MULTITUDINARIA MOVILIZACIÓN

Chilenos rehenes de los estudiantes secundarios

Desde hace una década que los políticos chilenos no resuelven alguna reforma educativa que impida le efervescencia entre los estudiantes secundarios que cuestionan que la buena enseñanza universitaria es privada, y onerosa. Un reclamo sectorial devino en conflicto político creciente que permite la expresión de corrientes políticas de la izquierda más desestabilizadora... Ahi tienen un enorme problema para un sistema muy estable en su economía y sus instituciones.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). En la 1ra. movilización 2013, los estudiantes chilenos volvieron a manifestarse por la gratuidad de la enseñanza. Las convocatorias del jueves 11/04 en las ciudades más importantes del país, la más numerosa de ellas en Santiago, desembocaron en choques con la Policía.
 
Según los organizadores, en la manifestación capitalina participaron unas 120.000 personas, entre estudiantes universitarios, alumnos de enseñanza secundaria y los principales sindicatos del país. 
 
"La educación es un derecho, y los derechos o son para todos, o no son derechos", insistió el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), Andrés Fielbaum.
 
Al final de la marcha de Santiago, grupos aislados de jóvenes, en su mayoría encapuchados, comenzaron a lanzar piedras contra los cuerpos de seguridad, a derribar las vallas de contención y a romper señales de tránsito. La Policía empleó gases lacrimógenos y chorros de agua para dispersarles. La movilización estudiantil dejó 129 detenidos y 12 heridos, 4 estudiantes y 8 agentes, uno de ellos de gravedad, conforme a las cifras oficiales.
 
Carabineros y la Intendencia metropolitana estimaron en 80.000 los asistentes a la marcha, una cifra que posiciona a la movilización entre las más masivas de los últimos 23 años.
 
El intendente Juan Antonio Peribonio entregó el número calculado por Carabineros. El 16 de junio de 2011, una marcha también llamada por el movimiento estudiantil reunió a igual número de manifestantes en el centro de la capital, según los cálculos de las autoridades de gobierno. Cifra que se repitió el 30 de junio de ese mismo año, en que la Confech volvió a reunir 80.000 asistentes en una marcha. 
 
Esas movilizaciones fueron las más masivas desde el regreso de la democracia en 1990.
 
“La clase política en su conjunto nos ha dado la espalda y no generado este tipo de apertura, este tipo de espacio donde se pudiesen efectivamente plantear estas propuestas”, increpó la vocera de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, Eloísa González.
 
La dirigente planteó un distanciamiento entre las propuestas del movimiento y las que han hecho los candidatos presidenciales de todos los sectores. En este caso, sin quererlo, González también reconoce una cierta soledad del movimiento estudiantil, hasta ahora incapaz de tejer sólidas alianzas que le permiten alcanzar sus objetivos.
 
El dirigente de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios, Moisés Paredes, aseguró que “la clase política del Senado y La Moneda no ha querido responder a las demandas del movimiento estudiantil”.
 
“Señores, de una vez por todas, si el Parlamento y el Ejecutivo no se colocan  los pantalones, este movimiento les a seguir dando muchos dolores de cabeza”, coincidió la vocera del Movimiento de Estudiantes de Educación Superior Privada, Valeska Concha.
 
Los protagonistas
 
En el dinámico movimiento estudiantil chileno, hoy día destacan 5 dirigentes:
 
> Javier Miranda, dirigente de la Universidad de Concepción cursa 5to. año de Pedagogía en Matemática y Computación, militante de la Unión Nacional Estudiantil (UNE), presidente de la Federación de Estudiantes de la UDC. 
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> Raúl Soto,  el único dirigente de una universidad privada que ha estado en la opinión pública por meses. Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad del Mar, estudiante de "tercero y medio" de kinesiología, egresado del Liceo Eduardo de la Barra y ex dirigente sindical en Valparaíso. Se reconoce de "izquierda", aunque "independiente". 
 
> Mario Domínguez, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Valparaíso, y de las Juventudes Comunistas. Estudió en un liceo público en la 6ta. región y fue vocero de la Revolución Pingüina, y presidente de la carrera de Sociología en 2010. 
 
> Andrés Fielbaum, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, hoy prepara su tesis de Ingeniería en Matemática: precisamente él fue presidente de la Facultad de Ingeniería.
 
> Diego Vela, estudiante de ingeniería comercial, egresó del colegio Sagrados Corazones de Manquehue, y es el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC). Pertenece a la Nueva Acción Universitaria (NAU).
 
¿Y en los políticos, qué?
 
Lamentable lo del sociólogo Eugenio Tironi, uno de los fundadores de la Concertación Democrática, hoy oposición, pidiendo un imposible: que su generación se haga a un lado porque “Esta generación por razones biológicas ha ido perdiendo su capacidad para soñar, para pensar que es posible un mundo distinto al que ella misma creó con tanto esfuerzo”, señaló a CNN Chile. 
 
De todos modos, Eugenio Tironi deslizó algo muy interesante sobre los líderes estudiantiles devenidos en políticos profesionales: “¿Qué va a pasar con Camila Vallejo y con Giorgio Jackson que son los dos símbolos? Yo creo que Camila Vallejo va a ser respaldada por la Concertación como candidata a diputada y que Giorgio Jackson va a ser respaldado por la Concertación para ser candidato a diputado. El precio para eso es que respalden a Bachelet”.
 
Sin embargo, todavía falta mucho. Quienes reclaman en las calles (o ya han superado esa etapa como Camila Vallejo) no están preparados todavía para iniciar una transición que le permita a Chile mantener sus logros y rectificar lo que corresponda. Con su supuesta generosidad, Tironi -si es que no fue sacado de contexto- solamente exhibe o impotencia o cobardía.
 
En paralelo, en el Senado se votará la próxima semana una acusación constitucional contra el ministro de Educación, Harald Beyer, impulsada por un grupos de parlamentarios independientes y también de la Concertación, quienes atienden la insistencia de los dirigentes estudiantiles de la Confech. 
 
A su vez, corriendo el peligro tradicional de la izquierda que consiste en aislarse, el movimiento estudiantil ha optado por desmarcarse de cualquier propuesta de educación hecha por los candidatos presidenciales, particularmente con la proposición de Michelle Bachelet quien primero planteó la gratuidad en la educación y luego detalló que esta no abarcaba todos los quintiles sociales (algunos tienen mayor capacidad de pago que otros). 
 
“Cuando hablamos de gratuidad, comprendemos una gratuidad para todos, ricos y pobres, porque creemos que tienen que estudiar en conjunto y nos parece que es un derecho”, aseguró el presidente de la Feuc, Diego Vela.
 
El contenido
 
 
 
Educación gratuita. No hay cambios en siquiera una letra de esta demanda que nació al calor de las movilizaciones estudiantiles de 2011. Por eso todos los candidatos presidenciales la tienen entre sus propuestas, aunque la mayoría con matices.
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“Creo que es regresivo que quienes pueden pagar no paguen. Creo en la gratuidad como concepto, porque creo que la enorme mayoría de los chilenos no puede pagar”, dijo Michelle Bachelet en unas de sus primeras intervenciones a su llegada a Chile, cerrando la puerta a la gratuidad universal; un tema que incluso hizo que el ex presidente de la FECh, Gabriel Boric, declarara un nuevo escenario este semana: “Creo que acá se marca un claro quiebre con el movimiento estudiantil”, dijo el dirigente.
 
“Eso es porque la transición se construyó en una esfera política muy blindada del control externo y eso generó una cultura política ensimismada, autista. Ahora que ha reventado un malestar se producen estas escenas de diálogo torpe, donde se usa la misma palabra para decir dos cosas muy distintas”, opina Carlos Ruiz, profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile y presidente de Fundación Nodo XXI.
 
Es lo mismo que cree Andrés Fielbaum, presidente de la FECh, quien sostiene que la política tradicional ha gobernado en los últimos 23 años dentro de concepciones básicas donde el Estado ha tenido un rol subsidiario. Donde lo privado ha sido eficiente y el lucro, su principal motor. “Cuando uno dice que hay aspectos de la vida que no están sujetos al dinero, como la educación, ellos lo entienden como fin al lucro con fondos públicos. No entienden que la educación es un derecho y los derechos son irrenunciables”, dice.
 
“Tenemos estirpes de políticos: los Lagos, Errázuriz, Zaldívar, Alessandri… Esta clase política ha desarrollado una cultura endogámica que se ha expresado en un lenguaje típico, ligado a la ley, demagógico, de irritación frente a actitudes de la ciudadanía cuando no respetan sus condiciones de políticos”, dice Salazar y da ejemplos: “Lo hemos visto cuando Escalona o Zaldívar y otros políticos han reaccionado con dignidad herida cuando se les ha exigido que adopten ciertas conductas, como el intento de reforma tributaria el año pasado. Los políticos se indignaron porque la ciudadanía les exigía… entonces ellos dijeron que sabían lo que hacían… Eso implica que hay un círculo de personas, un estamento, que tiene una cultura endógena”, destaca Gabriel Salazar.
 
 
Un nuevo escenario
 
Para los jóvenes que lideran las demandas y salen hoy a la calle a marchar, el “pacto” entre la derecha y la Concertación se funda en elevarse a condición sagrada, por tanto incuestionable, en base a la desarticulación social y subsidio estatal. “Por eso queda ‘fuera’ de los debates aceptables. Se pasa a ser ‘poco serio’ o ‘fumador de opio’, en palabras de Camilo Escalona. Entonces, cuando un movimiento social se propone cambiar las cosas, esta gente no lo entiende”, suma argumentos Francisco Figueroa, ex vicepresidente de la FECh.
 
Después de los anuncios de Bachelet en educación y reforma tributaria para financiarla, el oficialismo salió a pegar: “A propósito de la propuesta de la candidata socialista, el Presidente Sebastián Piñera sí hizo una reforma tributaria en educación, en la dirección correcta”, dijo el presidente de la UDI, Patricio Melero, poniéndose en un lugar que hoy tampoco entiende el nuevo escenario: derechas e izquierdas, como tradicionalmente ha sido entendido el concepto.
 
El historiador Gabriel Salazar cree que la clase política chilena, es decir la “profesionalización de representantes”, ha reproducido una práctica endógena de política civil.
 
“Tenemos estirpes de políticos: los Lagos, Errázuriz, Zaldívar, Alessandri… Esta clase política ha desarrollado una cultura endogámica que se ha expresado en un lenguaje típico, ligado a la ley, demagógico, de irritación frente a actitudes de la ciudadanía cuando no respetan su condiciones de políticos”, dice Salazar y da ejemplos: “Lo hemos visto cuando Escalona o Zaldívar y otros políticos han reaccionado con dignidad herida cuando se les ha exigido que adopten ciertas conductas, como el intento de reforma tributaria el año pasado. Los políticos se indignaron porque la ciudadanía les exigía… entonces ellos dijeron que sabían lo que hacían… Eso implica que hay un círculo de personas, un estamento, que tiene una cultura endógena”, destaca Salazar.
 
Ernesto Treviño, director del Centro de Políticas Comparadas en Educación de la U. Diego Portales, suma argumentos al debate: “Dado el diferencial de honestidad en el diagnóstico, a veces se escuchan argumentaciones de los políticos que son inverosímiles y no convencen a la mayoría de la población. Para mi gusto este desprecio por la inteligencia de la población es lo que ha llevado a la clase política a la debacle de la legitimidad. Ellos siguen repitiendo que se requieren partidos para gobernar, pero lo que no dicen es que los partidos deben generar confianza en que están actuando en pos de las necesidades del 95 % de la población, y no del 5 % que es super-rico”.
 
La educación es un derecho se leerá en las pancartas que crucen hoy la Alameda y que lleguen hasta la estación Mapocho, pero los derechos tampoco han sido entendidos de esa forma, según Carlos Ruiz, y eso, para él, tiene una explicación: uno de los grandes silencios de la transición es el tema de la anulación de derechos sociales universales que se produjo durante la dictadura. “Es un Estado que no se hace responsable de derechos sociales y sólo los atiende en tanto los focalice. O sea, ‘en educación atenderé a tales, en términos de vejez a estos otros’… Esa desaparición de derechos la esquiva la política en términos de discusión. Pero ahora se dice ‘no quiero bono, quiero derechos’ y eso significa romper uno de los marcos más duro que existen con el modelo de desarrollo”.
 
Ruiz enfatiza que ese consenso en el que vive la clase política no ha sido discutido con la ciudadanía y el sistema económico construyó un Estado ante el cual la misma ciudadanía no tiene ni un derecho.
 
Lecturas nuevas
 
Es en ese marco que los antiguos referentes políticos que marcaron los discursos, las demandas y los debates, ahora suman otros nombres. “Si no superamos ese tipo de formación el resultado seguirá siendo seres humanos dóciles, manejados, automatizados, sin visión futura, capaces sólo de manipular a los demás, producir, vender y contentarse con la pseudo democracia (…) utilizando las instituciones no para ponerlas al servicio real de las necesidades apremiantes y relevantes de la sociedad, sino para aprovecharse de ella”, escribía hace un tiempo en una columna de opinión Camila Vallejo, citando parte del libro “Cambiar la educación para cambiar el mundo” de Claudio Naranjo, un siquiatra chileno más conocido masivamente en el exterior que en su propio país. No vive en Chile desde 1965.
 
“El movimiento de protesta estudiantil me ha parecido bien inspirado y valiente, y muy válida la crítica al negocio de la educación que se ha venido haciendo a expensas de los estudiantes y de la cultura nacional”, señala Naranjo vía e-mail a El Mostrador. Pero le parece que apenas se ha tocado el hecho de que ya es hora de que se cambie de paradigma en la educación, “y que en vez de usar la educación para la conformidad con una sociedad enferma se comience a crear una educación para trascender aquello que llamo ‘la mente patriarcal’, que sostiene nuestra sociedad aberrante”.
 
El lenguaje en medio de este debate también ha jugado un rol fundamental. Y aunque todos hablen español, parece ser un español diferente: el de la calle y el de la clase gobernante. Raúl Zarzuri, sociólogo y director del Centro de Estudios Socioculturales, cree que la clase política está entrampada en sí misma y en sus discursos. “Hay una política allá arriba y hay otra que corre por abajo. Una de las instituciones sacrosantas y otra que se hace en la calle. El cambio de paradigma se manifiesta en que la política no se hace más en las instituciones; y esto no es sólo físico, también es virtual. La vieja política maneja un lenguaje análogo cuando deberían manejar un lenguaje digital”.
 
Es esa cultura endogámica la que en este escenario, que se crispará aún más en un período eleccionario, tiene que comenzar a ser verdaderamente leída en su fondo, aunque quienes están atentos al fenómeno aseguran que los cambios no vendrán desde dentro: “Eso que va a tener que ser transformado desde fuera. Hay que construir nuevos intereses. Si la política no es refundada, no habrá cambio en los derechos”, añade Carlos Ruiz.
 
Gabriel Salazar, en cambio, confía más en el tiempo: “Es un proceso de transición ciudadana profunda y de largo plazo porque tiene la suficiente potencia. Los políticos no están en condiciones de pararlo. Este proceso culminará naturalmente porque los políticos no están en condiciones de galopar este movimiento. ¿Y qué harán? Tratar de acercar su discurso a la ciudadanía. Pero eso es de la boca para afuera, porque ninguno renunciará a su condición de clase política”.

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