160 TONELADAS DE AGUA RADIACTIVA

Nueva fuga en Fukushima: Lo que la radiación le hace al cuerpo

Otras 160 toneladas de agua radiactiva fueron vertidas al suelo desde la central nuclear Fukushima, según informó TEPCO, operadora de la planta. El cesio y el estroncio radiactivos (ambos elementos liberados por Fukushima en enormes cantidades durante los últimos dos años) multiplican la posibilidad de padecer cáncer de huesos, de músculos o tumores cerebrales, entre otras patologías. El alcance de la contaminación de la central japonesa es global.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) - Hasta 160 toneladas de agua radiactiva se han escapado de los tanques de almacenamiento en la central nuclear de Fukushima, contaminando el suelo circundante, según informó TEPCO, la compañía operadora de la planta. 
 
La fuga ha sido detectada en tres cisternas de agua - almacenada para enfriar los reactores de la central - de las siete que hay en la planta Fukushima-1. En total se han derramado más de 160 toneladas de líquido con sustancias radiactivas. De acuerdo con la empresa operadora, el agua no ha llegado hasta el océano. 
 
Al principio, la fuga se produjo en el primer tanque tras un error en la transferencia de agua desde otro depósito, un daño del que TEPCO informó este fin de semana. El vertido se ha logrado detener. Los especialistas sugieren que el depósito, que ahora está al 55% de su capacidad, está dañado en la parte superior. 
 
El 11 de marzo de 2011 un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter sacudió el noreste de Japón y como consecuencia se produjo un gigante tsunami. La catástrofe provocó una crisis en la central nuclear de Fukushima, dejó más de 18.000 muertos y desaparecidos y causó graves daños materiales pues alrededor de 380.000 edificios quedaron destruidos. 
 
Cerca de 3.500 empleados trabajan en la actualidad en la planta para retirar los residuos radiactivos y desmantelar las unidades dañadas, un proceso que puede llevar hasta cuatro décadas.
 
Lo que le hace al cuerpo
 
En el núcleo de un reactor nuclear a partir de la fisión del uranio, existen más de 60 contaminantes radiactivos, unos de vida larga y otros de corta, que se acumulan en él, por ser parecidos a nuestros elementos biológicos.
 
Entre ellos, el yodo, el estroncio 90 y el cesio (C-137) son algunos de los contaminantes más perjudiciales para la salud humana, que aumentan el riesgo de padecer todo tipo de cánceres y disminuyen la inmunidad del organismo. La afección del yodo es inmediata, provoca mutaciones en los genes y aumenta el riesgo de cáncer, especialmente de tiroides.
 
El cesio se deposita en los músculos, mientras el estroncio se acumula en los huesos, durante un periodo mínimo de 30 años. Ambas sustancias multiplican la posibilidad de padecer cáncer de huesos, de músculos o tumores cerebrales, entre otras patologías.
 
Las radiaciones afectan también al sistema reproductivo, más a las mujeres que a los hombres. Los espermatozoides se regeneran totalmente cada 90 días, sin embargo, los óvulos permanecen en los ovarios toda la vida y si un óvulo es alterado por la radiación y fecundado posteriormente, se producirán malformaciones en el feto, incluso años después.
 
Cuando la principal vía de contagio es la inhalación, sólo es efectivo ingerir pastillas de yodo. El tiroides va eliminando el yodo sobrante y de esta forma, cuando se satura de yodo normal puede ir eliminando el yodo radiactivo inhalado.
 
Si el contacto es a través de la piel, se elimina lavándose con detergente tanto el cuerpo, como el pelo y las uñas, y desechando la ropa.
 
La unidad de medida de la intensidad de la radiación es el gray (Gy) que cuantifica la dosis absorbida por el tejido vivo. Un gray equivale a la absorción de un joule de energía ionizante por un kilogramo de material irradiado. Esta unidad se estableció en el año 1975.
 
A partir de la acumulación de un gray de radiación en el cuerpo humano, se produce malestar general, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, fiebre y diarrea.
 
Entre dosis de 3 y 5 grays, el equivalente a lo que se suele utilizar en tratamientos de radioterapia, se producen hemorragias, anemia e infecciones por la disminución de glóbulos blancos.
 
Al superar los seis grays, se puede originar la muerte en unos días o en sólo unas horas, debido a que los efectos de la radiación son acumulativos. Con dosis de más de 15 grays se produce inevitablemente la muerte.
 
Los trastornos más frecuentes producidos por el exceso de radiación son el cáncer, las alteraciones gastrointestinales, afecciones de la médula ósea, así como del aparato reproductor (infertilidad, malformaciones) y el debilitamiento del sistema inmunológico.
 
El medio ambiente también sufre las consecuencias potenciales de las radiaciones desencadenadas por la fusión del núcleo, que puede afectar a un área de decenas de kilómetros a la redonda.
 
La contaminación nuclear se deposita en el suelo y en el mar y se incorpora a la cadena alimentaria de los seres vivos mediante un proceso de bioacumulación. Va pasando de unos a otros, entre plantas, animales y seres humanos.
 
En general, los efectos de la radiactividad son acumulativos y una exposición, aunque sea pequeña y continua, resulta peligrosa.
 
Una buena
 
La irradiación interna de los habitantes de Fukushima provocada por el consumo de alimentos contaminados con cesio radioactivo es menor de lo esperada, según un estudio publicado este jueves.
 
Tras haber examinado a 33 mil personas durante más de un año, entre octubre de 2011 y noviembre de 2012, un equipo de la Universidad de Tokio sólo encontró cesio (del tipo 137 o 134) en un 1% de los individuos.
 
"Este estudio demuestra que el nivel de irradiación interna provocada por la comida es extremamente bajo", dijo el equipo del profesor Ryugo Hayano. El buen resultado se explicaría por la eficacia de los controles para retirar rápidamente de la venta productos contaminados.
 
Los resultados en Fuksuhima, donde en marzo de 2011 tuvo lugar un accidente nuclear provocado por un sismo y un tsunami, son mejores de lo esperado comparados con la catástrofe de Chernobil de 1986 en Ucrania.
 
Los investigadores piden sin embargo que se siga controlando la alimentación. Aunque la radiactividad del cesio 134 puede desaparecer en dos años, no es el caso del cesio 137, que puede ser contaminante durante 30 años.

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