ha llegado tan lejos, melódicamente, en la descomposición quirúrgica del ego" como Caetano. Por eso, escribió la autora portuguesa, es amado por los que aman sobre todo la creatividad sin límites, la escucha continua del futuro, porque él "explota en lugar de desplegarse, no tiene muchos dentro de el - es, en sí mismo, enteramente varios".
 
Sobre ese Caetano enteramente distinto  es difícil decir algo que no se haya dicho ya. Porque cualquier frase suena como prólogo y las cortinas no se han levantado todavía. En el día de cumplir 70 años, no habrá show, homenaje, pronunciamiento. Caetano tiene que seguir produciendo, comprometido en el lanzamiento de nuevos discos en contra de aquellos que creen que hizo lo mejor de su música durante los años'70. Seguirá omnipresente en las aulas, estantes de libros, CDs, conferencias, puestos de diarios y revistas. En cada reunión habrá alguien para preguntar: ah, ¿qué tiene este tipo? ¿De dónde vino? ¿Para dónde va? Nadie lo sabe, pero todo el mundo lo vio. Escuchó. Y vivió.

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