VAN POR LA LIBERTAD

Venezuela, para los argentinos, queda muy cerca

"El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner busca ponerle cepo total a la libertad", afirma el autor. Y agrega: "A la vez, no deja de espantar la forma en que el argentino a través de atroces hechos de corrupción es robado colectivamente, sin reacción alguna, los cuales son tapados con la impunidad más grosera."

 

por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter: @santosjorgeh
 
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Entre tantas pérdidas sufridas, es inocultable que los argentinos han perdido la capacidad de asombro.
 
Han desplazado lo importante, lo que sustenta los valores éticos, morales, los que le dan sentido a la vida y a la convivencia en sociedad.
 
Han perdido la brújula de la ley que implica derechos, obligaciones; han despilfarrado el sentido común.
 
La lista para ejemplificar semejante despiste resulta tan vasta que es imposible abarcarla integra.
 
Algunos ejemplos, serán testimonio de tamaño despropósito:
 
Los sobrecogió el estupor cuando vieron por primera vez a un cartonero, pero hoy este ya forma parte de la liturgia urbana, a tal punto que hasta lo han uniformado; sin preguntarse quién se enriquece a costa del trabajo de este.
 
De igual forma fueron sorprendidos y nos  se revelaron con indignación cuando algunos cortaron una calle, un puente, una ruta; hoy estos hechos son concebidos como una cosa natura, integrante más de sus sinsabores cotidianos.
 
Resultaba impensable que los alumnos de un colegio tomaran su edificio, pero asistieron impávidos a la repetición de estos sucesos; hasta el extremo que sin que a casi nadie se le moviese un pelo, el propio ministro del área dijese que la toma de una escuela resulta "un triunfo de la democracia".
 
Saben que los barrabravas son potenciales delincuentes y asesinos, sostenidos por muchos dirigentes del fútbol y de la política; no obstante la misma presidente de la Nación en lugar de inculparlos los ha enaltecido diciendo “mis respetos para ellos” e incluso los convirtió en simples “apasionados”.     
 
No son pocos los que han festejado la nacionalización de YPF, arrancada a Repsol de la forma más antijurídica posible; adjudicándoles a los españoles el papel del demonio como si el Estado no hubiese tenido el poder de control de la empresa.
 
De un fervoroso festival de aplausos y canciones alusivas ante esta tamaña gesta épica, han pasado a la decepción de anoticiarse que la inseguridad jurídica se paga y muy caro. No hay inversor en el horizonte cercano que quiera arriesgarse en el negocio del oro negro a asociarse a un gobierno que cambia con una velocidad desconocida de la alabanza al agravio más atroz; con el riesgo económico que ello implica.
 
Otro desconcierto que viven y siguen viviendo es la reivindicación de los DDHH, lo cual  se transformó en una sinfonía inconclusa y mancillada. Solo se contempló la legitimidad de una de las dos partes involucradas, y además terminó salpicada por sospechas de corrupción de una de las madres preferidas del propio gobierno, amén de las que comprometen a parte de los funcionarios del mismo.
 
Así como se ha ungido como bastión de la gestión de la actual presidente la defensa del derecho a la vida, pasma darse cuenta que en su vocabulario está ausente como problema real la escandalosa inseguridad que ha puesto presas a las personas de bien y le ha brindado libertad e impunidad a quienes roban y matan.
 
Incluso a quienes llegan a terminar en la cárcel por delitos muy graves son elegidos para emplearlos como militantes de una agrupación política que entre otras ventajas les consigue salidas y les abona remuneraciones nada despreciables. 
 
No menos estupor produce la ignorancia que Cristina Fernández de Kirchner hace de la altísima inflación con la cual financia en parte los excesivos gastos del Estado; mientras que ese flagelo hiere de hambre a más del 25% de los argentinos que viven en la pobreza y degrada a franjas de la clase media.
 
Como si este episodio no alcanzara para dejar estupefactos a los que aún conservan una cuota de sensatez, la primera mandataria acaba de decir, rubricando la mentira del INdEC, "si vamos a truchar, truchemos todos", convalidando en forma implícita la manipulación de las estadísticas públicas. ¿A quiénes?, a todos lo que son los dueños del Estado, al cual mantienen con sus impuestos.
 
El embebecimiento llegó tan lejos que algunos defienden hasta lo injustificable. Argentina ha sido convertida en el único país del mundo que subvenciona el fútbol. Más de $ 2.700 millones se han gastado para su televisación entre años, mientras uno de cuatro argentinos apenas tiene para alimentarse poco y mal.
 
Esto incluye enormes cantidad de horas semanales utilizadas para difundir groseras publicidades del gobierno, muchas de las cuales publicitan obras que se anunciaron y ni siquiera están hechas.
 
No deja de espantar la forma en que el argentino a través de atroces hechos de corrupción es robado colectivamente, sin reacción alguna, los cuales son tapados con la impunidad más grosera.
 
Es de esperar que el aturdimiento que maneja con precisión milimétrica la máquina de fabricar cortinas de humo instalada en Balcarce 50; no les impida apreciar que una época de bonanza -con los precios soja por el cielo y la bondad de las exportaciones de automóviles a Brasil- sacó al país de una de sus peores crisis pero la utilización de esos recursos extraordinarios fueron empleados de la peor forma; para perpetuar a los Kirchner en el poder.
 
Esto ha hecho estragos en todos los ámbitos; en la economía, por ejemplo, significó que en  nueve años del corralito se caiga en el cepo; lo que esconde un ajuste encubierto que el gobierno elude pagar como costo.
 
También es dable aguardar que la indiferencia no les impida darse cuenta que los constantes ataques a la prensa y a los periodistas independientes conlleva junto con la Ley de Medios la manifiesta decisión del gobierno de unificar el relato silenciando la verdad, la crítica.
 
Si se dimensiona en su cabal medida la importancia que tienen los pasos que está dando el gobierno en su “vamos por todo”; se llega a la conclusión que “ir por todo” significa ni más ni menos que instalar el pensamiento único.
 
Replicar lo hecho por los Kirchner en Santa Cruz, quedarse con todo.
 
Es necesario que el argentino pensante, despierte de su letanía antes que la censura, la confiscación de la libertad de expresión lo sorprenda; cuando ya sea tarde.
 
Venezuela, para los argentinos, queda a la vuelta de la esquina.

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