PUNTO DE VISTA

"Con el sobrecosto del fuel oil se pudo haber llevado agua potable a medio millón de personas"

El autor explica por qué son innecesarias las compras directas de combustibles a la venezolana PDVSA y los beneficios de realizar licitaciones abiertas para su adquisición.

POR ALIETO GUADAGNI*

CIUDAD DE BUENOS AIRES (La Nación). El Gobierno acaba de suscribir 18 pagarés por un total de 819 millones de dólares a favor de la empresa petrolera estatal de Venezuela (Pdvsa). De esta manera, se saldan deudas pendientes por las importaciones de fueloil vendido, pero no producido por esta empresa. Recordemos que hace años, cuando alguien proponía en la Argentina una operación de comercio exterior que carecía de sentido económico, se decía: "Eso es como querer venderle naranjas al Paraguay".

El caso es que ahora, lamentablemente, deberíamos decir esto: "Es tan absurdo como comprarle fueloil contaminante a la empresa estatal Pdvsa de Venezuela sin licitación". Veamos por qué; comencemos por indicar que el Plan Energético Nacional (2004-2008), anunciado en 2004 por el secretario de Energía, Daniel Cameron, indicaba que se compraría directamente fueloil vendido por Pdvsa, pero sin ningún tipo de concurso abierto de precios y calidades a fin de asegurar buenos precios para la Argentina. Pero el caso es que desde hacía décadas el país tenía una balanza de exportaciones-importaciones de fueloil fuertemente superavitaria, si bien en meses críticos de invierno por razones de falta estacional de gas era necesario importar puntualmente fueloil.

La cuestión es que entre 2004 y 2009 exportamos más de 8 millones de toneladas y, al mismo tiempo, sorprendentemente importamos? 4,8 millones. Las estadísticas indican algo muy extraño: aumentan las exportaciones, pero también crecen las importaciones.

Concretamente, de cada 100 toneladas importadas, apenas se justifican alrededor de 40 porque las otras 60 llegaron a nuestros puertos en meses en los que al mismo tiempo salían barcos cargados de fueloil rumbo al exterior, particularmente a Nueva York. Quiere decir que el argumento estacional no alcanza para justificar esta masiva y redundante operación.

Es así como compramos innecesariamente nada menos que alrededor de 2,8 millones de toneladas. Aunque supongamos que todos los precios sean competitivos (es decir, con licitaciones abiertas de precio y calidad) y, en consecuencia, sin sobreprecios, existe inevitablemente un importante quebranto económico, que se traduce al mismo tiempo en un quebranto fiscal cuando el que compra es el gobierno a través de un ente como Cammesa (la empresa mixta que opera el mercado eléctrico).

La razón es muy simple: existe una amplia diferencia -en el orden de los 122 dólares la tonelada- entre los valores CIF (el precio cotizado por el vendedor incluye costo, seguro y flete hasta el destino final) y FOB ( free on board o libre a bordo; el vendedor pone las mercancías a bordo de un transporte y a partir de allí se hace cargo el comprador), a la que hay que agregar el incremento en los costos logísticos vinculados con toda esta redundante operación portuaria de movimiento de grandes cantidades de fueloil.

Pero aquí no concluye el perjuicio a nuestro país; además, se sabe que el fueloil argentino es de buena calidad ambiental (con bajo contenido de azufre) y que se vende en mercados exigentes (Nueva York), cosa que no ocurre con el que estamos importando, ya que ahora está amparado por la resolución?150 de 2008, por la que el secretario de Energía postergó indefinidamente la vigencia de la buena norma ambiental? que él mismo, con muy buen criterio, había establecido dos años antes (resolución 1283, de 2006).

O sea que, para comprarle fueloil en exceso a Pdvsa, además, había que tolerar que tuviera un alto contenido de azufre contaminante, por encima del que posee nuestro propio fueloil. Pero esta práctica se llevó a cabo también durante 2010, ya que en el primer semestre del año pasado la Argentina aumentó las exportaciones de fueloil mientras que las importaciones también trepaban. Es decir, suben los quebrantos económicos y fiscales, que pueden ser estimados por encima de 330 millones de dólares (hasta diciembre de 2009). Toda esta cuestión podría ser solucionada en 24 horas; simplemente, bastaría con que Cammesa, ente con amplia participación privada, estableciera, como indican las buenas prácticas empresariales, que todas sus compras de fueloil se hicieran mediante licitaciones abiertas y competitivas de precios, calidades y financiamiento. Si se hiciera eso, inmediatamente se evaporaría la inmensa mayoría de estas compras injustificadas, ya que naturalmente los productores nacionales estarían en condiciones de ofrecer los mejores precios.

Este tema es de interés público porque las compras que ahora Cammesa realiza directamente a Pdvsa (que simplemente intermedia en este negocio porque el fueloil no es de la compañía venezolana) son financiadas por fondos públicos.

Una reflexión final: todos conocemos el drama de la gente humilde en el conurbano, donde lamentablemente aún 6 de cada 10 familias no tienen cloacas y 4 de cada 10 no tienen agua potable de red. Con el innecesario y enorme sobrecosto de esta operación de fueloil, se pudo haber llevado agua potable y cloacas a medio millón de personas. Es hora de priorizar un gasto público sensato y transparente. Es muy difícil mejorar las condiciones de vida de los más humildes, si el gasto público no es socialmente responsable. 

*Economista y ex secretario de Energía de la Nación


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