MÁXIMA DE ORANGE

La princesa holandesa de los argentinos, al rescate de la monarquía

En tiempos convulsos para todas las monarquías del mundo, la Casa de Orange se dispone a renovarse. Tras más de 30 años en el trono de Holanda, Beatriz dejará paso el próximo martes a su hijo Guillermo. En el momento del relevo estarán acompañados por representantes de todas las casas reales. Acudirán a la cita los herederos y algunos titulares, y no solo por cuestión de protocolo. El acto de entronización del nuevo rey es importante para ellos. Inmersa la institución en un agitado debate sobre su supervivencia, una ceremonia con carácter de continuidad es un signo de aparente buena salud, y para refrendarlo actuarán como testigos. Y es que el futuro de Guillermo y Máxima es también, de alguna manera, el de la monarquía.

 

Las encuestas son implacables: la monarquía va en baja como modelo de Estado preferido de los europeos, en especial en tiempos de crisis. En España, ni hablar. En el Reino Unido, la reina Isabel II de Windsor, quien sobrevivió a la grave situación provocada por la muerte de Diana Spencer, ahora intenta fórmulas de transparencia para contentar a los súbditos: sus colaboradores comparecerán cada año ante el Parlamento para explicar en qué se gasta el último penique. 
 
La fiscalización llega con demora al Reino Unido porque hace tiempo que se impuso en Suecia, Noruega y Dinamarca. En España, la Casa del Rey será incluida en la Ley de Transparencia, y también se estudia cómo desarrollar una ley para fijar los deberes y obligaciones de los miembros de la familia real, resultado de la imputación al yerno Iñaki Urdangarin y la posible implicación de la hija menor de los Reyes de España en el caso Nóos.
 
En ese escenario, el martes 30/04 habrá un gran evento en Holanda: Guillermo y Máxima, una nueva generación -jóvenes bien formados y educados en prestigiosos colegios y universidades- se harán cargo de la Casa de Orange, con una misión: lograr una clara percepción de la realidad de la calle para rescatar el prestigio de una institución que ha declinado en Europa.
 
Máxima, una extraña en cuestiones monárquicas será reina consorte. Guillermo eligió como esposa a una mujer que nada tenía que ver con la llamada 'sangre azul', y que contó inicialmente con la oposición familiar y política: argentina y sin nobleza de abolengo. Máxima pertenecía a una familia de clase media y su padre había trabajado (secretario de Agricultura y Ganadería) en el Proceso de Reorganización Nacional (etapa Jorge Rafael Videla).
 
Sin embargo, hoy día Máximo es uno de los miembros más apreciados de la familia Orange.
 
Otros han seguido el ejemplo de Guillermo: Federico de Dinamarca peleó hasta obtener permiso para casarse con la australiana Mary Donaldson. 
 
Y en Noruega, Haakon logró imponer como su consorte a Mette-Marit, una madre soltera con mucho pasado. 
 
Victoria de Suecia amenazó con abandonar su papel de heredera si no se le permitía casarse con su entrenador personal. 
 
Pero el pionero en todo esto, habrá que reconocerlo alguna vez, fue Felipe de Borbón, quien luchó por Letizia Ortiz, una periodista divorciada que presentaba el telediario de las 21:00. 
 
Es una nueva generación de príncipes y monarcas, que intenta acercarse a los súbditos aunque sea en esos gestos.
 
Pudo ser el avanzado en esto pero no se atrevió, Carlos de Inglaterra, hoy día junto a Camila, su gran amor de juventud, una divorciada que ya es abuela y acaricia la idea de ser reina consorte. Pero antes Carlos aceptó la imposición familiar y así fue como eligió a la fallecida pero mítica Diana Spencer.
 
Los Orange tienen una casa real muy especial. Por eso Beatriz ha decidido dejar paso a su hijo, como su madre lo hizo con ella. En Holanda, abdicar es habitual, no supone ningún trauma.
 
Guillermo-Alejandro, tal como quiere que se le llame a partir de ahora, desea ser un soberano “moderno, integrador y comprometido”. 
 
El problema es que el Parlamento se lo hará difícil. Liberales y socialdemócratas formaron Gobierno en octubre de 2012, y en 50 días escasos y sin la mediación de la reina Beatriz, redujeron el papel del monarca. 
A los 46 años, Guillermo lo sabe, y por eso asegura: “La constante de la monarquía es el cambio constante”.
 
A su favor tiene un índice de aceptación del 67%. Si lo sabe utilizar, podrá dar batalla.
 
Pero a no hacerse ilusiones: su madre, Beatriz, tenía 73% de popularidad... y no pudo frenar el embate.
 
Máxima tiene 68%, y la política 12% (según datos del sondeo efectuado por el diario Trouw).
 
Beatriz deja el trono en un momento de tranquilidad institucional, pero también pasó dificultades por la vinculación de Claus, su marido, con los nazis y la renuncia de Friso —su hijo menor, en coma desde hace un año tras un accidente— a los derechos sucesorios por no poder explicar una relación de su esposa con un mafioso. 
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También Juliana, la abuela del futuro rey, vivió momentos complicados cuando su marido, Bernardo, aceptó un soborno de US$ 1 millón de la compañía Lockheed por mediar en la venta de unos aviones de combate.
 
El martes 30/04, de los 150 diputados que forman el Congreso, 14 no jurarán lealtad al nuevo monarca. 
 
Tampoco 2 senadores: a todos les parece redundante repetir el compromiso con la Casa Real ya sellado al ocupar su escaño. 
 
 
Máxima Zorreguieta Cerruti ha tenido que abdicar de sus creencias y estilo de vida para convertirse en Su Majestad Reina Máxima, Princesa de los Países Bajos y Princesa de Orange-Nassau. Meses antes de casarse con el Príncipe Guillermo Alejandro, en 2002, Zorreguieta renunció a su trabajo, a su nacionalidad, a su religión, a su lengua e incluso a su padre, quien no puede participar en los actos oficiales de la Familia Real holandesa por su conexión con la dictadura militar de Argentina. Sin embargo, en estos años la Princesa ha sabido conservar su núcleo duro de amistades y confidentes argentinos, una especie de corte en las sombras.
 
"Ahora Máxima es holandesa. Pero en la intimidad sigue siendo argentina. Tiene negocios en Argentina, las niñeras de sus hijas y amigas son de allí, y hasta algunos de sus diseñadores fetiche son compatriotas", explica a ABC la escritora Soledad Ferrari, co-autora de 'Máxima. Una historia real' (Random House Mondadori), la polémica biografía no autorizada de la Princesa que ha alcanzado los 25.000 ejemplares en Argentina y cuyos derechos se han vendido a Alemania y Holanda.
 
"Las niñas hablan español perfectamente. Las veo todos los meses de noviembre cuando San Nicolás, que viene de España, según la tradición, llega a Ámsterdam en un barco. Se juntan 30.000 niños y Máxima siempre acude con las suyas. Este año me comentó, en relación a Catalina Amalia: ‘‘¿Has visto qué bien habla el español?’’", confesó Javier Vallaure de Acha, embajador de España en los Países Bajos, en una entrevista reciente. "Y es cierto que había mejorado mucho respecto al año anterior. Ella me respondió: ‘‘Por la cuenta que le trae, porque en Argentina tiene que hablar en español’’".
 
Pero Ferrari va más allá. "En Palacio Máxima también habla en español con sus tres hijas, las Princesas Catalina Amalia, Alejandra y Ariadna. Cuando la prensa holandesa se enteró de que su futura Reina hablaba en español a sus hijas, incluso en la intimidad del hogar, se desató una pequeña tormenta mediática. En Holanda cae mal que ella mantenga sus costumbres argentinas», dice la periodista.
 
 "Ahora es un símbolo patrio para los monárquicos de su país adoptivo". Hein de Vries, embajador de los Países Bajos en Argentina, disiente. 
 
"Desde el inicio, el toque latino, la sonrisa de Máxima que es tan refrescante, eso conquistó al pueblo", dijo el diplomático al diario argentino La Nación.
 
Una 'nanny' latina
 
Lo cierto es que en el reino de Máxima, hasta las niñeras son 'importadas' del Río de la Plata. En 2007, cuando Hansje Görtz, babysitter de Amalia y Alejandra, les avisó a los Príncipes de Orange que dejaba el puesto para abrir su propia agencia, Máxima decidió que había llegado la hora de fichar a una niñera latina. 
Según la prensa de aquel país, la joven elegida era de Santiago del Estero, una humilde provincia del norte argentino, hija de una familia de clase media, licenciada en Letras y políglota. La cuidadora fue seleccionada entre una decena de candidatas tras ser investigada por el servicio secreto y los asesores de la Casa Real. 
 
"Es súper cultísima", subraya Ferrari. Aunque otras versiones señalan que la niñera de las 'princesitas' es bonaerense. "Tienen a una abogada que Máxima se trajo de Buenos Aires", confirmó el embajador Vallaure de Acha.
 
La debilidad de la futura Reina por su país natal llega hasta el punto de haber introducido a algunas de sus mejores amigas en la vida de Palacio. La argentina Graciela Rossetto, una de sus amistades más antiguas, se casó con Coen van Dijk, íntimo de la infancia del Príncipe Guillermo Alejandro. 
 
Desde entonces, Rossetto es una de las fotógrafas oficiales de la Familia Real. "Es una de las pocas personas que tienen acceso total a la futura Reina", dice una vieja conocida de ambas que prefiere no revelar su nombre. 
 
"Fue ella quien tomó las imágenes del anuncio de compromiso de la pareja, en 2001, y quien accedió a la intimidad de la habitación real en Villa Eikenhorst, a las afueras de La Haya, para retratar a Máxima y Guillermo Alejandro junto a la recién nacida Catalina Amalia, en 2003", añade esta fuente.
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Aquellas fotografías de la primogénita del Heredero al trono de los Países Bajos dieron la vuelta al mundo y desde entonces Rossetto trabaja para grandes firmas holandesas como el banco ING, la marca de azulejos Royal Mosa, o el Rijksmuseum de Ámsterdam.
 
"Samantha Deane, 'Samy' para los amigos, es otro de sus apoyos incondicionales", dice una ex compañera de colegio. "Se conocen desde la infancia, fueron juntas al Northlands School en Buenos Aires, y Samy fue testigo en la boda de Máxima. Allí conoció a su esposo, el barón Frederik van Welderen, que es otro de los mejores amigos de Guillermo Alejandro", añade. "Los barones de Rengers viven entre Dubái y Londres. Pero la amistad es tan fuerte, que Samy fue la madrina de bautizo de Catalina Amalia, un honor que compartió con Victoria de Suecia".
 
Negocios y propiedades
 
Los lazos entre la futura Reina y su país no son solo de carácter afectivo. "Máxima tiene casas, fincas y negocios en Argentina. Ella es dueña del Hotel Pipilcurá, en Bariloche, aunque es gestionado por su tía y madrina, Marcela Cerruti", explica Ferrari, quien acaba de reeditar en Argentina la biografía sobre la Princesa. 
 
"Aunque el negocio no está funcionando como esperaban, reciben algunos huéspedes". También ha comprado tierras en la ciudad patagónica de Villa La Angostura, y posee una mansión en Los Pingüinos Country Club, una urbanización de lujo a las afueras de Buenos Aires, un regalo que le hizo su padre, Jorge Zorreguieta, quien "viaja de incógnito a Holanda para evitar los escraches por su pasado político".
 
Entre sus diseñadores de cabecera también figuran varios paisanos, como Graciela Naum y Benito Fernández. Máxima ha lucido las creaciones de Fernández en ocasiones importantes como la boda de Nicolás de Grecia, la celebración del sesenta aniversario del Rey Carlos Gustavo de Suecia o su reciente visita de Estado a Singapur. Naum también viste a su madre y hermanas. "En las estancias del palacio cuelgan obras de arte de su hermana, Dolores Zorreguieta, y de otros artistas bonaerenses. ¡Si hasta arma el árbol de Navidad! Pese a que su esposo es miembro nominal de la Iglesia Reformada Neerlandesa", desvela Ferrari. "Podrá ser Reina de los holandeses, pero su Corte es territorio argentino".

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