MONTONEROS, SEGÚN ROBERTO PERDÍA

Y eran imberbes nomás...

El tiempo es un recurso escaso. La vida no es renovable. Por lo tanto es de enorme valor. La peor sensación consiste en comprobar que el tiempo ha pasado en vano. Imposible no reflexionar sobre semejante levedad del ser al confrontar con las 876 páginas del libro de Roberto Cirilio Perdía, 'Montoneros - El Peronismo Combatiente en Primera Persona'.

 

por EDGAR MAINHARD
 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (2015). La experiencia cultural comienza mal desde el prólogo, a cargo de Vicente Zito Lema, quien lo firma desde Amsterdam, Holanda, el país donde se radicó cuando emigró en 1977, y donde vivió hasta 1983 cuando decidió volver: 7 citas entre sus apuntes, 1 de Eva Duarte de Perón, ninguna de Juan Perón para un libro que trata sobre una de las supuestas vertientes del peronismo. ¿O puede resultar una conclusión imaginaria?: "Un libro sobre Montoneros no amerita una frase de Perón..."

Entre las citas, una de Rodolfo Jorge Walsh"En la práctica sucede que nuestra teoría ha galopado kilómetros adelante de la realidad. Cuando eso ocurre, la vanguardia corre el peligro de convertirse en patrulla perdida".

Walsh ya estaba haciendo la autocrítica en que incursionó antes de su trágica muerte, el 25/03/1977.

Pero en 2013 ya no queda duda alguna que Montoneros no fue vanguardia, aunque la lectura del texto Perdía obliga a sospechar que él sí lo creyó... y lo sigue pensando.

Era imposible lograr una síntesis entre Ernesto Guevara y Juan Perón. Intentarlo era inútil porque el propio Perón ya había desestimado la 'experiencia cubana'. El proyecto de Perón en los días de su exilio en Puerta de Hierro no se reconocía en el de Fidel Castro Ruz.

Por lo tanto la admiración guevarista de los jóvenes de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) carecía de sustento peronista. 

El grupo de Perdía en FAP nació en el norte de Santa Fe promoviendo: la definición del peronismo como opción política, el socialismo como objetivo a alcanzar y la lucha armada como método. A Perón le interesó la definición del peronismo y le fue utilitario el método de la lucha armada pero ¿dónde encajaba el capítulo socialista?

Sin embargo, en 1973 Montoneros creyó que Perón le concedería la actualización doctrinaria, el trasvasamiento generacional y el socialismo nacional. Sin duda, una ficción que construyeron quienes creían que Perón, a causa de su vejez, era maleable, susceptible de controlar, y claramente expusieron la dicotomía: o lo controlamos nosotros o lo controlan José López Rega, José Ignacio Rucci y otros.

Perdía escribe: "Nosotros teníamos lo que hoy se llamaría una agenda propia. Objetivos propios. Procurábamos que hasta donde se pudiera esos objetivos no confrontaran con Perón. Durante mucho tiempo esos objetivos encontraron una síntesis con los de Perón. Después no."

Perón ni siquiera coincidió con Montoneros acerca del jefe del Ejército. Designó aLeandro Anaya en reemplazo del general Jorge Raúl Carcagno, con quien Montoneros ambicionaba concretar un proyecto en calidad de milicianos.

La subestimación por Perón está planteada en el relato del propio Perdía acerca de la movilización a los bosques de Ezeiza, acontecimiento que derivó en el inicio de la guerra interna del peronismo, que hasta la fecha el propio peronismo se ha negado a debatir en profundidad.

Perdía escribe:

"Para nosotros ese 20 de junio debía ser el punto en que se definiera el inestable equilibrio interno que ejercía, y en el que se desenvolvía el gobierno de Cámpora. Estábamos convencidos que el peronismo plebiscitaría masivamente el apoyo a nuestra política. Confiamos toda nuestra fuerza a la suerte de la movilización multitudinaria, estábamos seguros de que "a dos millones de personas movilizadas no se les podía haber dicho otra cosa que el nombre y apellido de los enemigos históricos del peronismo" (...)".

Perdía cita a Alejandro Horowicz -en aquellos años en el Frente de Izquierda Popular (FIP), que tampoco era peronismo, pero escribió un texto reivindicado por muchos que hoy simpatizan con el Frente para la Victoria, 'Los 4 Peronismos'-.

Montoneros creía que colmando los bosques de Ezeiza con su gente, convencerían a Perón que el rumbo estratégico era el de Mario Eduardo Firmenich y sus amigos.

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Peor aún: una organización político-militar como Montoneros fue sorprendida por el despliegue bélico del otro extremo del peronismo. Un error gigantesco. Montoneros careció de la información imprescindible sobre el acto que pretendía protagonizar. Y Perdía se queja que, en el avión donde viajaba Perón, José Ignacio Rucci y José López Rega estaban convenciendo a Perón que no fuese a Ezeiza y que Montoneros eran los malos.

Si Montoneros no tenía a nadie en ese avión junto a Perón, ¿no era una demostración de que, para comenzar, debían recuperar algún vínculo directo previo con Perón? ¿Se habrán preguntado en Montoneros por qué Perón no se había interesado en establecer esa cercanía?

Según Perdía, en 1973 le ofrecieron a Héctor J. Cámpora detener a José López Rega. Se lo plantearon en la casa de (Juan Manuel) Abal Medina (padre) al hijo de Cámpora, cuando les avisó que su padre estaba por renunciar: “Si tu padre lo decide, podemos meter preso a López Rega”. 

Según Perdía, tenían controladas las radios, (el gobernador bonaerense Oscar) Bidegain conducía la policía provincial, había otros cinco o seis gobernadores amigos, y capacidad de poner la gente en la calle en poco tiempo. 

La respuesta de Cámpora, 4 horas después, fue: “Pero Perón se va a enojar y se va a ir... ”Y Cámpora renunció. Montoneros, que había confiado, parcialmente, en Cámpora, fue incapaz de reaccionar desde la política, y decidió regresar progresivamente a las armas.

Sobre el final de su texto, Perdía afirma, en una reivindicación de sus acciones, y las de su generación, luego de condenar a la teoría de los 2 demonios, "sabemos que lo nos convocó siempre fue un mundo mejor, una sociedad más justa, un compromiso de vida más allá de cualquier teoría".

No alcanza para explicar los notables errores de Montoneros, y es inexplicable que Perdía, ya septuagenario, tal como lo era Perón en aquel tiempo, no pueda siquiera identificarlos.

La descripción que Perdía realiza de su decisión personal de iniciarse en la guerrilla también es cuestionable:

"Había llegado el momento en que la pasión por la justicia implicaba el camino por la violencia. Lo veía como un paso dolorosamente necesario ante el fracaso de todos los anteriores".

¿Tan rápido se había cansado aquella generación del ejercicio de la política? ¿Cuál es la justicia de la violencia?

Desde 1983, Perdía ha demostrado cierta incapacidad para la construcción en democracia. En días kirchneristas no funcionó ni el proyecto de la revista Repensar ni la organización Libres del Pueblo ni la Corriente Patriótica Revolucionaria. Pero, evidentemente, la limitación comenzó mucho antes.

Es grave la cosmovisión jacobina que permanece en Perdía en 2013, tal como se lo explicó en cierta ocasión al diario Página/12. 

"Yo creo que es importante la política de derechos humanos en el sentido de poner las cosas en su lugar, el juicio a los militares responsables de genocidio, pero creo que esa política mientras no se ataque seriamente al poder económico y sus responsables que son los que promovieron y se beneficiaron en el golpe de Estado y siguen vigentes en la sociedad actual, corremos siempre el riesgo de que demos marcha atrás, que no se van a medir en cuestiones de tipo abstracto sino en vidas de compañeros, porque evidentemente sino somos capaces de bajar el copete al poder económico que maneja la administración del país y entonces vendrá con sus represalias y vendrá con su reacción y la política de derechos humanos, sino se construye sobre una base de establecer un nuevo modelo económico."

¿Comprendió alguna vez Perdía que Perón podía simpatizar con alguna ejecución pero también era Licio Gelli?

Lamentablemente no se trataba solamente de Perdía. En el velatorio de Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus, Perdía recuerda que estuvieron también presentes los sacerdotes católicos Carlos Mugica Hernán Benítez, cuya oración fúnebre fue: "Abal Medina y Ramus fueron cristianos. Pidó perdón a Dios por la muerte de ellos, que fueron asesinados por la Nación que no supo comprenderlos, darles un camino, colmar su sed de justicia".

Carlos Gustavo Ramus, Fernando Abal Medina y Mario Firmenich eran los líderes de la agrupación Juventud Estudiantil Católica, una rama de la Acción Católica Argentina que se aliaba con el grupo de extrema derecha Tacuara en las elecciones del centro de estudiantes. Ellos abandonaron la JEC apenas conocieron al sacerdote Mugica.

Los 3 participaron de la Operación Pindapoy -secuestro y ejecución del general (RE)Pedro Eugenio Aramburu-, y Abal Medina y Ramus murieron en un enfrentamiento con policías en la localidad William C. Morris. ¿Era justo, en ese contexto, el reclamo del cura Benítez a la Nación?

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Perdía cuenta que fue Carlos Quieto, líder de Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), quien conoció a David Graiver, en 1973. Más adelante en el tiempo comenzó la relación financiera entre FAR Montoneros y el dueño del Banco Comercial de La Plata.

En junio de 1976, según Perdía, Montoneros envió a Raúl Clemente Yaguer a México para que consultara con Gravier, preocupados por qué podría ocurrir con los militares en el poder.

Según Perdía, Yaguer les dijo que Gravier respondió: "A mi no me pueden tocar. Los tengo agarrados por Papel Prensa".

Sin embargo, Papel Prensa era apenas un proyecto que Gravier le había quitado a los Civita. 

La planta de Papel Prensa S.A. recién se inauguró el 27/09/1978. Y Graiver murió el 06/08/1976 en un accidente de avión que nunca fue aclarado. 

¿También Gravier les mintió a Montoneros?

Obviamente Perdía no brinda ninguna precisión sobre el asesinato de Rucci, no vaya a ser que termine autoincriminándose... 

El asesinato de Rucci, secretario general de la Confederación General del Trabajo, no tiene ni un subtítulo en el libro. 

Perdía repite más o menos lo que ya ha afirmado: "No puedo afirmar o negar que no haya habido participación de militantes montoneros u otros. Lo que sí puedo afirmar es que ningún organismo de conducción lo decidió". No vaya a ser que el juez federal Claudio Bonadío intente detenerlo otra vez.

Probablemente Alejandro Tarruella, que fue uno de los que lo convenció para que escribiera el libro, debería trabajar en una versión póstuma, donde revele lo que realmente conoce de ese acontecimiento, y otros: la Contraofensiva Estratégica de Montoneros (no termina de resultar lógico lo que cuenta).

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