LOS GRANDES ENEMIGOS DE FRANCISCO ESTÁN ADENTRO

Viaje al misterio del derroche y la corrupción en el Vaticano

Deberá recordarse que hasta hubo demorados y detenidos en el Vaticano apenas se conoció el libro "Vía Crucis", de Gianluigi Nuzzi. La cuestión fue cómo se había filtrado desde el Estado pontificio la documentación o confidencial o secreta que fue publicada en el trabajo de investigación. Aquí un fragmento del bestseller de Nuzzi. Urgente24 eligió el capítulo "Los secretos del Óbolo de San Pedro" en el apartado "Los fastos de los cardenales y esos palacios reales de 600 metros cuadrados de renta cero", que avanza sobre un tema muy delicado: el dinero 'negro' de la conducción de la Iglesia Católica Apostólica Romana, una obsesión por corregir semejantes desvíos que tiene el papa Francisco, y que provoca algunos de sus muchos choques con lo que se ha dado en llamar 'la Vieja Guardia' vaticana.

"(...) en el fondo me preguntaba: ¿se puede justificar la corrupción, el pecado por el solo hecho de que todos están pecando y están siendo corruptos? ¿Cómo podemos ser cristianos y combatir el mal de la corrupción? Yo me acuerdo que en mi patria un joven de 20, 22 años quería dedicarse a la politica. Estudiaba entusiasmado, iba de un lado para otro. Y consiguió un trabajo en un ministerio. Un día tuvo que decidir sobre qué cosa había que comprar. Y entonces pidió tres presupuestos. Los estudió y eligió el más barato. El más conveniente. Y fue a la oficina de su jefe para que lo firmara. ‘Y ¿por qué elegiste este?’ ‘Porque hay que elegir el más conveniente para las finanzas del país'. ‘No, hay que elegir aquel que te dé más para ponerte en el bolsillo’. Y el joven le contesta a su jefe: ‘Yo vine a hacer politica para hacer grande a la patria'. Y el jefe le contesta 'Yo hago politica para robar’. Un ejemplo nomás, pero no solo en la politica, en todas las instituciones. Incluso en el Vaticano hay casos de corrupción, la corrupción es algo que se nos mete adentro, es como el azúcar, es dulce, nos gusta, es fácil, y después terminamos mal. Y en vez de tanta azúcar fácil terminamos diabéticos o nuestro país termina diabético. Cada vez que aceptamos una coima, cada vez que aceptamos una coima y la metemos en el bolsillo, destruimos nuestro corazón, destruimos nuestra personalidad y destruimos nuestra patria. Por favor ¡no le tomen el gusto a esa azúcar que se llama corrupción! (...)".
 
 
por GIANLUIGI NUZZI
 
En el corazón palpitante de la Iglesia hay un agujero negro que el papa Francisco descubre después de muchas dificultades: una mala gestión que llega a la estafa y el embrollo. Gracias al equipo de trabajo que ha puesto en funciones con un golpe de mano sin precedentes, el Papa Logra descubrir que los costos de la curia se sostienen con la utilización de los fondos destinados a los necesitados. Es un escándalo. El dinero que llega al Vaticano, enviado por los católicos de todo el mundo para las obras de beneficencia, no acaban en los pobres, sino que sirven para llenar los agujeros financieros generados por algunos cardenales y hombres laicos que controlan el aparato burocrático  de la Santa Sede.
 
Jorge Bergoglio había elegido el nombre de Francisco porque la misión de su Iglesia debía ser exactamente la de Francisco de Asís, ayudar a los pobres. Desde su primer saludo en la Plaza San Pedro, el Papa rechaza todos los oropeles, adoptando a menudo los hábitos deshilachados. Invita a los desamparados en la Capilla Sixtina y pide a los responsables de los institutos religiosos y de los entes dependientes de la Iglesia que hospeden en sus inmuebles en desuso a todos aquellos que están necesitados. En los palacios, en los convictorios, en los dormitorios de los grandes seminarios, que han quedado desiertos por la crisis de las vocaciones.
 
Además del rigor y la trasparencia, la pobreza y la caridad son las palabras clave de su lenguaje pastoral y del pontificado. Con una sensibilidad que trata de trasmitir y desarrollar sobre todo entre las monjas y sacerdotes, a partir de las pequeñas cosas, las más simples. Por ejemplo, el uno del automóvil sobre el cual se extiende en la audiencia general del 6 de junio de 2013: "Me siento mal cuando veo a una monja o a un sacerdote con un coche  último modelo",  afirma Francisco. "El automóvil es necesario para hacer tanto trabajo, trasladarse de aquí para allá… pero usad uno humilde, SI tenéis uno lujoso, pensad en los niños que mueren de hambre… Acaso vosotros no sentís rechazo cuando veis a una monja o sacerdote que no es coherente". 
 
Y él empieza por dar el buen ejemplo. "Cuando viaja a Lampedusa para abrazar a los prófugos que llegan de África usa una camioneta Fiat puesta a su disposición por un católico que vive en la isla, mientras en Asís, la tierra de san Francisco emplea un pequeño Fiat Panda. Incluso cuando un sacerdote veronés le regala un Renault 4, el papa lo acepta, peor lo transfiere al museo de los automóviles papales."
 
Ante estos discursos y comportamientos, inusitados para un papa, son muchos los cardenales que, después de un desconcierto inicial, han mostrado alinearse con el nuevo Pontífice. En realidad, es una sintonía sólo de palabras y amplias sonrisas. Las ocurrencias sarcásticas que circulan entre ellos hace comprender el clima: "Han dejado la berlina en el garaje y ahora se desplazan en los pequeños utilitarios, el 500 o el Fiat Panda, pero siempre viven en los mismos palacios reales".
 
Basta comprobar dónde y cómo viven los purpurados que ocupan las posiciones más altas de la jerarquía para comprender dónde está la verdad. Y dónde van a terminar los euros destinados a la beneficencia. Son casas lujosas en el corazón de Roma, una realidad inimaginable para gran parte de los católicos, que provocaría la envidia hasta de las estrellas de Hollywood.
 
En los diarios se publicó la historia de la casa del cardenal Tarcisio Bertone que, tras unir dos apartamentos situados en el último piso del Palacio San Carlo en el Vaticano, hoy habita en una residencia de 600 metros cuadrados. Pero esta es la regla, no la excepción. Los cardenales de la curia residen en moradas principescas de 400, 500 e incluso 700 metros cuadrados.  Viven solos con algunas monjas misionera como secretaria, asistenta, cocinera y sirvienta, mejor si proviene de un país en desarrollo. Son apartamentos constituidos por salas de todo tipo: de espera, de televisión, de baño, de recibo de té, de oración, de archivo, del secretario, de biblioteca. Y, además, dormitorios, cocinas y bodegas. Residencias en edificios de fabulas, como el espléndido Palacio del Santo Oficio, detrás de la columnata de Plaza San Pedro, que se remonta al siglo XVI y durante un tiempo alojó al tribunal de la Inquisición.
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Aquí el apartamento más grande de 445 metros cuadrados aloja al cardenal Velasio de Paolis, fiel colaborador de Ratzinger y presidente emérito de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede. Con una casa de 409 metros cuadrados le hace compañía el cardenal esloveno Frank Rodé, de ochenta y un años, ex arzobispo de Lubiana y amigo del personal de Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo suspendido del sacerdocio por grave actos de pedofilia. Es uno de los miembros, entre otros, del Consejo Pontificio de la cultura. El cardenal Kurt Koch, en cambio, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, debe contentarse con una casa de 356 metros cuadrados.
 
Otra patrulla de purpurados se encuentra a poca distancia, al otro lado de la Plaza San Pedro, en un bello palacio en vía Rusticucci, a pocos pasos de vía Conciliaziones. Estamos en el corazón de la Ciudad Eterna. Aquí se destaca la residencia de 500 metros cuadrados del canadiense Marc Oullet, nacido en 1944, prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina. El cardenal Sergio Sebastiani, de ochenta cuatro años, miembro de la Congregación para los Obispos y de la Congregación de las Causas de los Santos, vive en 424 metros cuadrados. Al respecto, se recuerda que los purpurados que superan los ochenta años conservan un papel sobre todo simbólico y ya no tienen derecho al voto en el cónclave por exeder el límite de edad.
 
El estadounidense Raymond Burke, nacido en 1948 y patrono de la Soberana Orden Militar de Malta, está a sus anchas en 417 metros cuadrados, así como el polaco Zenon Grocholewski, desde marzo pasado prefecto emérito de la Congregación para la Educación Católica, que se aloja en una residencia de 405 metros cuadrados. A pocos pasos, siempre en el barrio romano de Borgo Pio, habita el cardenal norteamericano William Joseph Levada, nacido en Long Beach en 1936 y seguidor fielísmo de Ratzinger que en 2005 lo designó su sucesor como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En 2006, Levada fue convocado por el papa Francisco para testimoniar sobre los abusos sexuales cometidos con menores por algunos sacerdotes de la arquidiócesis de Portland, donde había sido arzobispo entre 1986 y 1995. Él era la autoridad responsable de los sacerdotes que luego resultaron culpables de abusos. En todo este escenario, la habitación del papa Francisco en Santa Marta es casi una cabaña, pues no llega a 50 metros cuadrados.
 
Pero los privilegios de los cardenales no terminan aquí; de hecho, ellos no pagan alquiler, ni rentas ni expensas. El tratamiento de gran consideración respecto a cualquier otro pastor de la Iglesia, y a cualquier otro ciudadano, se debe a la función superior desempeñada en la jerarquía eclesiástica aunque, como hemos visto, muchos ya son octogenarios y sus cargos sólo son eméritos u honorarios.
 
De todos modos, los cardenales de la curia se ocupan de los entes más importantes de la Santa Sede y controlan el corazón de la Iglesia en el mundo. De aquí  surge la acción evangélica y, sobre todo, de beneficencia, de acuerdo con el dictámen del papa Francisco, una acción que se debería irradiar por todas partes. Pero, en realidad, las cosas suceden de un modo muy diferente.
 
¿Adónde va el dinero de los pobres?
 
El ejemplo más escandaloso en el Óbolo de San Pedro. ¿De  qué se trata? "Es la ayuda económica que los fieles ofrecen al Santo Padre –explica un funcionario del Vaticano- como signo de la adhesión al celo del sucesor de Pedro por las múltiples necesidades de la Iglesia Universal y por las obras de beneficencia para los más necesitados. […] Las donaciones están destinadas a las obras eclesiásticas, a las iniciativas humanitarias y de promoción social, como también al mantenimiento de las actividades materiales de las diócesis pobres, de los institutos religiosos y de los fieles en graves dificultades (niños, ancianos, marginados, víctima de guerras y desastres naturales, obispos de zonas necesitadas, prófugos e inmigrantes…)".
 
Los pontífices siempre han valorado  la misión caritativa de esta iniciativa, apelando a la generosidad de los fieles. "Es la expresión  más típica – destacaba Benedicto XVI- de la participación de todos los fieles en las iniciativas de bien del obispo de Roma." El valor central de la caridad también se encuentra en la encíclica Deus Caritas Est (2006), donde Ratzinger destaca que la "Iglesia ya no puede estar exenta del ejercicio de la caridad como una actividad organizada por los creyentes y, por otra parte, nunca habrá una situación en la cual un cristiano no sea caritativo, porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor".
 
Sin embargo, en los presupuestos y cuentas, que hemos podido consultar directamente, se descubre que la gestión de este óbolo es un misterio, cubierto por el más impenetrable secreto. Cada año se difunden públicamente los datos de la colecta, pero no se explica cómo se gestiona. En otras palabras, se dice cuánto dinero llega de los fieles pero no se revela cómo se gasta. Al contrario, sobre este aspecto siempre se ha mantenido una reserva absoluta.
 
Pero entonces se inicia la operación de verificación del equipo de trabajo de Francisco. Los miembros de la comisión pontificia COSEA quieren ver las cosas con claridad, pues intuyen que se juega una partida decisiva de cuyo éxito depende incluso su futuro. Comprenden que hay algo sospechosos cuando, después de la carta de julio de 2013 en la que el responsable de la Prefectura, Giuseppe Versaldi, solicitó los presupuestos, datos y documentos a todos los entes el Vaticano, sobre el óbolo no llegó ninguna respuesta. Ni en el plazo indicado por el purpurado ni durante todo el otoño. Sólo alguna alusión informal y evasiva, pero nada por escrito. Ningún documento claro, formal y exhaustivo. 
 
¿Se trata de la típica actitud usada para ganar tiempo y desviar la atención del problema que se desea eludir? En estos casos, antes que responder negativamente, se prefiere dar señales parciales, implicar a otras personas o fingir que no se comprende, quizá diciendo que los documentos se han perdió. Una estrategia aparentemente casual que, sin embargo, debe de haber despertado las sospechas de los miembros de COSEA y de los consultores financieros de McKinsey, KPMG y el Promontory Financial Group contratados por la comisión del Papa. La cuestión roza el incidente diplomático en la curia. Y aquí se relata para comprender bien el clima de hostilidad en el cual actúa el papa Francisco. Hemos podido reconstruir todos los pormenores gracias a los documentos a los que hemos tenido acceso.
 
Todo empieza en diciembre de 2013, cuando resulta completamente insatisfactoria la colaboración demostrada por la Secretaría de Estado y por la APSAA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica). El 2 de diciembre, en una carta enviada al secretario particular del Papa, el reverendo Alfred Xuereb, la comisión COSEA solicita la intervención directa del pontífice:
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"Reverendísimo monseñor,
 
Entre las tareas que nos aguardan a la brevedad figura también la verificación de las actividades y el papel que la Secretaría de Estado desempeña en el nivel económico y administrativo. Al respecto, ya se había llegado a un acuerdo en una reunión con el secretario de Estado, Tarcisio Bertone (el número uno de la Secretaría de Estado que ha renunciado a su cargo por haber excedido el límite de edad. En su puesto, el papa Francisco ha designado al cardenal Pietro Parolin, que tomará posesión de sus funciones el 15 de octubre de 2013). De todo lo tratado en el encuentro el límite de edad. 
 
En su puesto, el papa Francisco ha designado al cardenal Pietro Parolin, que tomará posesión de sus funciones el 15 de octubre 2013). De todo lo tratado en el encuentro, se desprende que podría ser útil un acto ad hoc  que, de un modo explicitó y formalmente inequívoco, confirme esa voluntad de parte de la autoridad superior. SI bien esto podría parecer redundante con respecto al claro propósito del quirógrafo pontificio instituyente de esta comisión (es decir, el documente formal con el cual se instituyó la comisión y en el cual se establece que cada uno de sus actos responde a la voluntad del propio Papa), un acto semejante permitiría realizar un rápido, sereno y provechoso desarrollo de las tareas. Le expreso mi particular gratitud por el servicio singularmente devoto y fiel prestado por usted ante el Sumo Pontífice y en beneficio de toda la Iglesia."
 
El temor es que la inercia y las resistencias puedan paralizar las investigaciones. No obstante, la carta no produce los efectos deseados, pues la situación no se desbloquea. De hecho, el 18 de diciembre, el funcionario Filippo Sciorilli Borrelli, de McKinsey, de Zurich, uno de los consultores externos de COSEA, emprende otra acción para conseguir claridad. Logra concentrar una cita, para del día siguiente a las 10, con monseñor Alberto Perlasca, el hombre que en la Secretaría de Estado se ocupa precisamente del Óbolo de San Pedro. Para evitar los interminables reenvíos a través del correo electrónico, indica punto por punto qué datos y documentos pedirá con respecto a las cuentas corrientes a los asientos de óbolo. 
 
La carta sale de su computadora a las 14:09, y a las 14:16 llega la gélida respuesta del prelado. En total, diecinueve palabras:
 
"Muy bien, Mejor a las 9:30. En cuanto a las preguntas, se verá cómo responder y si corresponde. Cordialmente."
 
Al día siguiente, el 19 de diciembre, el equipo de consultores –Ulrich Schlickwei, de McKinsey; la colega de KPMG, Claudia Ciocca; y Carlo Comporti, de Promotory- se encuentran en el Vaticano con monseñor Perlasca. Esperan respuestas sobre dónde termina el dinero de los fieles. La reunión es amable, los tres laicos formulan numerosas preguntas. Pero las respuestas no satisfacen. Al salir, los técnicos de la comisión se miran estupefactos y apenados. Le tensión crece en pocos minutos. Es un muro de piedra de parecer impenetrable. Una vez en la oficina, los funcionarios deciden poner sobre aviso al presidente Zahra:
 
"Queridísimo,
 
Hoy hemos tenido un encuentro con monseñor Perlasca para tener una mejor compresión de la utilización del Óbolo de San Pedro. La reunión has sido muy cordial, pero no hemos adquirido nuevos conocimientos. Se dice que una parte del óbolo ha sido utilizada para pagar el déficit de la Curia y otra parte para las tareas (empeños) del santo padre, pero no para la constitución de las reservas. Al pedido de mayores detalles, no han querido revelar más."
 
¿Por qué tanto misterio? Sin esos datos se corre el riesgo de bloquear  las investigaciones sobre las finanzas del Vaticano. Una investigación directamente promovida por el santo padre. La preocupación aumenta. El presidente Zahra recibe otras quejas, siempre de parte de los consultores:
 
"Una primera área sospechosa es sin duda el Óbolo de San Pedro, donde no nos han dado acceso a una visión completa de la colectas ni de la gestión de esos fondos (estamos hablando de al menos 30-40 millones de euros, o sea las entradas netas totales menos el financiamiento a las Secretaría de Estado y a la APSA). Una segunda área es en pocas palabras "lo que no nos están diciendo". No sabemos si otros fondos o bienes se han mantenido fuera del presupuesto de la Secretaría de Estado, además del Óbolo de San Pedro."
 
Lo que no nos quieren decir
 
Ya han pasado cinco meses desde la primera solicitud y estamos en el punto de partida. Todavía no se sabe si existen fondos que se han mantenido al margen de la contabilidad de los presupuestos. El 3 de enero de 2014 se solicitaron informes a las más altas jerarquías eclesiásticas en la curia. Con una carta muy firme, el pedido de aclaración se envía directamente al nuevo secretario de Estado, monseñor Pietro Parolin
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En la misiva, monseñor Vallejo Balda, coordinador de la comisión, hace referencia al deseo del Papa dos veces en seis líneas:
 
"Reverendísima excelencia,
 
Hace un tiempo que, en un cumplimiento de las tareas asignadas por el santo padre a esta comisión pontificia, se desarrolla una amplia actividad de revisión in loco en los principales Entes de la Santa Sede que realizan operaciones relevantes a nivel económico y administrativo. Se ha constatado con placer haber encontrado, en casi todas partes, una acogida cordial y una colaboración eficaz, signo de una profunda conciencia y de leal adhesión a la desiderata de Su Santidad. Esta actividad involucra necesariamente al Entre por él dirigido. De acuerdo con todo lo establecido en el documento pontificio constitutivo de esta Comisión, solicito cortésmente que se den las indicaciones necesarias, a fin de que sea puesta a disposición de los operadores toda la documentación , sea en papel o digital, concerniente a la lista adjunta; por consiguiente pedimos que esa documentación sea entregada antes del 10 de enero próximo. Mientras tanto quedo a su disposición por cualquier necesidad. Le agradezco desde ya la cordial colaboración que sin duda me ofrecerá, y aprovecho la circunstancia para confirmarme como el devoto servidor de vuestra Reverendísima Excelencia. Monseñor Vallejo Balda."
 
Adjunta a la carta, Parolin encontrará una lista de 25 entes de los cuales todavía se aguarda la documentación. Pero el equipo de trabajo del Papa pretende, sobre todo, recibir una respuesta sobre los últimos dos puntos:
 
No hemos tenido a nuestra disposición la lista de las cuentas corrientes, títulos y similares a nombre de la Secretaría de Estado (o cualquier otra actividad), ni la visión completa de la gestión de los fondos recaudados (salidas, inversiones, etc) del Óbolo de San Pedro y otras fuentes de Ingresos.
 
El presupuesto (o similar) y el reglamento de las siguiente entidades:
> Hospital Pediátrico Niño Jesús
> Fundación Casa Solliveo della Sofferenza
> Basílica Papal de San Paolo Fuori le Mura
> Basílica de San Pedro/Fábrica de San Pedro (no tenemos del reglamento)
 
Otras entidades sobre las cuales no hemos encontrado información financiera/contable son:
> Pontificie opere missionare (disponemos solamente del libro publicado sobre las entrada)
> Fondos de Postulantes de las Causas de los Santos (detalles de las cuentas en IOR/ presupuestos individuales)
> Presupuesto completo 2012 de Pia Opera (entidad dependiente de Propaganda Fide. Sólo hemos obtenido información financiera especifica)
> Parroquia Pontificia de Castrel Gandolfo
> Parroquia pontificia S. Anna en Vaticano
> Penitenciario Lateranense
> Penitenciario Liberiano
> Penitenciario Vaticano
> Seminario pontificio Romano Minores
> Fundación Benedicto XVI Pro Matrimonio y Familia
> Fundación Juan Pablo II para el Sahel
> Fundación Juan Pablo II para la juventud
> Fundación de San Matteo en memoria del Card. Van Thuan 
> Fundación Autónoma Dispensario Pediátrico Santa Marta
> Fundación Pío XII para el apostolado de los Laicos
> Fundación para los bienes y las actividades artísticas de la Iglesia
> Fundación Santa Josephina Bakhita
> Fundación San Miguel Arcángel
> Fundación Cardenal Salvatore de Giorgi
> Fundación Ciencia y Fe
> Fondo Financiero Ennio Francia.
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El presidente de la comisión Zahar es muy consciente de que los datos recibidos son todavía insuficientes. Él aguarda con impaciencia una respuesta de la Secretaría de Estado. Sin esas informaciones es imposible ver con claridad la situación y proponer una reforma creíble. Después de haber esperado una vez más inútilmente, el 16 de enero prepara una carta alarmante para el papa Francisco:
 
"Su Santidad, 
 
Es con pena que le comunico que su Comisión no está en condiciones de completar la posición financiera consolidad de la Santa Sede a causa de la falta de datos fundamentales. Hemos pedido a monseñor Parolin una lista de las cuentas corrientes de la Secretaría de estado, y de las inversiones efectuadas en obligaciones, fondos y acciones, además de informaciones sobre otras cuentas como el Óbolo de San pedro, pero estas nunca no han llegado. Somos consciente de que se podrían mantener reservadas algunas de estas cuentas, pero financieras sobre todas las cuentas.
 
Sin un cuadro completo de la situación financiera de la Santa Sede, su comisión no está en condiciones de evaluar los diferentes riesgos que están presentes en la administración económicas del Vaticano. Esta es una parte vital de la labor de la Comisión y los miembros no pueden cumplir con su tarea, si no se toma en consideración esta devaluación de los riesgos para el Vaticano. Estaremos muy agradecido si nos diera indicaciones  si nos diera indicaciones sobre este tema, dado que no deseamos decepcionar a Vuestra Santidad, por no estar informados en este importante aspecto de nuestra misión. 
 
Solicitamos humildemente vuestra bendición."
 
Gracias a la intervención directa del papa Francisco o a las presiones sobre Parolin y Xuereb, finalmente, el 30 de enero llega la respuesta tan esperada. La Secretaría de Estado entrega un expediente de veintinueve páginas con un título más que elocuente: "Venerado presupuesto".
 
En el primer documento reservado que hemos tenido la posibilidad de leer se destaca que:
 
"El óbolo consiste en la tradicional colecta de las donaciones efectuadas en las festividades de los santos Pedro y Pablo en todas las diócesis del mundo, y en todas las donaciones entregadas durante las celebraciones a los colaboradores directos del Santo Padre o enviadas a él mismo. El óbolo es confiado a una oficina específica de la sección de asuntos generales de la Secretaría de Estado que es la encargada de gestionar la colecta de las donaciones para las obras de beneficencia del Santo Padre y para la Santa Sede. […]"
 
Luego la Secretaría de Estado advierte que esos datos están protegidos por el máximo secreto:
 
"Si bien por un lado se ha publicado una rendición de cuentas anual de las entradas relativas al Óbolo de San Pedro, por el otro se ha mantenido hasta ahora una absoluta reserva acerca de las indicaciones de los Superiores y sobre su utilización, ya que le Óbolo está excluido del presupuesto consolidado de la Santa Sede."
 
En la Práctica, las donaciones para los pobres siguen estando en un agujero negro. El hecho de cómo se gastan las sumas es un secreto absoluto y sólo se hace una "rendición de cuentas" sobre cuánto se recauda, evitando de este modo contabilizar los importes en los presupuestos oficiales. Una opción dictada por "indicaciones superiores", sean del secretario de Estado o del Papa precedente. ¿Por qué tanto misterio? ¿Qué fin tienen esas sumas? He aquí la respuesta, sin detalles pero muy ilustrativa:
 
La colecta se utiliza para las iniciativas caritativas y/o los proyectos específicos señalados por el Santo Padre (14, 1 millones), para la transferencia de las donaciones con una finalidad específica (6,9 millones), y para el mantenimiento de la Curia romana (28,9 millones), además de la suma reservada para el fondo del Óbolo (6, 3 millones).
 
Esto significa que la otra mitad de las donaciones que llegan de los fieles de todo el mundo y que debería destinarse a los necesitados terminan, en cambio, en las arcas de la curia. Para ser precisos, se trata del 58 por ciento, si no consideramos la suma reservada. Un porcentaje importante que, en realidad, se ha calculado por defecto y puede ser considerablemente aumentado.
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Si analizamos concepto por concepto las "donaciones el Santo Padre", del documento surge claramente que Benedicto XVI ha empleado esos 14,1 millones más para sanear las cuentas de la Santa Sede que para las obras de beneficencia. En efecto, 5,5 millones fueron a la imprenta, un millón a la biblioteca y 309 mil euros a las fundaciones. Importes destinados a entes y estructuras dentro de los muros vaticanos. En síntesis, de los 53,2 millones recaudados con el óbolo (en 2012),  a los cuales se suman 3 millones de intereses, unos 35, 7 millones (67 por ciento) se gastaron en la curia y otros 6,3 millones (12,4 por ciento) quedaron sin utilizar, guardados como reserva en el fondo del Óbolo de San Pedro.
 
Las cuentas en rojo
 
Por cada euro que llega al Santo Padre, apenas 20 céntimos terminan en proyectos concretos de ayuda a los pobres.
 
Todo esto porque la situación en los palacios vaticanos está fuera de control. De hecho, casi todas las entidades en la que el ex secretario de Estado, Bertone –con la aprobación de Benedicto XVI-, colocó a cardenales italianos de su confianza muestran las cuentas en rojo:
 
"De los esquemas resumidos de la situación financiera se evidencia que 2012 se cerró con un déficit financiero de 18,9 millones de euros, debido a la diferencia entre las entrada de 92,8 millones y las salidas por un valor de 121, 7 millones. Las salidas están constituidas por 66 millones del déficit presupuestario de la APSA (gestión inmobiliaria), 25 millones por el déficit de la Radio Vaticana, 25,4 millones por el funcionamiento de las representaciones pontificias y 5,3 millones por el funcionamiento y los gastos directos de la Secretaría de estado nivelas mensualmente y en forma anticipada el déficit de la APSA y, en un sentido más amplio, el de la Curia romana que, con sus propios recursos, no está en condiciones de alcanzar la deseada igualación del presupuesto."
 
Por lo tanto, cada año la Secretaría de Estado debe recurrir a los ingentes capitales que obtiene directamente de las donaciones de los fieles al Santo Padre:
 
"Así pues, la Secretaría de Estado se ve obligada a recurrir, cada año, a los recursos propíos del Óbolo de San Pedro, sustrayéndole una parte considerable para el mantenimiento de la Curia romana, sobre todo para cubrir los costos del personal allí empleado que constituyen el gasto más importante. […] A través de los años, la Secretaría de Estado ha asumido, de hecho y por necesidad, el rol de un ente financiador mediante la utilización "indebida" del óbolo, mientras obtiene los otros recursos a través de las representaciones pontificas que constituyen el enlace de la Santa Sede con las conferencias episcopales y las diócesis del mundo."
 
Esta es la noticia más terrible que puede escuchar un Papa que ha elegido con humildad el nombre del santo de los pobres.
 
¿Por qué no se utilizan las sumas recaudadas invirtiéndolas en lugar de reservarlas? Estamos en condiciones de afirmas que los 377,9 millones de las reservas del fondo del Óbolo de San Pedro se distribuyen en cuentas corrientes de doce bancos diferentes; la suma más importante se deposita en el IOR (89,5 millones) y en la cuenta  Fineco di Unicredit (78,5 millones). 
 
En las cámaras de seguridad de Merrill Lynch reposan unos 58 millones de euros, en la práctica, ni siquiera el uno por ciento. Es un interés tan bajo que roza el ridículo. ¿Por qué? Y sobre todo ¿por qué los euros arrinconados no se utilizan?
 
Trece preguntas que han quedado sin respuesta
 
El documento deja sin palabras a los hombres del papa Francisco. Al observar con atención los datos enviados, los consultores financieros que trabajan para la comisión del papa encuentran numerosas anomalías, errores al menos aparentes y varias incongruencias. Después de algunos días dedicados a los controles, en la tarde del 10 de febrero de 2014, Filippo Sciorilli Borrelli, de McKinsey, toma la iniciativa. El consultor envía a Zahra trece preguntas sobre las cuentas de la Secretaría de Estado. Problemas puntuales sobre los depósitos, sobre los gastos y sobre la verdadera gestión del óbolo. 
 
El primero concierne a los intereses, que son demasiado bajos. ¿Cómo es posible? Las comprobaciones del hombre de McKinesy no dejan lugar a dudas:
 
En el documento se declara que la tasa de interés medio anual reconocida por el IOR sobre los depósitos en el Fondo del Óbolo produjo 3 millones de euros en 2012. En ese año se habían depositado 89,5 millones en el IOR. ¿Eso significa que la tasa era del 3 por ciento? ¿Esta afirmación es verdadera o falsa?
 
Si es verdadera, y no habría motivos para dudar, no se comprende "que sea este el interés sobre los otros depósitos mencionados (por ejemplo, los 58 millones en Merrill Lynch). SI la susodicha afirmación es falsa, ¿cómo se explica que la tasa de interés sea apenas del 1% del total de los fondos invertidos (en 2012,3 millones de intereses sobre una base de 377, 9 millones de euros)?"
 
El consultor que trabaja la comisión del papa pregunta: ¿por qué la transferencia anual efectuada por el Santo Padre al diario vaticano L'Osservatore Romano (5,3 millones en 2011 y 5,6 millones en 2012) "no aparece bajo la denominación “cobertura del déficit”, también incluida en el déficit de la Curia"? 
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Aún más, "¿a qué corresponde la expresión Óbolo con erogaciones de 7,3 millones en 2012 y 2,1 millones en 2011?"
 
Finalmente, si consideramos cuánto dinero se depositó en los diferentes bancos de los 371,6 millones indicados como reserva para el fondo del Óbolo (2011), nos encontramos con sólo 353,4 millones, "igual a una divergencia de 18,2 millones de euros. ¿Cómo se explica esta diferencia negativa?" ¿Dónde terminaron esos 18 millones?
 
Las preguntas siguen y seguirás sin respuestas. Las trece preguntas formuladas y compartidas en COSEA nunca llegan a ser oficiales. Jamás saldrán a la luz ni siquiera de esa "Área 10", que custodia los secretos más importantes de la labor de la comisión. Así pues, debemos contentamos con las noticias parciales y a menudo desconcertantes. Es difícil indicar el motivo preciso. Algunos, en los palacios sagrados, sostienen que reside en el vértice de la comisión o en la Secretaría de Estado donde ha circulado el habitual eslogan usado para cortar de raíz cualquier cuestión de consecuencias imprevisibles: se ha dado demasiado poder  a los laicos y a los consultores financieros, y su acción supervisora está excediendo el encargo recibido. En pocas palabras, están exagerando. Ha llegado la hora de terminar con todas estas preguntas.
 
Esto había sucedido también con Ettore Gotti Tedechi, cuando el entonces presidente del IOR trató de valerse de los consultores más autorizados en el tema del anti blanqueo, provenientes del Banco de Italia, para hacer entrar al Vaticano en la White List, es decir los países que respetan las reglas de la honradez financiera. Sobre el proyecto, Benedicto XVI sufrió la influencia de los Bertonianos que deslegitimizaron el plan de Gotti Tedeschi, sosteniendo que él habría expuesto al Vaticano una peligrosa injerencia de parte del banco central de un Estado extranjero. Tal como dicta la tradición, en la Curia, la influencia y el poder de un laico son infinitamente inferiores a los de un religioso, sea un cardenal o un simple sacerdote, capaz de manejar los presupuestos y datos contables, o bien inadecuado para esa función.
 
Las cuentas corriente secreta de los Papas
 
La Secretaría de Estado muestra una situación financiera negativa e incluso confusa. Basta ver la telaraña de las cuentas corrientes abiertas en los diversos bancos. Después de quince años, siguen todavía activas cuatro cuentas corrientes a nombre del Jubileo de 2000. De estas cuentas, dos fueron abiertas en la APSA, donde la secretaria de Estado posee otras ocho. Entre estas últimas hay una que se describe como "Radio Vaticana, redacción eslovaca", con un saldo de 134.000 dólares.
 
¿Pero el Pontífice tiene una cuenta corriente propia? Sobre esta pregunta durante década nunca se ha conocido la verdad. Se han difundido teorías por creíbles, seguidas luego desmentidas y reconstrucciones aún más fantasiosas. Sólo de las cartas reservadas fotocopiada por Paolo Gabriele, el mayordomo de Benedicto XVI, y publicadas en mi libro Las Cartas Secretas de Benedicto XVI, surgió que Ratzinger dispuso el 10 de octubre de 2007 la apertura de la cuenta número 39887 en el IOR, para hacer confluir en ella el 50 por ciento de los derechos de autor de 130 obras publicadas por una sociedad. A través de los años, a esa cuenta fueron a parar sumas ingente, como los 2,4 millones de euros entregados en marzo de 2010 por cuenta de la Fundación Joseph Ratzinger Benedicto XVI.
 
De los documentos inéditos enviados a comienzos de 2014 por la Secretaría de Estado para las verificaciones contables, surge una verdad que hasta el presente nadie ha podido revelar. Cada Papa tiene una cuenta personal. En muchos casos, esta cuenta sigue abierta incluso después de su muerte. Y las cuentas más misteriosas son precisamente de las atribuibles a los Pontífices ya fallecidos, con dineros obviamente convertidos en euros. Por ejemplo, todavía está abierta la cuenta del papa Juan Pablo I (Albino Luciani). Esa cuenta tiene el número 26400-018, que como indicación cita textualmente "Su Santidad Juan Pablo I". Presenta un saldo de 110.864 euros. ¿Quién la gestiona?
 
A unos treinta y siete años de su desaparición, resultan extraños dos depósitos atribuidos al predecesor del papa Luciani, Paulo VI (Giovanni Battistas Montini), recientemente beatificado. De los que hemos podido leer, la "Cuenta personal de Paolo VI", la número 26400042 tiene un saldo de 125.310 euros y otra cuenta, la número 26400-035, muestra un saldo de 296.151 dólares. Evidentemente, Montini prefería diversificar sus depósitos en varias monedas, para tener las espaldas cubiertas en caso de devaluaciones o crisis.
 
Las delicadas cuestiones que plantean estas cuentas corrientes y muchas otras similares siguen todavía hoy sin una respuesta creíble. Si de veras están a nombre de personas fallecidas, las cuentas deberían desparecer. Sin embargo, eso no ha sucedido, y en muchos casos han pasado muchísimos años. ¿Cómo es posible? ¿Esas cuentas todavía operativas? ¿Alguien mueve en ellas sumas de dinero? ¿Y con qué derecho? Todas preguntas que no tendrán que no tendrán una respuesta de monseñor Peter Wells, asesor para los asuntos generales de la Secretaría de Estado, y tampoco de su superior, monseñor Angelo Becciu, sustituto para los asuntos generales de la Secretaría de Estado, último baluarte de la vieja guardia.

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