CATALUÑA

De Barcelona a Madrid: "Hasta ahora han fracasado los 2 bandos"

Dice el columnista: "A la cuestión catalana podría sumarse la “cuestión baska” y fuera de España, la “cuestión Escocesa” y también tener en cuenta la desintegración de Yugoslavia en seis nuevas repúblicas o las nuevas repúblicas “Checa y Eslovaquia” a partir de 1990 y pico o por el contario la unificación institucional de Alemania, luego de la caída del muro de Berlin": el tema es complejo.

No es una cuestión fácil de analizar y menos para emitir opiniones, pero si podemos proponer algunas ideas para llegar a una solución racional.

Recuerdo que Ortega escribió que la vida es un gerundio y no un participio, la vida es un “Quehacer” que permanentemente abre posibilidades sobre las que hay que decidir y en lo posible decidir bien.

También decía Ortega que la historia de una nación es también la historia de su decadencia y la historia de su desintegración.

Una primera idea sería la de precisar si la “cuestión catalana” es el inicio de un proceso formativo o bien marca el principio de la decadencia de España y el comienzo de su desintegración.

A la cuestión catalana podría sumarse la “cuestión baska” y fuera de España, la “cuestión Escocesa” y también tener en cuenta la desintegración de Yugoslavia en seis nuevas repúblicas o las nuevas repúblicas “Checa y Eslovaquia” a partir de 1990 y pico o por el contario la unificación institucional de Alemania, luego de la caída del muro de Berlin.

Con esto quiero decir que no nos debería sorprender la “cuestión catalana”, cuestión que no se puede resolver desde el imperio de las normas jurídicas sino que debe resolver la política y la posible propuesta de solución deba incluir reformas legales.

Es obvio que parecería que para los catalanes ya no es atractivo integrar el Reino de España. Esta decisión no es ni buena ni mala, sería una decisión del gerundio “catalaneando” si se me permite mi exabrupto, quieren ser una república independiente.

Esta decisión no se puede analizar en términos mercantiles, conviene o no conviene, ganan unos y pierden otros. La decisión tendrá consecuencias, para España y para Cataluña, como nueva Republica, que hoy no se pueden ponderar porque no hubo propuestas ni análisis de sus eventuales consecuencias del modo y forma que se instrumentaría la nueva república.

Tampoco podemos decir que la intención independientista de los catalanes es injusta porque vulnera la Constitución Española, porque la injusticia podría estar en la propia Constitución.

Sin embargo no podemos dejar de lado la Idea de Justicia y nuestro esfuerzo se dirigirá a proponer un “debido procedimiento” que permita llegar a una decisión justa, con todas las limitaciones que tiene la justicia humana. En términos libertarios deberíamos decir que un llamado deber de urbanidad también nos obliga a tolerar los inevitables defectos y errores del régimen institucional.

Una vez más debemos recordar las condiciones básicas de la justicia propuestas por John Rawls: libertad política, libertad de palabra y de reunión, libertad para tomar parte en los sucesos públicos, para influir legítimamente por medios constitucionales no solo en resultados legislativos sino para garantizar el justo valor humano de las decisiones consecuencia del ejercicio racional de la libertad.

Una pregunta: ¿sería legítimo que una mayoría simple quiera imponer la independencia política e institucional de la institución de la que forma parte?

Nunca creí que las decisiones de las mayorías fueran, por ese solo hecho, correctas, ni tampoco creo que cuestiones técnicas puedan ser resueltas por el criterio de las mayorías.

Por ello pienso que los “referéndum” debería limitarse a ciertos temas muy específicos, no todo en política puede ser resuelto por una mayoría ya que hay decisiones que requieren poseer un nivel de idoneidad profesional de la que carecen las mayorías.

¿Esto significa que las mayorías no deberían ser consideradas? La respuesta es No. Pero lo que debemos tener en cuenta es que toda votación debe estar sujeta a principios políticos que contribuyan al bien común.

Con esto quiero decir que la política debe ponderar la gravedad de algunas decisiones por sus consecuencias que la gente común está lejos de comprender o asimismo carece de pautas objetivas que la ayuden a tomar la mejor decisión.

Un ejemplo fue el “Brexit” que debemos tener en cuenta y debe servir de experiencia aunque sabemos que las experiencias ajenas no se aprovechan.

Volviendo a la cuestión catalana, hasta ahora ha fracasado rotundamente la política de los dos bandos, ya que el objetivo implícito de unos y otros, fue tratar de imponer una salida agonal.

El referéndum del 1-O fue una parodia, no se pueden tomar en cuenta las manifestaciones ya que la simple reunión de gente puede responder a diversas motivaciones y por ultimo aun aceptando que el referéndum fuera válido, no llegó a votar el 50% de los empadronados, con lo que podríamos sostener recurriendo a la sofistica que los que no participaron en la votación eran contrarios a la idea independientista, también sería valido decir que los que no votaron tácitamente apoyaron a los que votaron por el “sí”.

Ahora si analizamos la cosa con un mínimo de racionalidad vemos que no hubo un procedimiento legítimo que sirva para tomar una decisión.

Hasta ahora diríamos que la política solo atinó a proponer, “sí” y “no” de modo dogmático, cuando hay varias cuestiones esenciales que no han sido tomados en cuenta, voy a la más simple y trivial que pasara con el “Barcelona futbol club y con Messi”, quedará fuera de la liga española y del futbol.

A veces un ejemplo trivial suele ser útil para ponderar las consecuencias de una decisión.

Es cierto la cosa llegó a un extremo en el que es esperable que “Cataluña” se declare país independiente, pero confiemos en que aun hay reservas éticas y morales en sus dirigentes.

Hay un hecho: una parte de la población catalana quiere ser independiente de España, no viene a cuento a analizar sus motivaciones. Otra parte quiere permanecer como parte de España.

Esto significa la existencia de un conflicto dentro de Cataluña que puede existir en otras comunidades autonómicas.

Quizás sea necesario que las autoridades políticas den un paso al costado, ya fracasaron y sobre un mutuo fracaso no es esperable una buena solución.

Hasta ahora se ha rehuido el debate y ello ya de por si es una grave falta moral ya que si hay algo que los políticos no deben hacer es la de eludir la consideración de cuestiones conflictivas.

Dice Rawls: “El debate es un medio de combinar información y de ampliar el alcance de los argumentos. Al menos a través del tiempo, los efectos de la deliberación común parecen destinados a ofrecer soluciones”. Agregaría esta es la obligación moral de todo político.

Este imprescindible debate pendiente podría generar soluciones y solo aventuraré un procedimiento para el caso que se llegara a la conclusión que hay que decir la cuestión de la independencia.

La política debería fijar una agenda de cuestiones que serian consecuencia de la independencia de Cataluña y que deberían ser materia de debates obligatorios durante un lapso mínimo de 30 días, propongo unas pocas:

¿Qué le significaría a Cataluña quedar fuera de la UE?

¿Qué moneda tendría Cataluña?

¿Cómo sería su relacionamiento internacional como nuevo país?

¿Cómo organizaría su defensa nacional?

¿Cuál sería su política migratoria?

El segundo paso sería un referéndum del pueblo catalán y el régimen de mayorías necesario para proclamar la Independencia que desde ya no debería ser el 50 más 1.

Ojala sea una aporte útil

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